El Teatro Campoamor ha vuelto a ser, un año más, el escenario de una ceremonia que como cada año ha combinado la solemnidad institucional y el coqueto encanto de la capital asturiana con el examen colectivo que propician los discursos de fondo. El rey Felipe VI y la princesa Leonor han presidido la entrega de los Premios Princesa de Asturias 2025 con palabras que coincidieron en un mismo eje: la defensa de los valores democráticos, la educación como sostén de la convivencia y la necesidad de encontrar, en medio de la incertidumbre, un modo ético de habitar el presente.
La heredera, que la próxima semana cumplirá 20 años, ha articulado su intervención como una carta a cada premiado. Desde la tribuna, recordó a Mario Draghi su célebre frase de 2012 –"haremos todo lo que sea necesario"– y la ha interpretado como una lección de confianza en la idea de Europa. Al filósofo Byung-Chul Han le ha dirigido una pregunta inquieta: cómo recuperar el sentido de trascendencia en una sociedad que confunde libertad con rendimiento y que se autoexplota "con entusiasmo, hasta colapsar". En esa correspondencia imaginaria, Leonor ha enlazado las biografías de los galardonados con un hilo de responsabilidad compartida: el respeto a la diferencia, la educación como derecho y deber, y la defensa del Estado social frente al abuso del poder.
Más espacio para Leonor
El rey Felipe VI, que lleva más de cuatro décadas pronunciando este discurso –siete de ellas junto a su hija–, ha subrayado que su papel es ya el de ir cediendo espacio a la princesa como heredera y presidenta de honor de la Fundación. Teniendo en cuenta el sentido del trabajo y la obra de los premiados, su intervención tuvo un tono pedagógico: alertó del riesgo de un individualismo radical que conduce a la soledad y de una globalización que "oscurece las diferencias". Frente a los extremos, reivindicó la educación en valores como vía de equilibrio entre el individuo y la comunidad, y la convivencia democrática como "gran pilar" de la sociedad.
El auditorio escuchó antes a algunos de los premiados. Mario Draghi, galardonado con el Premio de Cooperación Internacional, defendió un "federalismo pragmático" para una Europa que –dijo– debe actuar con más flexibilidad ante los retos globales. "El futuro de Europa debe ser un viaje hacia el federalismo", advirtió, aunque admitió que las condiciones políticas actuales exigen avanzar "caso por caso", con alianzas concretas entre países. Su visión, de un continente capaz de decidir sin miedo al declive, se presentó como antídoto ante la parálisis burocrática y la desconfianza ciudadana.
Byung-Chul Han contra el despotismo neoliberal
El filósofo Byung-Chul Han, Premio de Comunicación y Humanidades, llevó el discurso más crítico de la tarde. Denunció que "vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad" y que ha convertido la autoexplotación en un modelo de vida. "Somos como el esclavo que se azota a sí mismo creyendo que así se libera", dijo, aludiendo al síndrome del burnout como síntoma de una época sin descanso ni sentido. Advirtió también de los riesgos de la digitalización: "Nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones". Su defensa de la paciencia, la introspección y la lectura profunda resonó como un contrapunto filosófico a la apelación de la princesa a "salir de la trinchera y construir confianza".
Entre el resto de premiados, la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide ha reividnicado el mestizaje como identidad y el arte sin fronteras –"el arte no tiene pasaporte ni necesita visas"–, mientras que el escritor Eduardo Mendoza ha agradecido con humor el reconocimiento a su trayectoria y a su "vanidad" de joven promesa, recordando que "lo último que se pierde no es la esperanza, sino la vanidad".
La ceremonia, con la presencia de los reyes y sus hijas, mantuvo su carácter coral. Pero en los discursos se dibujó una coincidencia esencial: la educación como espacio de libertad, la cultura como forma de resistencia y Europa como proyecto en busca de un nuevo impulso moral. En palabras de Leonor, "la convivencia no es fácil, pero es el único camino para lograr el progreso compartido".
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