"Una especie de diccionario, una traducción para que, al escuchar a nuestro cuerpo entendamos qué es lo que nos quiere decir". De esta forma define Eva Arrieta su libro ¿Por qué enfermamos? (Editorial Planeta). No conocemos nuestro cuerpo y vivimos en una cultura en la que potencia evitar el dolor, por las prisas o porque no nos miramos por dentro "dar un cambio supone mirar hacia un abismo que nos puede resultar aterrador y que nos puede dar mucho miedo", destaca esta experta en fisioterapia, osteopatía y reeducación postural en una entrevista con El Independiente.

Eva Arrieta, autora del libro '¿Por qué enfermamos?'. ÓSCAR TEROL

"Los medios sanitarios no divulgan estas informaciones. Por eso, he sentido la necesidad de divulgar estos conocimientos científicos", afirma la autora, que añade que "el poder está en nosotros, nos podemos curar y podemos mantener nuestra salud". En su primera obra, resalta la impotancia de los métodos de autocuración y pone el foco en llevar una vida sana con una buena alimentación, hidratación y estabilidad mental para conservar la salud.

"Nadie nos cura, es el cuerpo el que se autocura. Lo que tenemos que hacer como terapeutas es poner a la persona en el centro para que empiece el camino hacia su sanación, pero las circunstancias de la vida a veces nos descentran, nos sacan de nuestro eje, y ahí está el problema", señala Arrieta, que enfatiza que los profesionales deben escuchar, indagar y conocer el estado emocional del paciente para detectar qué le ocurre.

PREGUNTA.- En su libro habla de que evitamos hacernos responsables de lo que nos ocurre y recurrimos a explicar nuestras dolencias a través de la excusa del azar. ¿Por qué ocurre esto?

El cuerpo nos avisa a través de los dolores de que algo no está bien en nuestra vida o de que no estamos tomando el camino correcto"

RESPUESTA.- Porque realmente no sabemos cómo enfermamos y nos da miedo la enfermedad. Pensamos que es una lotería que nos toca o no nos toca, y olvidamos o desconocemos que tenemos una responsabilidad máxima en lo que nos ocurre en la vida. De hecho, el cuerpo es el reflejo de lo que estamos viviendo y, al pensar que es algo aleatorio y que la enfermedad viene y nos puede atacar, lo que hacemos es intentar esquivarla, evadirla, quitarlos síntomas como sea, en vez de ir al origen, que es lo que propone este libro.

Debemos hacer un viaje para que descubramos cómo funcionamos, cómo nuestro cuerpo tiene unas maravillosas condiciones para mantenernos sanos y solamente tenemos que escucharlo, atenderlo y responsabilizarnos, y el cuerpo nos avisará a través de los dolores de que algo no está bien en nuestra vida o de que no estamos tomando correctamente algún camino.

P.- ¿Cree que acudimos menos de lo que deberíamos a los médicos?

R.- Yo creo que sí que acudimos, pero acudimos con una panacea de que inmediatamente nos dé algo para eliminar los síntomas y los dolores que nos están entorpeciendo en el día a día. También a veces el escaso tiempo que pueden tener los médicos por diferentes circunstancias de cómo está montado el sistema sanitario lleva a que se escuche poco al paciente. Muchas veces, escuchando al paciente ya se inician los mecanismos de autocuración que tenemos.

Hace falta escuchar, indagar y conocer el estado emocional de esa persona, para que su cuerpo lo exprese con esos síntomas, porque igual una subida de tensión no es algo que se va a mantener de por vida, sino que puede ser algo puntual por un momento de estrés emocional, un trauma puntual, y, una vez se revierte esa situación, la tensión vuelve a su normalidad y no hace falta medicarse de por vida por ser una persona hipertensa.

El problema es que se etiqueta a una persona por sus enfermedades, cuando son circunstancias emocionales las que le están afectando. Sí que creo que vamos al médico, pero creo que los doctores nos deberían explicar qué está pasando realmente en nuestro cuerpo.

P.- ¿Qué son los mecanismos de autocuración?

En nuestro interior tenemos una inmensa farmacia con todos los principios activos que ayudan a que el cuerpo haga su propia sanación"

R.- En nuestro interior tenemos una inmensa farmacia con todos los principios activos que ayudan a que el cuerpo haga su propia sanación. El problema es que no sabemos que existen y no sabemos activarlos. No pensamos en la gran importancia que tienen ni en el efecto que pueden ejercer sobre nuestro organismo.

