Cualquier resultado que salga de las negociaciones a las que se adentran estos días PP y Vox terminarán beneficiando a la formación de Santiago Abascal. ¿El motivo? La gran dependencia que los populares tienen de Vox en la región en un momento de crisis externa, pero también interna y de liderazgo, que ya vienen apreciándose en el último año, y la ventaja de los ultraconservadores para tejer un relato muy comercializable entre los suyos, pero también entre todo el bloque de la derecha. De hecho, esa dependencia hizo a Vox imponer partes de su discurso en el argumentario de los populares a cambio de estabilidad para afrontar la crisis de la dana y los meses de la reconstrucción.

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Para conseguir mantenerse como president de la Generalitat, Carlos Mazón necesitaba sacar adelante los presupuestos de la reconstrucción. Y ello se consiguió trufando las posiciones populares con elementos del lenguaje reaccionario de Vox, caso del rechazo al Pacto Verde, al "dogmatismo climático", trasladó Mazón, así como a la inmigración ilegal. Ya para el pacto de coalición en junio de 2023, meses antes de las generales, Mazón se dio prisa por despejar su gobernabilidad -afectó al PP nacional en su competencia con Pedro Sánchez- y aceptó cuestiones como la ley de concordia.

Entre otros asuntos, las semanas previas a esa dimisión, de hecho, el PP claudicó ante la exigencia de Vox para elaborar estadísticas sobre el uso de recursos sanitarios por parte de los inmigrantes. Por ejemplo, para la donación de sangre o el uso de las urgencias. Según apreciaron entonces fuentes de Génova, en plena competencia electoral con Vox, "no hay problemas en contar con más datos". En paralelo, en Madrid, el PP de José Luis Martínez-Almeida se comprometía con el síndrome postaborto -no existe, desde una perspectiva científica- del que Vox pedía informar a las mujeres que solicitaran la interrupción del embarazo.

Aunque Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal coincidieron este martes en una llamada telefónica en dar "estabilidad" a la Comunidad Valenciana, las horas previas y posteriores el líder de Vox puso sobre la mesa dos intenciones claras: quiere controlar los tiempos, ya que ante las prisas de los populares por asegurar una investidura rápida Abascal instó a resolver primero sus dudas internas y a sugerir unas metas de gobierno y un candidato para suplir a Mazón -recalcan que a Vox no le corresponde sugerir nombres-; y, por otro lado, además de asegurarse de la reedición de ese compromiso anticlimático y antinmigración del PP, serán "más exigentes".

Bambú sabe que puede moldear la situación a su antojo y tendrá la última palabra en unas negociaciones coordinadas por el vicepresidente y secretario general de Vox, Ignacio Garriga y su mano derecha, Montserrat Lluís, que dejan por delante al menos cuatro escenarios, todos favorables a priori en mayor o menor medida. Este viernes, según adelantó eldiario.es, se produjo la primera reunión con el PP, del que se desconoce interlocutores. Génova no quiere influir en las conversaciones a diferencia de Bambú, pero si que estará al tanto de todos los detalles.

Pacto exprés e investidura a finales de noviembre

Los plazos están tasados desde el día siguiente de la dimisión de Mazón. Al PP -que es quien tiene opciones de garantizar mayorías con Vox, a diferencia del PSPV-PSOE o Compromís- le corresponde presentar antes del miércoles 19 de noviembre un candidato a la investidura. Entonces, la presidenta de Les Corts, Llanos Massó, activará el reloj y entre los tres y siete días posteriores deberá trasladar las intenciones en la Junta de Síndics a los portavoces de cada partido la propuesta para que este organismo fije una fecha de investidura en el calendario. Sería la última semana del mes, entre el 21 y 24 de noviembre.

Si prima ese compromiso de estabilidad de PP y Vox y la apuesta de los populares es continuista, se presenta, como todo apunta, al número dos de Mazón en el PPCV, Juanfran Pérez Llorca -es su portavoz parlamentario y secretario general, y mantiene muy buenas relaciones con el grupo Vox desde las negociaciones de 2023-, y se consensa seguir trabajando sobre las bases del acuerdo de presupuestos de mayo, el futuro de la Comunidad Valenciana podría despejarse rápido.

Bajo estos parámetros, y con un importante crecimiento en las encuestas a costa del PP -los populares pasan de 40 a 33 escaños de media, y Vox de 13 a 20 máximos-, los de Abascal ofrecerían una imagen de responsabilidad frente a los intereses electoralistas. Además de que el votante de derechas muy ideológico no perdonaría que se diese una oportunidad a la izquierda, cuando hay una movilización social muy amplia por la tragedia de la dana, incluso de votantes que apostaron por el PPCV.

A Vox le gustaría la candidatura de Pérez Llorca a la investidura. Es un perfil técnico, tiene buenas relaciones con Vox y no se le ve como un competidor electoral

En esa responsabilidad se reafirman diversas fuentes nacionales consultadas a lo largo de la semana. Además, Pérez Llorca actualmente no se contempla como un perfil para la competencia electoral de autonómicas en 2027, sino como un hombre de transición, técnico. No competiría en un futuro contra Vox. La pelea del PP por la sucesión de Mazón va por otro lado, con figuras como Vicente Mompó como preferencia de los aparatos provinciales, y de la alcaldesa María José Catalá -que no quiere- como preferida de Feijóo. Ahora bien, este es el menos posible de los cuatro escenarios.

