La estrategia trazada por Rabat para lograr que Pedro Sánchez secundara a Emmanuel Macron y reconociera la soberanía marroquí del Sáhara Occidental a cambio de ofrecer “seguridad reforzada” sobre Canarias y un reconocimiento de su españolidad ha fracasado. Así lo trasladan fuentes conocedoras en conversación con El Independiente. La prueba más evidente del fiasco de una cumbre exprés y opaca -sin rueda de prensa ni declaración institucional posterior de Sánchez- es la declaración conjunta enviada horas después del fin de la cita en el complejo de la Moncloa.  

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El texto incluye una de las claves sobre la divergencia que marca la minicumbre sin presencia de la mitad del Gobierno, la de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y los ministros de Sumar. En la mayoría de los puntos se recoge el consenso de Rabat y Madrid con la fórmula de “las dos partes”, “España y Marruecos” o “ambas partes”. La nota discordante se registra el punto octavo, precisamente en lo referido al contencioso del Sáhara Occidental, la ex provincia número 53 que España abandonó precipitadamente en 1975 sin completar la descolonización conforme al derecho internacional y que desde entonces permanece ocupada militarmente por Marruecos.

El deseo de Rabat es que España hubiera dado un paso más allá del histórico cambio de posición firmado en marzo de 2022 a través de una carta de Sánchez a Mohamed VI filtrada por el Palacio Real alauí, donde se consideraba la propuesta de autonomía marroquí -un pliego de tres folios presentado en 2007, redactado con intensa participación de Francia y nunca desarrollada- como “la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa”. En julio de 2024 Macron, para cerrar su propia crisis con Rabat, reconoció la marroquinidad del Sáhara y desde entonces el régimen de Mohamed VI ha tratado de torcer el brazo de Moncloa y elevar la apuesta. Para lograrlo, en las últimas semanas Rabat había trasladado por vías oficiosas una lista de reclamaciones que incluían aguas de Canarias y la cesión del espacio aéreo del Sáhara que se gestiona desde el archipiélago y el monte submarino Tropic, rico en minerales estratégicos y tierras raras.

“Marruecos quería sumar nuevas concesiones y no ha logrado nada”

“Marruecos quería sumar nuevas concesiones y no ha logrado nada”, señala gráficamente una fuente a este diario. Ni siquiera, abundan, el intento de canjear la soberanía española de Canarias por la marroquinidad del Sáhara, un plan que había levantado los recelos y temores en el archipiélago. Ante la amenaza, el Gobierno canario trató sin éxito de participar en la cumbre.

La declaración conjunta constata que el punto es el deseo exclusivo de España. “El presidente del Gobierno ha reiterado la posición de España sobre la cuestión del Sahara Occidental, expresada en la Declaración Conjunta del 7 de abril de 2022”, apunta el texto. “En este sentido, España acoge con satisfacción la adopción de la resolución 2797 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de 31 de octubre de 2025, apoyando 'plenamente la labor del Secretario General y su Enviado Personal para facilitar y celebrar negociaciones tomando como base la propuesta de autonomía de Marruecos con miras a lograr una solución de la controversia que sea justa, duradera y aceptable para todas las partes, con arreglo a la Carta de las Naciones Unidas, y acoge con beneplácito cualquier sugerencia constructiva de las partes en respuesta a la propuesta de autonomía', que subraya que 'una verdadera autonomía bajo soberanía marroquí podría ser la solución más factible' para una solución mutuamente aceptable”.

El lenguaje diplomático resulta claro: España no solo no reconoce la marroquinidad del Sáhara Occidental sino que se ciñe a respaldar la resolución aprobada el pasado 31 de octubre por el Consejo de Seguridad de la ONU, con la abstención de Rusia, China y Pakistán que -en un ejercicio de equilibrismo y tras intensas negociaciones entre rusos y estadounidenses- renueva por un año el mandato de la misión de paz de Naciones Unidas (Minurso), creada para la celebración del referéndum de autodeterminación obstruido sistemáticamente por Rabat, y coloca la propuesta marroquí de autonomía “como base” de las negociaciones, considerándola “una de las soluciones más factibles”, pero reconociendo al mismo tiempo el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y sin descartar otras opciones e insistiendo en “conversaciones sin condiciones previas” y “con miras a alcanzar una solución política definitiva y mutuamente aceptable que contemple la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental”.

