Un mes después de su publicación en Francia llega a España Reconciliación, el libro de memorias del rey Juan Carlos. Todo es insólito alrededor de Reconciliación: desde su misma existencia –los reyes no escriben memorias, él lo sabe, se lo dijo su padre y se lo dijo su prima Lilibeth, la difunda Isabel de Inglaterra– hasta el retraso con el que llega a España, merced a un supuesto e infructuoso pacto entre la editorial Planeta y la Casa Real para no enturbiar el 50º aniversario de la proclamación de Juan Carlos. Infructuoso porque los aspectos más polémicos, desde su opinión personal de Franco a su versión del 23F pasando por su "desencuentro personal" con Letizia, ya se han conocido y diseccionado en España.

PUBLICIDAD

El caso es que hasta hoy no se habían podido leer en español y en su completa literalidad. La editorial, de hecho, ha apurado al máximo el envío de ejemplares a los medios de comunicación. A buen seguro su lectura dará lugar a jugosos descubrimientos –y enfrentará al rey a la refutación de sus recuerdos y afirmaciones–. De momento, un rápido hojeo revela episodios tan interesantes como previsibles: su infancia, su llegada a España en 1948, su relación con el caudillo, los avatares de su reinado, sus intervenciones en política exterior, el recuento minucioso de los días previos a su abdicación, el frío reencuentro con su hijo tras su primer regreso a España en 2022 desde su exilio en Abu Dabi...

Aunque hay un pasaje especialmente elocuente sobre la percepción que tiene Juan Carlos de su marginación y exilio: cuando explica el día que fue apartado y privado de asignación oficial y su hijo renunció a su herencia. "Soy el único español que no cobra pensión después de casi cuarenta años de servicio", lamenta, antes de firmar unas páginas que retratan indirectamente a Felipe VI, su hijo, como un rey alienado por un jefe de la Casa Real demasiado poderoso, obligado a actuar de manera implacable contra su padre por un Gobierno antimonárquico e influido por una esposa que no tragaba a su suegro.

Alfonsín "inducía a mi hijo a que se distanciara de mí"

Juan Carlos presume de haber mantenido excelentes relaciones con todos los presidentes del Gobierno. "La prensa decía detectar preferencias personales mías por uno u otro, pero con todos mantuve una relacion fluída y personal basada en la total confianza". Permitiéndose incluso "intercambios acalorados" y "berrinches ante lo que consideraba errores peligrosos para nuestro país" (página 313). Aquello tenía lugar en las audiencias semanales de las que ahora Sánchez ha prescindido, como se encarga de señalar por pasiva el rey emérito.

Sánchez no ha sido uno de sus presidentes. De hecho, solo figura en una entrada del índice onomástico, aunque en el libro ni siquiera es mencionado por su nombre. Pero remite a las páginas en las que Juan Carlos, desterrado y liberado de sus obligaciones como rey, se permite habla abiertamente del Gobierno que forzó su exclusión y posteriormente su salida de España. El emérito recuerda la reunión celebrada el 15 de marzo de 2020 en el despacho de Felipe VI. En ella, su hijo y Jaime Alfonsín –que después de 25 años trabajando con su hijo, primero como secretario del príncipe de Asturias y después como jefe de la Casa del Rey, "había asumido un poder desmesurado en el seno de la Casa Real"– le mostraron el comunicado que se haría público pocos minutos después, en el que Felipe VI renunciaba a la herencia de su padre y le retiraba su asignación anual, en respuesta a la revelación de la donación recibida por el rey Abdalá de Arabia Saudí y depositada en un banco suizo.

"La vicepresidenta Carmen Calvo ha dicho que la carta tiene que publicarse tal cual", apuntó Alfonsín, previendo cualquier modificación que quisiera introducir Juan Carlos. Al entonces jefe de la Casa Real le dedica el emérito palabras afiladas: "Le consideraba un hombre eficaz, honesto y leal. Venía todas las semanas a rendirme cuentas. Mucho más tarde me enteré de que inducía a mi hijo a que se distanciara de mí".

La respuesta de Juan Carlos es uno de los fragmentos que se han conocido con antelación en España y que más han circulado: "Este anuncio significa que me recusas... –dije, mirando impasible a mi hijo–. No olvides que heredas un sistema político que yo forjé. Puedes excluirme personal y financieramente, pero no puedes rechazar la herencia institucional que te sustenta. Y solo hay un paso entre ambas cosas".

Un Gobierno contra la Corona

Lo de la mirada impasible debe de ser cosa de la escribiente, Laurence Debray –es un rasgo que le corresponde discernir más al observado que al que observa–. El caso es que su hijo actuaba como un "jefe de Estado implacable" para "preservar el aura de la Corona". Pero según Juan Carlos, aquello no era ajeno a la mayoría de Gobierno realmente existente, "una alianza de partidos de izquierda y de extrema izquierda republicana asociada con los independentistas que no ha dejado de saltarse constantemente las prerrogativas del Rey" (página 39), escribe.

Según Juan Carlos, "atacándome, no es a mi persona a la que se golpea" sino "a la institución". El rey emérito se abona a quienes creen que el Gobierno de Pedro Sánchez se recrea en achicarle espacios al rey y erosionar el papel institucional de la Corona. "Hoy los ministros pueden denigrar abiertamente a la Corona sin consecuencia alguna", denuncia. "Denigrándola, se perjudica al Estado, a la unidad del país y a sus fundamentos democráticos. El Gobierno actual parece alegrarse. En lugar de proteger el Estado, de trabajar respetando sus instituciones por la prosperidad y el desarrollo del país, ellos lo debilitan".

Letizia, una nuera que le aleja de sus nietas

Dice Juan Carlos, no sin retranca, que su hijo es "un hombre de su tiempo que sabe cómo responder a los deseos de ejemplaridad de su generación" –¿insinúa que Felipe es un rey woke?–. "También yo tuve que tomar decisiones dolorosas, difíciles de enunciar, y contrarias a mis sentimientos personales". Pero reconoce que la comprensible distancia que ha marcado como rey la ha sufrido, y mucho, como padre.

Curiosamente, es a continuación, en el mismo episodio en el que critica al Gobierno, donde Juan Carlos aborda el asunto Letizia: el impacto que la aparición de su nuera tuvo en la armonía familiar y en el comportamiento de su hijo. "Como suele ocurrir, su nueva vida familiar lo alejó de sus antiguas relaciones, de sus amigos de la infancia, de sus padres e incluso de sus hermanas", desliza. Él, asegura, no trató de disuadirle ni interfirió en su relación. De hecho le dijo a Letizia que la puerta de su despacho estaba siempre abierta para ella. "Pero nunca vino". Pese a todo, hizo todo lo posible para superar sus diferencias. "Nuestro desencuentro personal no debía reflejarse en nuestra acción institucional". Pero la relación nunca mejoró. Por ello, "nunca he podido salir solo por Madrid con mis nietas", ni la reina Sofía "ha podido recibirlas a solas en Palma". Aunque reconoce que sus padres han educado "maravillosamente" a Leonor y Sofía, le entristece "no poder entablar una relación personal con ellas", tal y como ha hecho con el resto de sus nietos. El "lobo solitario", tal y como se define, tiene, al fin y al cabo, su corazoncito. Seguimos leyendo.

PUBLICIDAD