Una amnesia selectiva se ha instalado en el Gobierno español. El mismo Ejecutivo que se jacta de haber incorporado por primera vez "la mirada decolonial" a las colecciones de museos y archivos y el que dice haber pedido perdón por las huellas del colonialismo en México. El ejecutivo de Pedro Sánchez ha impuesto un denso silencio sobre el Sáhara Español. Cincuenta años después de la Marcha Verde y de la precipitada e ilegal retirada de España del Sáhara Occidental, el Estado español ha preferido el silencio. Ninguna institución pública dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores ha querido dedicar una sola línea o acto conmemorativo a aquel episodio que abrió una descolonización inconclusa, abierta aún hoy.
En Casa Árabe, la agenda de noviembre no recoge ni un solo acto, mientras la institución lleva meses dedicada a otro conflicto colonial en primera plana, el de Palestina, al que el ala socialista del Gobierno sí recuerda jactándose de su “liderazgo” y su “política exterior coherente” “No hemos programado ninguna actividad con motivo del 50 aniversario de la Marcha Verde ni de la salida de España del Sáhara Occidental”, confirman fuentes de la institución a El Independiente.
Sobre la causa de este sorpresivo 'olvido', desde la institución que presidió hasta febrero Irene Lozano -biógrafa de Sánchez, sin formación alguna relacionada con el mundo árabe- y desde entonces el diplomático Miguel Moro, explican que “no estaba previsto ni en el Plan anual que se trasladó al Consejo Rector en diciembre de 2024 ni en la actualización de junio de 2025”. La respuesta es elocuente: el Sáhara no existe en el calendario oficial de la institución.
En Casa África, con sede en Las Palmas, el mutismo es todavía mayor. Ninguna actividad prevista, ninguna respuesta a las reiteradas solicitudes de información cursadas por este diario. En el consorcio que gobierna ambas instituciones figura de manera prominente el ministerio de Asuntos Exteriores, un departamento donde los diplomáticos denuncian "la deriva" que está causando el socialista José Manuel Albares.
Exteriores no contesta a El Independiente
Su departamento tampoco ha respondido a las preguntas enviadas por este diario. Su gabinete de prensa -dirigido por Antonio Asencio, vinculado al PSOE andaluz que trabajó en el gabinete del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, hoy convertido en firme defensor de la monarquía alauí- no ha proporcionado la información requerida a propósito de la posición de España en la resolución 2797 aprobada la semana pasada por el Consejo de Seguridad de la ONU, que renueva el mandato de la misión de la ONU para la celebración del referéndum en el Sáhara Occidental. Resulta ya habitual que el departamento de Asencio y los funcionarios que trabajan en él traten de obstruir el trabajo y las peticiones de información de El Independiente, en una muestra ya recurrente de su desprecio al ejercicio de la prensa libre.
Tampoco Exteriores ha querido precisar las gestiones realizadas en las semanas previas a la resolución. España sigue siendo la potencia administradora de 'iure' del Sáhara Occidental, la que fuera provincia número 53 de España y desde entonces ocupada ilegalmente por Marruecos.
Albares, principal adalid del histórico cambio de posición de España en el conflicto del Sáhara alineándose con las tesis de Marruecos, se reunió en octubre con su homólogo marroquí Naser Burita en París. Del encuentro, enmarcado en la normalización de relaciones tras el giro de 2022 —cuando España respaldó el plan de autonomía marroquí para el Sáhara—, solo han trascendido unas palabras en las que Albares volvió a presumir de que las relaciones entre Marruecos y España se hallan en su mejor momento. En las relaciones hispano-marroquíes se ha impuesto una política de evitar cualquier declaración que incomode al país vecino
La desmemoria institucional contrasta con la supuesta sensibilidad de Albares en otros escenarios. En la inauguración de una exposición sobre México la semana pasada, el ministro pidió “reconocer el dolor e injusticia” causados por la colonización española. “Como en toda historia humana, también ha habido dolor e injusticia hacia los pueblos originarios. Justo es reconocerlo y lamentarlo, porque esa es parte de nuestra historia compartida”, declaró el jefe de la diplomacia, en un gesto simbólico que algunos interpretaron como un giro hacia el reconocimiento del pasado colonial.
Una debate colonial selectivo
Pero ese reconocimiento, selectivo y calculado, se detiene en el Sáhara Español, el territorio que simboliza la huella más cercana del colonialismo español y también la señal de una descolonización no resuelta y de un conflicto del que son los saharauis hoy sus principales víctimas. En el caso del Sáhara, no hay rastro de autocrítica, ni una mínima alusión al abandono del territorio en 1975, cuando España dejó paso a la ocupación marroquí pese a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia que negaba la soberanía de Rabat.
En el terreno académico, algunos investigadores denuncian el ejercicio de “memoria colonial cómoda” que evita la confrontación con los episodios más controvertidos. Investigadores y publicaciones recientes hablan de una tímida autorreflexión estatal, todavía muy por detrás de otros países europeos. Mientras se avanza en políticas de memoria democrática centradas en la Guerra Civil y el franquismo, el pasado colonial sigue sin un marco legislativo ni institucional.
El resultado es una paradoja: España empieza a asumir públicamente el “dolor” de la conquista de América, pero continúa ignorando la herida saharaui, la más cercana y la más viva. Medio siglo después, el Sáhara sigue siendo una nota al pie en la diplomacia española, un territorio incómodo del que el Estado no quiere —ni parece poder— recordar nada.
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