Diariamente, nuestro cuerpo está eliminando sustancias tóxicas. Al año se generan muchas células cancerígenas y nuestro cuerpo lo está equilibrando. Está alerta ante la cantidad de bacterias que se pueden introducir o activar dentro de él. Sólo tenemos que dejar de interferir negativamente con un estilo de vida poco sano, con una mala alimentación y, sobre todo, con la intoxicación emocional. Una vez que sepamos eso, el cuerpo es capaz de mantener su equilibrio dentro de los parámetros que denominamos salud. Por eso, tenemos que escucharlo, atenderlo y mimarlo.

P.- ¿Cómo influyen los desórdenes mentales en el surgimiento de enfermedades?

Los pensamientos negativos dan lugar a sentimientos que van a producir las sustancias químicas que favorecen la inflamación y el dolor"

R.- Todos los pensamientos negativos que tengamos, ya sean miedos, rabia, enjuiciamientos a los demás o las culpabilidades, vienen por las percepciones que tenemos del exterior, que nos hacen sentir cómo es nuestro mundo, nuestra realidad. Nos hacen pensar de una manera, pero la interpretación de esos estímulos externos es lo que denominamos emociones. Esos pensamientos van a dar lugar a unos sentimientos que van a producir unas sustancias químicas que favorecen la inflamación y el dolor.

Esas sustancias se van a distribuir por los tejidos y van a generar una intoxicación, una acidosis de nuestro cuerpo, una acidosis del líquido intersticial que rodea a las células, por lo que esas células pueden enfermar más fácilmente. La enfermedad es una acidificación del medio externo de la célula, que es por donde respira, se nutre y puede eliminar sus desechos.

P.- ¿Cuál sería la importancia de llevar una buena alimentación y una buena hidratación?

Una correcta nutrición que evite esos alimentos que nos perjudican, sobre todo el azúcar, el exceso de hidratos de carbono o de carne, los alimentos procesados, nos ayuda a mantener la salud. Los alimentos manipulados tienden a tener sustancian que acidifican nuestro organismo.

Sin embargo, podemos cuidar mucho nuestra alimentación e hidratación, pero, si nuestro sistema emocional no está en orden, el cuerpo va a tender a acidificarse. Por eso, la prioridad es nuestra estabilidad emocional.

P.- ¿En qué medida son relevantes la genética y los malos hábitos que haya podido tener una persona en la infancia de cara a generar patologías de adultos?

R.- La genética nos influye, pero sólo el cinco por ciento de las enfermedades son realmente genéticas. La alteración que genera una enfermedad es por la acidificación que comentaba. Todos nacemos con heridas emocionales previas al nacimiento, por cómo ha sido el embarazo de nuestra madre, el parto o nuestra primera infancia, porque estos periodos generan unas estructuras más débiles debido a ciertos traumas emocionales o al miedo que pudo pasar nuestra madre en esos momentos.

Todo eso va a generar que de mayor, en la edad adulta o en la juventud, cuando percibimos esas mismas emociones, esas mismas heridas emocionales, que hemos podido tener en los estados incipientes de nuestra vida, se van a activar esas memorias y van a debilitar en mayor grado las vísceras que conectan con esas emociones, y esas son las estructuras diana que van a recibir un mayor grado de acidificación.

El origen de las enfermedades es una acidificación, pero luego cada uno enfermamos de una manera diferente según sean las circunstancias emocionales que hemos vivido en nuestra infancia. Ahora bien, no sólo heredamos los genes de nuestros antepasados, sino también el estilo de vida que tuvieron y los traumas emocionales que pudieron vivir.

Eso lo explica muy bien la epigenética -el estudio de modificaciones en la expresión de genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN y que son heredables- que dice que el ambiente incoherente que pudo tener alguno de nuestros antepasados también genera unas sustancias químicas que se introducen en el código genético y generan unos marcadores en los genes que hacen que esos genes se expresen de una forma determinada o se silencien.

Podemos heredar la incoherencia emocional que tuvo algún antepasado. Pero conociéndola, podemos revertir esa situación. Es decir, no tenemos por qué enfermar igual que nuestros antepasados si cambiamos el patrón de comportamiento que hemos heredado. Estas informaciones son cruciales para que podamos mantener nuestra salud y para conocer por qué el cuerpo nos da síntomas y nos llama la atención sobre algo que tenemos que cambiar.

P.- En su libro habla de la fascia. ¿Qué es y por qué considera que es tan importante?

