Fueron parte del ruido sangriento que penetró toda la sociedad. Aquellos años se escuchaba de modo ensordecedor y doloroso a partes iguales. Procedía de muchos frentes. El de ETA llegó a ser el más duro y cruel, pero también el más inspirador para quienes buscaban el atajo de la violencia. A su sombra algunos dieron forma a su propio camino de tiros y muerte. Hoy en España pocos sabrían desplegar sus siglas: GRAPO. Pese a que hoy están casi olvidados, la suya fue una trayectoria repleta de asesinatos y atentados. La iniciaron hace ahora justo 50 años para hacer de España un país a imagen y semejanza de la URSS o la Cuba de Castro: los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre.

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Su aspiración no era independentista ni separatista, sino de modelo de sociedad. Los GRAPO actuaron a partir de 1975 para hacer desmoronar el andamiaje de la España constitucional y democráticamente adolescente que entonces nacía. Su meta: imponer una España bajo las enseñanzas de Marx, Lenin y Mao.

Subvertir el orden político y económico mediante el terror les llevó a cometer 93 asesinatos y miles de atentados que dejaron casi un centenar de heridos. Sus víctimas nunca estuvieron en el primer plano de la memoria social. La violencia terrorista de ETA siempre les superó, en número e impacto. Al contrario que la izquierda abertzale y el apoyo social que siempre disfruto ETA, los GRAPO jamás contaron con esa red. La suya fue una ‘guerra’ minoritaria casi en solitario, pero no por eso menos cruel. La larga lista de víctimas la engrosan policías (26), guardias civiles (20), militares (8), vigilantes jurados (6) y policías locales (4), además de una veintena de víctimas civiles. La década comprendida entre 1975 y 1984 concentró la mayor parte de las acciones criminales de los GRAPO.

También el origen de esta organización terrorista está en una escisión, en un intento por ir más allá. Mientras el Partido Comunista recuperaba la legalidad en España, los sectores más críticos de la formación que lideró Santiago Carrillo decidieron no esperar a la democracia. Así nació el PCE-r, el autoproclamado ‘Partido Comunista restituido’ que se resistía a aceptar aquella España constitucional postfranquista. Los GRAPO serían su brazo armado, la estructura que golpearía a aquel Estado que comenzaba a tomar forma ante el final de la dictadura.

Sin disolución 'oficial'

Aún quedaban cuatro meses para que Franco muriera. El 2 de agosto de 1975 los GRAPO aún no se llamaban así. Aquel día sus miembros cometieron el primer atentado. Mataron a un guardia civil –Casimiro Sánchez- e hirieron a otro –Inocencio Cabezón- en el Canódromo de Madrid. Dos meses más tarde, el 1 de octubre de aquel año, asesinaron a cuatro policías en otros tantos atentados. Aquella fecha quedó marcada como una ‘hazaña’ que definiría la identidad de la organización maoísta, hasta el punto de incluirla en su denominación.

A partir de ahí se inició una carrera de violencia que siempre permaneció en un segundo plano ante el impacto brutal de ETA. Pero la historia de los GRAPO también registra episodios especialmente crueles. El 26 de mayo de 1979, en el corazón de la calle Goya de Madrid, la actividad era bulliciosa. Más aún en la Cafetería California 47. A las 18.55 horas una potente bomba que los terroristas habían colocado en su interior hizo explosión provocando la muerte de nueve personas.

En realidad, los GRAPO no han desaparecido. No al menos oficialmente. No existe ninguna declaración de disolución. Pese a ello, su desaparición se da por segura por el tiempo transcurrido desde su última acción terrorista, año 2006, y por los últimos golpes policiales que desarticularon su cúpula. Pero a los GRAPO ya se les dio por muertos muchas otras veces y lograron renacer. En los 90, también ellos huyeron a Francia para escapar de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad españolas. Pero en el refugio galo, la colaboración entre las policías de ambos países siguió persiguiéndoles. Sendos golpes policiales en 2000, 2002 y el último en 2007 terminaron por herir de muerte su estructura.

Su último asesinato fue el de la empresaria Ana Isabel Herrero en Zaragoza el 6 de febrero de 2006. Los terroristas la interceptaron en el garaje, junto a su marido, cuando se disponía a coger el coche. La intención inicial era secuestrarla y pedir un rescate. Al intentar escapar, uno de los terroristas le disparó y le remató en el suelo. Su marido también resultó herido mientras escapaba a bordo de su coche.