Pacto, pero tardío por la campaña en Extremadura

Entre capas del PSPV-PSOE dan por hecho el acuerdo en la Comunidad Valenciana, pero creen que Vox estirará los plazos lo máximo posible para no dar una imagen de benevolencia con el PP cuando la campaña electoral de Extremadura empezaría apenas semana y media después de esa hipotética investidura. En el PP valenciano también creen que habrá acuerdo, pero que costará, que las exigencias serán duras de confrontar. De hecho, a Abascal le pilló la dimisión de Mazón entre Plasencia y Cáceres, en un recorrido de precampaña, y pasó de esa faceta electoralista dura en la calle a la coincidencia con Feijóo para la estabilidad el día de después.

Si a finales de noviembre fracasase la investidura, se abrirían dos meses de plazo para realizar tantas como se considerasen. Una de las posibilidades es que Vox, bajo peticiones inasumibles para los populares, retrase el proceso con una negativa inicial al candidato del PP, para, después de la campaña extremeña, donde María Guardiola busca la independencia de Vox y los ultraconservadores insisten en que sigue la misma senda que el socialismo, dar el sí a Pérez Llorca. En el PP ven riesgo, también, de que un pacto rápido con Vox perjudique la campaña anti-Vox de Guardiola. Por lo que podría haber interés mutuo en retrasar.

Si la justificación es programática y de compromisos y la argumentación concuerda, Vox no saldría perjudicado y podría compatibilizar ese discurso ofensivo de las extremeñas. No sería la primera vez que se rechaza la investidura de un candidato y después termina avalándose: pasó con Fernando López Miras en Murcia. Es más, si el PP afronta la primera fase con un perfil duro para no perjudicar a Guardiola, se retroalimentaría con Vox. La cuestión es que a quien interesa la estabilidad valenciana es al PP para no ir a unos comicios que pueden dejarles sin gobierno.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la presentación de su Plan Nacional de Inmigración, este martes desde Barcelona

Apretar al máximo al PP

Hay otro escenario intermedio entre esa dilatación 'interesada' de los tiempos y unas elecciones: que la propuesta ideológica y programática del PP a Vox no genere confianza real a los de Abascal o que no les sea suficiente. Internamente, en Vox muestran notable desconfianza de los de Feijóo. Creen que la experiencia previa en los gobiernos de coalición les demuestra que puede terminar no cumpliéndose lo acordado. Aunque chirría que lo que valía en mayo ahora no sirva, cuando hay un fondo electoral.

Las elecciones extremeñas el 21 de diciembre apuntan a la extensión de los plazos y a la obligatoriedad de una investidura fallida

Existe la posibilidad de que, en plena competencia electoral nacional, con las encuestas acercando cada vez más a PP y Vox -aún con notables diferencias de peso, con todo, y con Génova restando veracidad a los estudios demoscópicos- los populares se adhieran a una postura dura. Al PP, por esos problemas de partido y sin candidato viable todavía, no le conviene ir a comicios. A Vox tampoco le conviene dinamitar y dar opciones a la izquierda. Puede haber extensión de plazos hasta el último momento, en el que ambas formaciones den una imagen de pelea y de rechazo a pactar a cualquier precio. Y el desbloqueo beneficiaría a ambas fuerzas siempre que no haya notables cesiones de una de las dos partes al final.

Para Vox, Valencia puede ser un laboratorio para probar hasta dónde está dispuesto a ceder el PP con visos a unas generales. La voluntad es que los populares se muevan hondamente bajo las propuestas más ideológicas, mientras que a mayor adopción de esa agenda, mayor beneficio para Vox, que siempre puede tensionar más que el PP. Lo han hecho sus homólogos en la UE.

Apertura de urnas

Ante el despunte electoral, será beneficioso para Vox. Por la posibilidad de que las negociaciones se tensionen y fracasen, los de José María Llanos, el síndic de Vox, ya vienen allanando el camino.

Sitúan el marco de que "somos suficientemente fáciles de entender" y afirman que la dureza de lo que piden en Extremadura al PP, que es una ruptura con la agenda progresista a la que ven enfocado al PP puntualmente, "vale para la Comunidad Valenciana". Es decir, establecen al electorado la idea de que lo que pedirán es coherente y que si se rechaza es justificable no apoyar al PP, porque irían en contra de los argumentos expresados en campaña en Extremadura. "No es cuestión de decisiones, sino de ideas. Marcarán nuestra toma de decisiones. No habrá ninguna novedad".

Adelantan que serán duros con esas apreciaciones, pero también coherentes con lo que es Vox, según sus dirigentes: ideas y no candidatos. De hecho, por ese motivo aún no se conocen quién aspira a la Junta ni en Extremadura ni en Castilla y León. No preocupa. Dejando eso claro entre el electorado, además se establece la idea de un partido ordenado frente al cisma que hay en el PPCV y con Mazón con la intención de continuar en Les Corts como diputado raso.

El malestar por lo acontecido con la dana en algunos espectros sociales, un discurso contra la irresponsabilidad del PP y contra Sánchez -a quien culpabilizan como máximo responsable de la dana y las dificultades para la reconstrucción- y ese viento de cola en los sondeos, podría aupar a Vox a costa del malestar en la derecha. Un crecimiento limitado, dado que solo Compromís, en los sondeos, ganaría un par de escaños. No hay transferencia de bloques.

Lo que suceda en las próximas semanas será una pista de la dureza en las negociaciones del resto de enclaves electorales si el PP no logra la absoluta.

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