R.- La fascia es la estructura de tejido conjuntivo que mantiene todo nuestro cuerpo unido, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Es el andamiaje sobre el que transcurre todo nuestro sistema circulatorio y nervioso y sobre el que se sujetan las células. Las células no están flotando en un desorden, sino que están en unos conductos que están rellenos del líquido intersticial y sujetos por el sistema fascial.

El acortamiento o la tensión en el sistema fascial puede repercutir paulatinamente en otra estructura que esté muy alejada del punto de inicio de la alteración. Lo importante es que esos conductos de tejido conjuntivo y líquido intersticial son unas autopistas de información por donde circulan nuestras arterias, nuestras venas y nuestro sistema nervioso.

Si esta fascia está cortada, se puede limitar la conexión eléctrica, nerviosa y circulatoria hacia una estructura y podemos lesionar ciertas zonas, porque les empieza a faltar sangre, oxígeno, nutrientes y porque la conexión neurológica -toda la información que nuestro cerebro quiere mandar a esa zona- no llega. Esto se produce porque existe un obstáculo en esa autopista de información.

P.- ¿Qué métodos podemos emplear para mirar en nuestro interior y alejarnos de esa forma de los motivos que nos llevan a enfermar?

R.- Pueden ser varios. Cada uno va a encontrar su manera, pero tiene que querer cambiar, porque muchas veces no queremos dar ese paso de mirarnos hacia adentro, dado que estamos más cómodos en lo conocido y dar un cambio supone mirar hacia un abismo que nos puede resultar aterrador y que nos puede dar mucho miedo.

Existen también todos los condicionamientos sociales, las creencias que nos han podido introducir desde la infancia relativas al "tú eres así", "no vas a conseguir nada en la vida", "no tienen ninguna posibilidad". Y esas creencias pueden limitarnos para poder mirar en nuestro interior.

En nuestro interior está nuestra esencia, nuestra máxima sabiduría y nuestra dirección correcta. El corazón es lo que conecta sobre todo con nuestro interior y es lo que nos va a decir hacia dónde tenemos que ir. El problema es que nos guiamos más de la mente, que es la que está dirigida por estos condicionamientos sociales, educacionales y familiares, y no hacemos caso a lo que realmente dice nuestro corazón.

Todas las técnicas que conecten con nuestro silencio, la meditación y reflexionar sobre nuestra vida permiten analizar cuáles son nuestras zonas oscuras, nuestras sombras, las cosas que no nos gusta que los demás vean en nosotros, si no las reconocemos, las estaremos sometiendo. Ese sometimiento hará que nos inunden y nos pueden llevar a la enfermedad o a hacer un acto violento o algo que con conciencia no haríamos.

Una vez reconozcamos esas zonas oscuras que todos tenemos, las podemos transformar en algo positivo y esa es la mayor conexión con nuestro mundo interior. Pero hay que querer, porque mirarse hacia adentro no es plato de buen gusto muchas veces, pero es la manera de mejorar nuestra vida.

P.- ¿Una persona insegura es entonces más propensa a tener dolencias o a sufrir enfermedades?

R.- Una persona insegura conecta con sus intestinos y con los riñones por sus miedos, por lo que con mayor facilidad puede tener patologías relacionadas con esos sistemas orgánicos. Además, la zona intestinal es la base de nuestro sistema inmunitario, por lo que puede tener un sistema inmunitario más debilitado que le genere mayor propensión a que bacterias y parásitos que todos tenemos dentro puedan activarse o generar más toxinas y, por lo tanto, una acidificación de nuestro organismo.

P.- ¿Qué le recomendaría que hiciese a una persona con una dolencia crónica para que consiguiese minimizarla?

R.- Primero, analizar qué le está pudiendo ocurrir, en qué momento se inició esa patología crónica, si hay algún familiar que puede tener la misma patología, en qué hecho traumático pudo surgir y, luego, llevar a cabo una depuración de ese cuerpo, una eliminación de todos los tóxicos alimenticios.

En segundo lugar, ver también si tiene algún problema en la boca de bacterias, que puede generar también toxicidad, que puede alterar nuestro líquido intersticial y favorecer esa patología crónica. Puede ocurrir con multitud de artritis reumatoides cuyo origen son bacterias, que pueden estar en la boca, en la vejiga o en el intestino y se propagan a las diferentes estructuras. Es muy importante ir a la base, al origen de esa patología crónica, y luego hacer un saneamiento de nuestra vida y de nuestra alimentación.