Más letal que 'Brigadas rojas' y 'Baader Meinhof'

El secuestro de empresarios fue una de las prácticas empleadas por los GRAPO. Sin duda el caso más mediático y oscuro fue el cautiverio del empresario aragonés, Publio Cordón. Secuestrado en 1995, la organización criminal lo ocultó en una vivienda próxima a Lyon, en Francia. Nunca se esclarecieron del todo las circunstancias de su muerte. Miembros del GRAPO como Fernando Silva Sande aseguraron que Cordón murió al intentar escapar de la casa donde estaba cautivo. Su cuerpo nunca se localizó. Los GRAPO mataron a seis empresarios en los 50 años en los que estuvieron activos.

El Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria ha inaugurado una muestra bajo el título ‘Cincuenta años de plomo. 1975-2025, la senda sangrienta de los GRAPO’ en la que se hace un recorrido por la trayectoria de esta banda que llegó a ser más letal que las Brigadas Rojas –organización de extrema izquierda italiana- o la Baader Meinhof , -organización de izquierda de la Alemania Occidental- activa entre 1970 y 1998. A lo largo de la exposición se pueden ver algunos de los documentos y elementos de propaganda empleados por los GRAPO, la recreación de la casa donde secuestraron a Publico Cordón o los métodos empleados por esta organización en sus atentados.

El empleo de armas de fuego fue su modus operandi más habitual. 64 de sus 93 víctimas murieron a tiros. Al contrario que ETA, los GRAPO apenas recurrieron a las bombas. Tan sólo lo hicieron en cinco ocasiones, provocando cuatro fallecidos. El secuestro también fue una vía poco empleada para financiarse. Los atracos a bancos fueron la vía más habitual para financiarse. Además del de Cordón, esta organización secuestro al presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol -11 de septiembre de 1976- y al Teniente General, Emilio Villaescusa. Ambos fueron liberados.

Lidia Ortega Ortega es hija de Bernardino Ortega. Los GRAPO le asesinaron el 4 de octubre de 1988. A punto de cumplirse el sábado 37 años de su muerte a tiros, la paradoja que a Lidia no se le quita de la cabeza es la de la identidad del autor del atentado: “El asesino se llama Laureano Ortega Ortega, y yo soy Lidia Ortega Ortega, es tremendo”. Asegura que a pesar del tiempo transcurrido, lo sucedido aquella mañana cuando los terrorista que se disponían a robar DNI en la oficina policial se cruzaron con su padre, no se le olvida. Era una niña, pero la vida de su familia cambio para siempre: “Mi madre aún hoy no es capaz de hablarlo, y antes nosotros tampoco, la herida sigue abierta”.

Víctimas olvidadas

Las víctimas de los GRAPO sienten que son las grandes olvidadas de aquellos años de violencia terrorista que vivió España. “¿Por qué las instituciones nos hacen sentir tanta diferencia entre las víctimas del GRAPO y las de ETA? Nos hacen sentir de segunda”, asegura Constantino Limia, hijo del Guardia Civil Constantino Limia, asesinado en Santiago de Compostela en 1989. Lidia Ortega cree que son “los olvidados” entre las víctimas que el terrorismo ha provocado en España. Asegura que quizá el menor número de víctimas y la falta de respaldo social en el que vivieron los GRAPO, “es lo que ha hecho que se nos recuerde como algo que ya pasó y ya está, olvidado”. Marcelina Ortiz resultó herida en un atentado del GRAPO cometido en 1984 en Madrid. Reconoce dolida que en ocasiones les acusan de “cansar” y de seguir mirando al pasado para recordar. Ella asegura que sólo pide memoria para las muchas víctimas que provocó el GRAPO: “Yo sólo quiero que el mundo sepa que sufrí".

El historiador del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, Raúl López Romo reconoce que las víctimas del GRAPO no han recibido el mismo trato que las de ETA, “han estado demasiado tiempo en la sombra” y que muestras como la inaugurada ahora permiten, de algún modo, resarcir ese olvido: “Es necesaria una memoria que arrope a las víctimas y evite el blanqueo del GRAPO”. Recuerda que incluso hoy, algunos de sus miembros siguen contando con reconocimiento social. El pasado 27 de septiembre, el conocido como ‘Camarada Arenas’, Manuel Pérez Martínez, un miembro histórico de los GRAPO, detenido y encarcelado en varias ocasiones y en libertad desde el mes marzo de este año, participó en la presentación de un libro sobre los 50 años “de resistencia del PCE (r)” en Portugalete, con gran afluencia de público.

La comisaria de la exposición, Carmen Ladrón de Guevara subraya que la muestra pretende exponer la “brutalidad” con la que actuaron los GRAPO, además de un homenaje a sus víctimas. Ladrón de Guevara considera que existe una deuda con estas víctimas “de conocimiento y reconocimiento” y con la exposición se aspira a contribuir a saldarla.

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