El exministro de Transportes José Luis Ábalos repitió tres veces la palabra "cansado" en una misma frase para explicar por qué estas últimas filtraciones de sus wasaps no le están afectando como las demás. Está cansado. Cansado de la investigación que se sigue contra él en el Tribunal Supremo por presuntos delitos de corrupción; cansado de que se haya conocido parte de su vida privada a través de los informes de la Guardia Civil que informan de irregularidades en contrataciones públicas; y cansado de que los miembros del partido político en el que militó durante 40 años le hayan dado la espalda. Y quizás todo este cansancio le haya llevado a dar un golpe en la mesa y poner a disposición de periodistas sus comunicaciones para "asustar" al Gobierno. O quizás, no. Difícil saberlo porque él no termina de aclararlo.
Las revelaciones de El Mundo llevan toda la semana moldeando la vida política de todo el país. La publicación de esos wasaps ha permitido conocer la cocina de varios años de Gobierno socialista y corroborar algunas de las cosas que ya se intuían, como que la relación del presidente con los barones Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura) y Javier Lambán (Aragón) era pésima; que tampoco había buena sintonía con el vicepresidente de Podemos Pablo Iglesias; o que el rescate de la compañía Air Europa implicó a varios miembros del Ejecutivo.
Pero, además de sobre la trastienda política, el debate público se ha centrado también en saber la procedencia de la filtración de esos mensajes. Y esto es relevante para el Ejecutivo por un único motivo: si detrás está la mano de Ábalos tienen un problema. El líder del PSOE dependería de una persona que fue todopoderosa dentro del partido, que tuvo las riendas de la formación en su papel como secretario de Organización, que gestionó gran parte de los asuntos que ahora están bajo el foco de diferentes investigaciones --la contratación de mascarillas durante el Covid, el rescate de Air Europa o el 'Delcygate'-- y que, por ende, tiene mucha información de las entrañas de la Moncloa. Que, sea o no delictiva, muchas veces no conviene airearla.
Algunas voces hablan de un "chantaje" en toda regla, mientras que el Ejecutivo parece estar en shock, sin saber bien cómo actuar después de la sorpresa de que alguien tan cercano al presidente haya guardado los wasaps de toda una vida. "Los exportaba. Es historia", explicó Ábalos a este medio sobre el porqué lo hizo.
Él juega con una idea, la de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil tiene dos discos duros con todas sus conversaciones y material privado, así que la filtración puede haber salido de ese brazo del Ministerio del Interior. Y está seguro de que los agentes que llevan la batuta de su investigación ya han accedido a ese contenido porque dentro, por ejemplo, estaba la foto de su boda que han adjuntado al anexo de uno de los últimos informes o los papeles del terreno que compró en Colombia en 2003 y que generó tanto revuelo por la equivocación en su valor (la UCO dijo que eran dos millones de dólares y luego tuvo que corregir su error a 751 euros).
El exministro está seguro, por tanto, de que el Instituto Armado ya ha analizado el contenido de esos dispositivos que él trató de recuperar por activa y por pasiva durante meses mientras no estaba investigado. Ese material lo custodiaba Koldo García en su vivienda, según su versión, y él ni siquiera lo sabía, por lo que cuando en febrero de 2024 la UCO entró a detener al que fuera su asesor se llevaron eso en una caja.
Ábalos no sólo tiene la certeza de que los agentes han accedido al material sino que además cree que son ellos los que han filtrado algunas partes. Por ejemplo, insiste en que hubo medios que publicaron el asunto de su parcela en Colombia antes de que los agentes remitieran el informe patrimonial con esa información al Tribunal Supremo.
Por eso, en su entorno dejan caer que no sería tan descabellado que la filtración saliera de la UCO, a pesar de que ni en Fiscalía Anticorrupción ni en el Tribunal Supremo compran esa teoría. Mientras, él se ubica en la ambigüedad, pero sin dejar de reflejar lo dolido que se siente con los que fueran sus compañeros de filas: "Me da igual confirmarlo que desmentirlo. Llevo meses con filtraciones que me afectan a mí, a terceras personas, a mi entorno. Y no ha pasado nada. Nadie ha dicho que se investigue nada. Lo he denunciado y, ¿Ahora dicen que hay que investigar porque afecta al presidente del Gobierno?".
En este tiempo el exministro de Transportes ha cambiado de móvil en dos ocasiones. La primera, cuando salió del Ejecutivo en 2021 porque le quitaron el teléfono del Ministerio. Es en esa fecha en la que la UCO pone el tope del material que ellos han intervenido. No hay nada posterior a 2021. La segunda, cuando el dirigente del partido político Se Acabó la Fiesta (SALF), Alvise Pérez, colgó en su canal de Telegram con miles de suscriptores un informe en el que venía el teléfono del político.
Durante días, Ábalos estuvo recibiendo llamadas a altas horas de la mañana, lo incluían en grupos de WhatsApp para vacilarle, etc. Esto, por cierto, también lo denunció en la Policía Nacional, pero el asunto tampoco llegó a nada. Entonces, cambió incluso de número de teléfono.
Personas cercanas a la investigación no tienen dudas de que el mayor beneficiado en esta filtración es el exminsitro que, ahora, puede demostrar que no le cesaron ante las sospechas de corrupción porque después el presidente del Gobierno le confesó que le había echado de menos; y que su opinión se tenía muy en cuenta dentro del PSOE incluso después de dejar el Ministerio. De paso, puede sembrar la duda de la filtración sobre la UCO y hacer que, por la fuerza, miembros de su partido se sienten como él se ha sentido en estos meses.
Esta catarsis no está cerca de terminar. El Gobierno ha anunciado que irá hasta el final para conocer de dónde salen estos wasaps y, de momento, una juez ha preguntado a la Fiscalía si debe investigar la "intervención ilegal" de las comunicaciones de Ábalos.
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