Carles Puigdemont confirmó el pasado jueves lo que todos esperaban: encabezará la candidatura de Junts a las elecciones catalanas del próximo 12M. Y su partido se ha apresurado este fin de semana ha confirmar quienes encabezarán las candidaturas de Junts por las demarcaciones de Girona, Lleida y Tarragona. Salvador Vergès, Jeannine Abella y Mònica Sales respectivamente encabezarán estas listas. Todos ellos de estricta confianza de Puigdemont, pero a la vez todos integrados en la disciplina de Junts.

Por tanto, queda la duda de quién ejemplificará esa "apertura" de la lista anunciada por Puigdemont el pasado jueves, con el objetivo de volver a convertir esta candidatura, la tercera, en una propuesta de "integración" del independentismo que permita captar a votantes de ERC o la CUP.

Apelando a la "unidad" del independentismo Puigdemont abogó por una candidatura que debe "ir más allá de Junts, tendrá que incorporar perfiles y apoyos de otros sectores convencidos de q nuestras posibilidades de éxito pasan por ser fieles al origen de Junts, entendido como herramienta y no fin". Una idea que había avanzado antes el secretario general de Junts, Jordi Turull, en diversas entrevistas.

Tándem en Barcelona

Pero esa renovación con perfiles independientes no se ha visto en los cabezas de lista provinciales, como había sucedido en las dos convocatorias anteriores, puesto que los tres candidatos designados forman parte ya del grupo de Junts en el Parlament. De hecho, Sales ha sido la portavoz parlamentaria, y Vergès ha protagonizado todos los debates sobre la crisis del campo. Poca renovación por ahí.

Con estos mimbres, el número dos por Barcelona adquiere nueva relevancia y la sospecha de que será la próxima sorpresa que Puigdemont se guarde en la manga para monopolizar el discurso en la pre-campaña. "Es prematuro" especular sobre el número dos de Puigdemont, apuntan fuentes de la dirección de Junts. Nada se sabrá hasta pasado el parón de la Semana Santa, abundan.

Entre los perfiles del partido, dos nombres batallan por esa plaza de honor. Anna Erra, presidenta del Parlament y ex alcaldesa de Vic, y Josep Rull, ex consejero del Govern de 2017 sobre el que ya no pesa inhabilitación para cargo público tras la supresión de la sedición del Código Penal. Pero en el entorno de Junts pocos dudan de que Puigdemont utilizará esa posición destacada para uno de esos golpes de efecto que tanto le agradan.

Conseller en cap

La decisión no es baladí. El líder de Junts también se comprometió el jueves pasado a regresar a España, pero lo hizo con una salvedad: estará en el Parlament cuando se vote la investidura "si tiene los apoyos para ser escogido president". El regreso, por tanto, no es seguro, y estará siempre condicionado por la aplicación de la amnistía que hagan los jueces. En ese contexto, la figura del número dos es clave.

Ese número dos podría ser el presidente del Grupo de Junts en el Parlament si se cumplen los pronósticos de las encuestas y Salvador Illa se hace con la presidencia de la Generalitat. Un jefe de filas alineado con el inquilino de Waterloo, al que debería su designación, y sin apoyos en las estructuras del partido.

Pero incluso en el caso de que Puigdemont consiguiera darles la vuelta a los sondeos, que pretende, pocos confían en que regrese a Cataluña para ejercer de president autonómico. En el mejor de los casos, se trataría de una presidencia centrada en la proyección internacional y el impulso del procés independentista, que requeriría un segundo de abordo con mando en plaza.

Emerge aquí la opción del conseller en cap, una figura recuperada en su día por Pasqual Maragall para cimentar la alianza con Esquerra en el tripartito. Una suerte de jefe ejecutivo del Govern, para dejar manos libres a un Puigdemont presidencialista. Aunque como demostró el líder de Junts en 2018, el elegido no tiene por qué ser el número dos de la lista. Entonces Puigdemont se remontó al número 11 de la lista por Barcelona para escoger a Quim Torra como inquilino del Palau de la Generalitat.