El avance del alzhéimer y otras enfermedades neurológicas aún sin cura son un problema de salud pública que gana peso en una sociedad cada vez más envejecida. Actualmente ningún fármaco permite curar la pérdida de memoria que conllevan las demencias y de ahí la importancia de investigaciones como la que acaba de publicar Nature Neuroscience. En ella, un grupo de científicos muestra cómo la estimulación cerebral consigue mejorar la memoria de personas mayores de forma mantenida al menos un mes.

Esto es lo que han conseguido los investigadores liderados por Robert Reinhart, director del Laboratorio de Neurociencia cognitiva y clínica de la Universidad de Boston (EEUU). El equipo logró mejorar la memoria a corto plazo y a largo plazo, de forma separada y selectiva, a personas mayores de 65 años. "Descubrimos que aplicando una corriente eléctrica extremadamente débil de forma segura y no invasiva al córtex prefrontal, podemos conseguir mejorar de forma selectiva la memoria a largo plazo de la gente mayor de 65 años sin afectar a la memoria a corto plazo", ha explicado el científico en una rueda de prensa telemática. "Y por otro lado, podemos aplicar esa misma corriente, al lóbulo parietal inferior a baja frecuencia y de esa manera mejorar la memoria a corto plazo sin alterar la de largo plazo", continuaba Reinhart.

El experimento se llevó a cabo con 150 personas de entre 65 y 88 años a las que se estimuló el cerebro mediante corrientes eléctricas a través de una gorra con electrodos incrustados. A todas ellas, una persona les leían cinco listas de 20 palabras que debían recordar a la par que recibían la estimulación, que iba a zonas del cerebro distintas.

La estimulación durante 20 minutos y cuatro días consecutivos consiguió mejorar la memoria de los participantes al menos un mes, según el hallazgo publicado en Nature Neuroscience. "Conseguimos mejorar la memoria de entre el 85 y 90% de los individuos", ha subrayado Reinhart en la rueda de prensa, donde no ha ofrecido detalles de cuánto mejoraba la memoria en términos brutos.

Los científicos conseguían, si estimulaban la zona del lóbulo parietal inferior a una baja frecuencia, mejorar la memoria a corto plazo (las palabras dichas al final de la lista). Cuando se estimulaba el córtex prefrontal a una frecuencia más elevada (60 hz), mejoraba el recuerdo de las primeras palabras del listado, es decir, la memoria a largo plazo. Este tipo de memoria es la que funciona para recordar donde se dejó el coche aparcado antes de las vacaciones, por ejemplo, mientras que la de corto plazo es la de un número de teléfono recién escuchado.

Los investigadores subrayan también la capacidad de esta estimulación para mejorar solo uno de los tipos de memoria. "Esa separación puede ser útil en determinados trastornos mentales donde se afecta uno solo de los tipos de memoria", ha subrayado Reinhart.

Otro de los puntos destacables de la investigación es que los individuos que tenían un menor rendimiento cognitivo al inicio del estudio fueron los más beneficiados por la estimulación cerebral. "Quienes tenían una memoria más pobre antes de la intervención fueron los que mostraron una mayor mejora durante la intervención y el mes, lo que nos lleva a pensar que se puede transferir este estudio a ensayos clínicos en personas con alzhéimer que sufran más problemas de memoria", ha subrayado Reinhart.

Para ello, los investigadores ven necesario continuar con sus trabajos y cómo éstos pueden impactar en personas con alteraciones cognitivas por trastornos cerebrales.

El efecto de esta estimulación, que los investigadores han afirmado que aún no se aplica clínicamente para ningún trastorno, es que "no se siente demasiado, un poco de picazón, hormigueo, punzadas y calentamiento sobre todo en los 30 y 60 segundos".