Cerca de la costa mediterránea española, especialmente en Italia, vive turritopsis dohrnii, la llamada medusa inmortal. Un animal marino capaz de vivir para siempre - si no es devorada por un depredador o víctima de otras condiciones externas - gracias a un proceso de rejuvenecimiento que puede emprender una vez se ha reproducido. Mientras que el resto de medusas inician ahí un proceso de envejecimiento celular y de sus tejidos que termina con la muerte, la turritopsis dohrni revierte su ciclo vital hacia un estadío anterior llamado pólipo. Y vuelta a empezar.

Desde que esto se descubrió a finales de la década de 1980 - publicado en 1992 - ha generado gran interés por parte de la comunidad científica y ahora investigadores de la Universidad de Oviedo han dado nuevos pasos para arrojar luz a los enigmas que plantea esta medusa. El equipo dirigido por Carlos López-Otín ha descifrado su genoma y ha encontrado hasta 40 genes que se asocian al envejecimiento en los humanos. Además, han identificado las 'rutas moleculares' o mecanismos genéticos que tienen que ver con su rejuvenecimiento.

medusa inmortal Turritopsis dohrnii
Medusa inmortal Turritopsis dohrnii. Dr. Karen J. Osborn

"No estamos hablando de conseguir la inmortalidad ni el rejuvenecimiento humano, pero nuestro trabajo da idea sobre los genes que se pueden estudiar en otras especies y averiguar si estos cambios celulares pueden modularse con fármacos u otras estrategias para retrasar así el envejecimiento y sobre todo tratar enfermedades relacionadas con él", explica Dido Carrero, doctora en Biomedicina y coprimera autora del trabajo.

Hace cinco años que el equipo dirigido por Otín, que también estudia enfermedades que cursan por envejecimiento acelerado, empezó este proyecto. El primer paso fue conseguir las medusas, recuerda Carrero, para después continuar descifrando el genoma de este invertebrado. Para conocer las claves de la inmortalidad de esta medusa, el equipo estudió también el de su hermana mortal turritopsis rubra, para identificar mediante téncnicas bioinformáticas y de genómica comparativa cuáles eran los genes diferenciados entre ambas especies.

"Hemos identificado cambios en las bases de ADN y amplificaciones en unos 40 genes que se pueden repartir entre las nueve claves de envejecimiento", explica Carrero en referencia a las nueve rutas moleculares involucradas en el envejecimiento que fueron descritas por Carlos López-Otín y otros científicos. "Hemos visto cambios en todas esas rutas, además hemos observado que en el proceso de reversión a pólipo se activan genes relacionados con la pluripotencia celular, que es la capacidad de una célula para convertirse en cualquier tipo de célula, es como si volvieran a un estado embrionario", añade la cofirmante del estudio.

Si bien el genoma de una medusa muestra grandes diferencias con el del humano, el estudio "sienta las bases para futuros estudios en envejecimiento y ojalá encontrar terapias que sirvan para tratar enfermedades asociadas al envejecimiento basadas en genes que nosotros hemos visto alterados o que pudieran influir en el proceso de rejuvenecimiento de esta medusa", afirma Carrero.

Y es que las medusas no padecen alzhéimer ni otras enfermedades humanas, pero esa coincidencia de genes si servirá, apunta Carrero, para los próximos pasos de este equipo de investigadores: "Ahora queremos estudiar más sobre la regulación de la expresión de genes de pluripotencia utilizando técnicas de proteómica, transcriptómica y además validar el papel en el envejecimiento de algunos de estos 40 genes en otras especies, avanzando, paso a paso, hacia su papel en humanos".

Estos hallazgos también pueden servir, explica la investigadora, para que científicos que estudian enfermedades concretas asociadas al envejecimiento "se basen en nuestros descubrimientos para estudiar aplicaciones".

El envejecimiento de la población está a punto de convertirse en una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, con consecuencias para casi todos los sectores de la sociedad, entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social...), así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales.

El envejecimiento de la población es un problema de relevancia creciente. El número de mayores de 80 años se triplicará en 2050 respecto a 2019, según los datos de Naciones Unidas. La necesidad de abordar las enfermedades ligadas al paso del tiempo es un objetivo desde el punto de vista sanitario pero también desde la sostenibilidad financiera y del propio sistema, también según la perspectiva de la ONU.