Se llama Istanbul Bridge, es un carguero de contenedores que viaja con bandera de Liberia hasta el puerto de Felixtowe, en Inglaterra, ha partido desde el puerto chino de Ningbo-Zhoushan, el más grande del mundo. Una navegación que le llevará sólo 18 días porque no viajará por el Canal de Suez, sino por el Ártico.
No es la primera vez que un barco hace este viaje que acorta las distancias entre China y el norte de Europa alrededor de un 40%, la novedad radica en que el puerto chino quiere que esta ruta sea permanente. El barco que partió el pasado 20 de septiembre debería llegar esta semana a Inglaterra.
Desde el punto de vista comercial la ruta es la apertura de la Ruta de la Seda Polar, una estrategia comercial diseñada y reflejada por China en el Libro Blanco sobre Política Ártica de 2018. Desde hace años el gobierno chino ha empujado a las empresas nacionales a participar en el desarrollo de infraestructura para estas rutas y llevar a cabo viajes comerciales con el objetivo de operar regularmente esta vía de navegación para el comercio con Europa. Los chinos han estudiado la viabilidad de estas rutas con estudios hidrográficos para mejorar la navegación, la seguridad y las capacidades logísticas en el Ártico.
Según el anuncio de la Administración General de Aduanas de la República Popular China la vía marítima navegará por el Paso Ártico del noreste, conectando Qingdao, Shanghái, Ningbo, con puertos europeos como Felixstowe, Róterdam, Hamburgo y Gdansk.
En comparación con los más de 25 días que toma la línea ferroviaria entre China y Europa, los más de 40 días que lleva el envío a través del Canal de Suez y los más de 50 días de navegación alrededor del Cabo de Buena Esperanza en África, el atajo ártico ofrece una alternativa para las empresas de comercio electrónico transfronterizo que priorizan la velocidad. La llegada de este barco viene a demostrar sus ventajas al coincidir con la temporada navideña europea. Millones de bienes de consumo que adquieren para la Navidad llevan semanas navegando por el mundo.
Hielo en horas bajas
La apertura de esta ruta es una consecuencia directa del cambio climático, desde hace años se espera que la debilidad y el retroceso paulatino del hielo favorezca la creación de rutas comerciales nuevas por el ártico.
El área de hielo que cubre el océano Ártico fluctúa a lo largo de las estaciones. El hielo se acumula a medida que el agua del mar se congela durante los meses más fríos y se derrite durante los meses más cálidos. Sin embargo, el hielo nunca desaparece por completo en los polos. El mínimo de hielo ártico -que se alcanza todos los años en septiembre- no es en 2025 el más bajo que ha habido, es el tercero según los datos que registran la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) desde 1978. Si bien la tendencia es, desde que hay registros, claramente decreciente. Un hielo menos extenso y más débil sirve para que los rompehielos dejen abierta la ruta.
Precisamente para garantizar “un paso seguro y estable a través de las aguas polares, el servicio de esta ruta desplegará buques portacontenedores reforzados para el hielo con una capacidad de 4.890 unidades equivalentes a veinte pies. Estos barcos están equipados con tecnología avanzada para romper el hielo y sistemas de navegación polar probados, lo que minimiza los riesgos y garantiza una entrega confiable”, explica la Administración General de Aduanas de la República Popular China.
Rusia además cuenta con la mayor flota de rompehielos del mundo con ocho barcos con propulsión nuclear que son una garantía para favorecer la apertura y mantenimiento de las rutas ya que los rusos cuentan con numerosos puertos en las costas árticas orientados al comercio de hidrocarburos.
Fin al Dilema de Malaca
La apertura de una ruta en el Ártico inicia una nueva era para la geopolítica del Ártico. China el país más favorecido por esta ruta no tendría que depender de la ruta del Canal de Suez que además obliga a pasar por el Estrecho de Malaca. Una dependencia considerada como una vulnerabilidad de la gran potencia.
Es lo que se conoce como el Dilema de Malaca, un término forjado por Hu Jintao en 2003 para referirse al temor de Pekín a que, en caso de entrar en conflicto, Estados Unidos y sus aliados pudieran bloquear el paso por el Estrecho de Malaca. Al tratarse de un cuello de botella estratégico, un bloqueo dejaría a China sin acceso a recursos energéticos vitales y esto paralizaría su economía.
Con la ruta ártica con dominio de Rusia, con quien mantiene excelentes relaciones, ofrece una alternativa y disipa, en parte, esa vulnerabilidad.
El lado contrario de la moneda es Estados Unidos, que tiene muy pocas bazas en el juego del Ártico, y aunque tiene Alaska dentro del territorio, éste mucho más pequeño que el territorio ruso. Algo que cambiaría sustancialmente si a ese juego pudiera jugar con Groenlandia en su lado del tablero.
El interés de Donald Trump por revertir esta situación quedó claro cuando el pasado mes de junio se supo que en conversaciones con el primer ministro de Finlandia, Alexander Stubb, el estadounidense confesó que su país necesita barcos rompehielos, nada menos que 40, los escandinavos son los mayores fabricante de este tipo de barcos.
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