En el año 2015 Alphabet, la matriz de Google, dejó de producir las Google Glass, las gafas llamadas a revolucionar el mundo de los wearables. No es que ahora vayan a tener éxito allí donde fracasaron hace 24 meses, es que se han reciclado para encandilar a otro tipo de público.

Las Google Glass Enterprise están pensadas para el uso profesional, aunque habrá que esperar para saber la aceptación que tienen entre las empresas. Su uso puede estar enfocado a la logística, con la identificación de códigos y envíos a través de un lector, por ejemplo.

Las nuevas gafas tienen 2GB de RAM y 32GB de almacenamiento interno, y hace fotos gracias a sus cinco megapíxeles. El procesador es un Intel Atom y una batería renovada y potenciada que alcanzada los 780 mAh, suficiente para ocho horas de uso normal y más de una hora de retransmisión en streaming.

En España el distribuidor encargado de sus ventas es Streye, que tiene entre sus previsiones despachar 1.000 unidades en 2017 y doblar, o incluso triplicar, las cifras para el año 2018. Reconocen, eso sí, que el precio es alto: 1.500 euros por una unidad con software limitado y 2.500 si llevan aparejadas todas las licencias informáticas. A eso hay que sumar 95 euros anuales del servicio técnico.

Hay otros cambios, concebidos con la intención de no caer en el agujero en el que quedaron sumidas las primeras Google Glass. Para empezar, en los materiales, ya que son desmontables y la parte trasera es blanda y se puede doblar. Las patillas también son modificables y el cargador se puede conectar prácticamente a cualquier USB para llenar las baterías.

Con todo eso, desde la propia empresa distribuidora dudan del posible éxito que tengan las nuevas Google Glass Enterprise. Son unas dudas más que razonables teniendo en cuenta que, se pongan como se pongan, Google tuvo que cancelar su primera intentona porque la gente no las compraba.