Argelia valora el punto octavo de la declaración conjunta

Según ha podido saber en exclusiva El Independiente, Argelia recibe con agrado el punto octavo de la declaración conjunta. Se considera que Sánchez, como ya hizo hace dos años en su intervención en la Asamblea General de la ONU, se limita a ceñirse al marco de la ONU y evita secundar a Macron. Una manifestación equilibrada y medida en el que la Moncloa evitó cualquier imprevisto con los periodistas o la delegación marroquí blindando el acto a cualquier pregunta sobre -según el argot del país vecino- “el Sáhara marroquí”.

Lo inédito de la decisión provocó la reprimenda de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España FAPE y la Asociación de Prensa de Madrid (APM), que tildaron la opacidad de “inaceptable”. Ni en la RAN previa, celebrada en Rabat, ni en la última visita de Sánchez a Marruecos se produjo tal hecho. En su último periplo a Rabat, en febrero de 2024, Sánchez sí hizo una rueda de prensa y aceptó preguntas de medios marroquíes que le pidieron que reafirmara su controvertida posición sobre el Sáhara Occidental. El 2 de febrero de 2023, en la RAN previa en Rabat, Sánchez ofreció una declaración institucional. “En resumen, creo que el día de hoy representa un hito para España y también para Marruecos. Así lo vivimos desde el Gobierno de España”, se jactó.  “Con la reunión de hoy consolidamos esta nueva etapa de nuestra relación”.

En esta ocasión, España ha optado por la vía escrita -sin margen para el imprevisto o la salida de tono protocolario- remitiéndose a una resolución de la ONU que, pese a las dosis ilimitadas de triunfalismo de la propaganda marroquí, no cambia el estatus jurídico del Sáhara Occidental, un territorio no autónomo pendiente de descolonización. La última colonia de África sobre la que España sigue ejerciendo como potencia administradora de 'iure' al declararse nulos los Acuerdos Tripartitos de Madrid del 14 de noviembre de 1975 entre España, Marruecos y Mauritania.

“España no ha podido ir más allá de la resolución de la ONU”, declara una fuente consultada por este diario. La declaración conjunta y los acuerdos públicos firmados por ambos Gobiernos no deslizan ninguna cesión adicional, lo que evita cualquier reacción airada de Argelia y permite continuar en la senda del restablecimiento de lazos diplomáticos con Argel.

El contexto en el que se ha producido esta RAN podría explicar esta falta de avances en las tesis marroquíes y el fiasco en sus pretensiones. La debilidad interna de Sánchez es palpable, tras la pérdida del apoyo de Junts y la investigación judicial en torno a Ábalos, Cerdán y Koldo. Una coyuntura a la que se suma que, tres años después del viraje en el Sáhara, el asunto no convence a nadie excepto al PSOE. El resto de los partidos presentes en el Congreso de los Diputados, empezando por sus socios de coalición e investidura, ha censurado el giro copernicano y en repetidas iniciativas le ha instado a revertir la posición para regresar a la llamada “neutralidad activa”.
 
Haber procedido a reconocer la soberanía marroquí hubiera tensado aún más las relaciones entre sus socios en un momento en el que el Ejecutivo trata de sacar adelante la aprobación parlamentaria de la senda de déficit -prevista para el 11 de diciembre- como paso previo a la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Con el escenario de un adelanto electoral tomando fuerza ante las estrategias de partidos como Junts o Podemos. Con la decisión de mantener el status quo establecido en 2022, España evita de paso una nueva crisis con Argelia, importante socio gasístico, en un momento en el que el comercio bilateral se ha reanudado rápidamente. 

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