La Audiencia de Valladolid ha absuelto a una monja del delito de apropiación indebida tras haberse transferido casi 77.000 euros, casi la mitad de los fondos existentes en la cuenta bancaria del BBVA que compartía con su tía ya fallecida. Era la mitad del saldo, que también querían cobrar otra veintena de sobrinos en calidad de coherederos. En total, había 153.670 euros.
La Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia Provincial vallisoletana ha decidido absolver a la religiosa para quien la Fiscalía y la acusación particular solicitaban penas de catorce meses y cuatro años de cárcel, respectivamente.
"La acusada realmente creía que era suyo la mitad del dinero de la cuenta de que era cotitular o que tenía derecho a disponer de él, por ser el deseo de su tía. Creencia errónea, pero razonable y fundada", recoge la sentencia. Los magistrados creen que pudo interpretar que su tía la hizo figurar como cotitular de la cuenta desde 2009 "como un acto de liberalidad para hacer suya la mitad de su saldo cuando falleciera, con fundamento en las relaciones personales de afinidad".
"Justifica este trato de favor la acusada en la relación de confianza que las unía, por ser quien la cuidó cuando precisó atención médica y quien ejecutó las gestiones que le indicaba (incluyendo la retirada de fondos para préstamos a familiares o donativos a congregaciones), y tanto por razones de afinidad, al compartir convicciones religiosas, como familiares, por ser su madrina", dice la sentencia.
Durante el juicio, recoge Europa Press, la monja se declaró inocente y sostuvo que el dinero que ingresó en su cuenta personal fue "por voluntad" de su propia tía. Eso sí, no supo explicar por qué la transferencia de los fondos se produjo casi un año después del fallecimiento de la anciana, sucedido el 22 de abril de 2022. Tampoco quién fue la tercera persona que realizó la transferencia a su favor.
"Cuando me puso solo a mí como cotitular de la cuenta entendí que quería que la mitad del dinero de la misma fuera para mí. Próxima a su fallecimiento, me dijo que el dinero era para mí", insistió la religiosa. La anciana había sido también religiosa y su deseo era destinar parte de su herencia a distintas órdenes religiosas, entre ellas a los Salesianos. "Sólo quería que se cumpliera la última voluntad de mi tía", expuso.
Un piso y dos cuadros de valor
La religiosa indicó que ni siquiera sabía cómo abrir una cuenta bancaria y que su vida ha estado siempre al servicio de los más necesitados, en alusión al medio siglo dedicado a las misiones, fundamentalmente en Asia. Según expuso, sus conocimientos de enfermería le habían permitido salir en busca de tribus en zonas remotas para llevar medicamentos a los leprosos o atender la desnutrición infantil en poblados situados en los parajes más alejados.
"Mi cometido ha sido siempre proporcionar una mejor vida a la gente. Nunca he tenido un bien propio, no sé qué es eso, el único dinero lo recibía de mi congregación y cuando volvía tenía que dar cuenta de cómo lo había gastado", aseveró la monja. También declaró que su tía redactó en 1965 un testamento ológrafo o manuscrito en el que la anciana le dejó tanto a ella como a otro primo un piso en la calle Goya de Valladolid y dos cuadros de cierto valor.
Las acusaciones pública y particular consideraban que la acusada es responsable de un delito de apropiación indebida por transferirse en beneficio propio el dinero sin que la tía, tal y como manifestaron otros coherederos en el juicio, hubiera manifestado en momento alguno su deseo de beneficiarla por encima del resto de sobrinos. "Se apropió de ese dinero, ha hecho suyo ese dinero de forma indebida y ha desoído las reclamaciones del resto de familiares", resumió la fiscal del caso.
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