El Independiente Pódcast: El gen de la buena suerte
Sabemos que la genética es una cuestión de suerte. Tanto, que apenas un par de genes están implicados en que un tipo de tréboles tengan cuatro hojas o incluso cinco. Plantas muntantes no muy diferentes a la de buena parte de las que nos comemos. Plantas cuyos padres o abuelos fueron sometidos a rayos gamma para saber o lucir mejor. Nada que ver con los transgénicos, que están más regulados en Europa. Nada que ver con el CRISPR, que también fabrica mutantes. Hasta gemelas chinas. De eso hablamos con el descubridor del gen de la cuarta hoja, el doctor Francisco Madueño, del IBMCP-CSIC [descargar]
Shamrock es el símbolo de Irlanda. Un trébol de tres hojas. Una cosa normal, porque los tréboles, en su denominación científica son trifolium, o sea, tres hojas en latín. La leyenda dice que cuando llegó San Patricio a evangelizar las tierras celtas, los pueblos locales no terminaban de comprender el concepto de la Santísima Trinidad. El misionero cogió entonces un trébol del suelo y vino a decir que una era como una misma plantita con tres hojas, que podía contener al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Aquello parece que les convenció, pero la tradición celta sabía de la rara existencia de tréboles de cuatro hojas. Así que fueron ellos quienes lo adoptaron conforme a las virtudes teologales e hicieron su propia versión: esperanza, la fe, el amor y... la buena suerte.
Hoy sabemos que el hecho de que haya tréboles de cuatro hojas es una cuestión de pura suerte. De azar genético. En la especie Trifolium repens, dos versiones de un mismo gen determina el número de hojillas o foliolos. Una le dice a la planta que se corte a la hora de formar más hojas y otra desencadena su crecimiento. De esa lucha de genes suele ganar el que coarta al trébol de sacar su cuarta hoja.
Pero fue un equipo en que participaron españoles, allá por 2010, quien afinó aún más respecto a un primo del trébol que podemos encontrar fácilmente en nuestros campos. Se llama Medicago truncatula, emparentado con la alfalfa. Un tipo de trébol que tiene una manchita oscura en el interior de cada foliolio. Esta especie va más allá y, si por él fuera, tendría cinco hojas, frente a las tres que suele presentar en la naturaleza.
El equipo del investigador Francisco Madueño descubrió que la formación de lo que llamamos primordios, las hojillas, se debe a una proteína que activa o desactiva un gen. El gen se llama PALM1, de palma, pero esa proteína llamada SGL1 lo que hace es frenalo. Dejarlo con tus tres hojitas. Cuando la proteína no funciona, ¡suerte!, tenemos un Mendicago de cuatro o cinco hojas. Se calcula que sólo uno de de cada 10.000 tréboles tienen cuatro foliolos. Una mutación que, como toda mutación, es una cuestión de suerte.
Mutante no es lo mismo que transgénico
No sabemos si los panecillos de la película Acción Mutante se fabricaban con cereales transgénicos pero, con total seguridad, habría ingredientes mutantes. Porque no son lo mismo. Lo segundo es de lo más habitual. Un montón de productos del campo son como son porque desde hace más de medio siglo está permitido hacer mutar a las plantas que lo producen. Pongamos un limonero, por ejemplo. Para tener hermosos limones, resistentes, abundantes y con pocos pipos alguien sometió a una parte del árbol o a unas semillas a radiaciones que lo cambiaron para siempre…
Su descendencia puede salir de cualquier manera pero, una vez más, con suerte, algún limonero nuevo tendrá las cualidades que buscamos. Comemos algo así como limones mutantes. O limones cósmicos, porque se suele irradiar a sus padres y abuelos con rayos gamma. El espacio está lleno de ellos, aunque no suelen llegarnos a la superficie de la tierra. Magia. Lo mismo puede salirnos un limón que una bola de navidad en una rama.
La diferencia con un transgénico, es que ahí no hay ese azar. Se bombardean genes de otra especie en el ADN de la planta. Esto, en Europa, está fuertemente regulado. Y aunque se ha demostrado como una técnica segura para la salud, sigue despertando temores justo cuando se cumplen 25 años del primer alimento transgénico comercializado.
En el CRISPR, la revolucionaria técnica de edición genética que permite cortar y pegar genes para crear variaciones en una planta o animal, también hablamos de mutantes. Podríamos fácilmente crearnos un campo de buena suerte hecho con tréboles de cuatro hojas sin necesidad de energía atómica. Sin embargo, legalmente, esto es bastante más complejo.
Tratamos de entenderlo mejor con una de las personas que descubrió el gen de la buena suerte. El gen (los genes) de las cuatro o cinco hojas de los tréboles, al que llamamos a su despacho en la Universidad Politécnica de Valencia en esta entrega de El Independiente Pódcast.
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