Lo que este domingo decidieron de modo mayoritario los vascos es que el 72% de los escaños de su Parlamento sea nacionalista, a partes iguales entre PNV y EH Bildu. Junto a ellos estarán las dos formaciones ‘constitucionalistas’ que representan PSE y PP y que en estas elecciones se presentaron como muro de contención a la posible tentación del nacionalismo de activar procesos soberanistas. La noche del 21-A ambas formaciones, la que preside Javier De Andrés y la que lidera Eneko Andueza, hicieron un balance muy positivo de sus resultados electorales. Ambos subieron su representación en la Cámara, un diputado más el PP y dos más el PSE, además de la posibilidad de reeditar la coalición de Gobierno con el PNV.

Sin embargo, un análisis más amplio de sus resultados demuestra que en realidad los resultados de populares y socialistas representan más una ligera recuperación desde su suelo electoral que una subida significativa de apoyos. Las dos formaciones cuentan hoy con 100.000 votantes menos que hace sólo una década. En ambos casos, desde el final de ETA y la irrupción de un nuevo ciclo en el País Vasco la pérdida de respaldo social para ambos partidos ha sido progresiva en los comicios autonómicos.

El ‘constitucionalismo’ en Euskadi alcanzó las mayores cuotas de apoyo en 2001, en aquellas elecciones en las que Nicolás Redondo Terreros, candidato y líder del PSE, y Mayor Oreja, candidato y presidente del PP vasco, concurrieron en una suerte de alianza contra el nacionalismo y la presión de la violencia. La suma de votos que lograron en aquellas autonómicas, gracias a una participación sin precedentes del 79%, alcanzó los 580.000 votos.

A partir de ahí, la pérdida de respaldo en ambos partidos en unos comicios autonómicos ha sido constante hasta este domingo pasado, que entre PP y PSE sumaron 246.800 votos. En estas algo más de dos décadas la pérdida de votos en unas autonómicas la sufrieron los sucesivos presidentes del PSE; Patxi Lopez e Idoia Mendia, y los del PP vasco: Carlos Iturgaiz, María San Gil, Antonio Basagoiti, Arantza Quiroga y Alfonso Alonso.

Apoyo en la violencia, olvido en la paz

En los años más duros de la violencia el apoyo a PP y PSE, las dos fuerzas más amenazadas por el terrorismo y cuyos cargos públicos debían ir escoltados, sí contó con un apoyo importante de amplios sectores sociales que hoy no poseen. En 2001, por ejemplo, el PP llegó a registrar 326.933 votos en las elecciones autonómicas. Este domingo el apoyo fue de apenas 97.000 votos. En el PSE el caso ha sido similar. Su techo lo alcanzó en 2009, con Patxi López como candidato, y 318.000 votos. En los comicios recién celebrados Eneko Andueza ha logrado menos de la mitad, 149.660 votos.

En el caso de los socialistas la pérdida de respaldo social se ha ido agravando en la última década. La anterior secretaria general del partido, Idoia Mendia sustituyó a López tras perder el Gobierno vasco y vio cómo en las elecciones de 2016 el socialismo vasco se hundía hasta los 126.000 votos y tocaba fondo cuatro años más tarde, en las autonómicas de 2020, con 122.248. El domingo Andueza celebraba como una gran remontada y un aval a la gestión del PSE en el Ejecutivo de coalición con el PNV, la recuperación que supone mejorar en casi 27.500 votos sus resultados y obtener dos escaños más en la Cámara. Es cierto que el PSE logra no sólo revertir la tendencia bajista que venía arrastrando desde 2012 sino que además podrá exigir una mayor presencia en el próximo Ejecutivo que negocie con Imanol Pradales.

Pese a ello, el PSE ha visto cómo la izquierda abertzale está siendo capaz de absorber la mayor parte del voto del espacio confederal que hasta el domingo abarcaba Elkarrekin Podemos y que ahora, en un volumen importante, aunque no absoluto, ha capitalizado EH Bildu.

Insuficiente mejora de votos

En el PP la situación es similar: reversión de tendencia, incremento de representación e incapacidad de absorber a Vox. Los resultados de Javier De Andrés este 21-A fueron celebrados como una reubicación del partido y el inicio de un nuevo periodo de recuperación tras una pérdida de apoyo en la sociedad vasca en las seis últimas citas autonómicas y que tuvo en 2020 su peor resultado: 60.650 votos. El domingo De Andrés mejoró en 37.000 votos ese resultado y engordó en un representante más, hasta los 7, su presencia en el Parlamento de Vitoria.

Sin embargo, por el camino se quedaron dos objetivos más: absorber a Vox y ser una formación determinante en la legislatura que pronto comenzará en el País Vasco. En los últimos días de campaña el PP intentó atraer la atención de los votantes más próximos al discurso de Vox. Lo hizo con apelaciones a las ayudas sociales o la inmigración en términos similares a los del partido de Santiago Abascal y alejándose así del mensaje más centrado que había mantenido el candidato del PP. No dio resultado. Amaia Martínez, la candidata de Vox, no sólo revalidó el escaño en el Parlamento Vasco sino que lo hizo con casi 4.000 votos más que hace cuatro años, alcanzando los 21.400 votos.

Junto a ello, el PP no logró que su representación pueda ser relevante en el mandato próximo, al haber alcanzado PNV y PSE una mayoría absoluta que les permitirá reeditar la coalición actual. Al contrario de lo sucedido en instituciones como la Diputación de Gipuzkoa o el Ayuntamiento de Vitoria, los votos del PP no serán necesarios.