La polémica de estas semanas con las macrogranjas ha puesto sobre la mesa muchos debates sobre los que la Unión Europea tiene puesto el foco hace tiempo. Europa mantiene a las explotaciones ganadera bajo el radar por la contaminación que generan los purines y por el bienestar animal. Sobre el primer aspecto es más fácil medir su impacto ambiental, al margen de cuánto impacto se tolere en la legislación. Sin embargo el bienestar animal es un asunto menos abordado de manera científica. ¿Qué es el bienestar animal? Los países que forman parte de la Organización Mundial de la Salud acordaron definir en 2008 de la siguiente manera: “bienestar animal designa el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las cuales vive y muere”.
“El interés de tener un protocolo que sea científicamente válido y reconocible viene de hace mucho tiempo, nosotros empezamos en 2004 con un proyecto financiado por la Unión Europea que se llamaba Welfare Quality. Fue un proyecto muy ambicioso porque la Comisión lo que quería era incentivar protocolos que fueran válidos científicamente, porque había protocolos en diferentes países, pero cada uno tocaba temas diferentes”, explica Antonio Velarde, doctor en Veterinaria y jefe del programa de bienestar animal del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) centro dependiente de la Generalitat de Catalunya.
Según explica Velarde la Comisión está haciendo una revisión de los diferentes protocolos que hay a efectos de tener un estándar europeo que sea referente, que sirva y sea compatible entre los diferentes estados miembros. Protocolos que se ven reflejados en sellos identificables en los productos cárnicos que llegan al supermercado.
Cómo medir el bienestar animal
“Hay diferentes tipos de protocolos, unos se fijan más en las condiciones de vida, en el ambiente, en el espacio, en los bebederos y en los pastos y establecen niveles y hay otros protocolos que lo que hacen es mirar al animal y abstraerse del entorno porque, si bien con un espacio, temperatura o manejo adecuado puedes darle un bienestar menor o mayor, al final el bienestar es una característica del animal.”, afirma Velarde.
Algunos sellos de bienestar animal vigentes en Europa reflejan escalas de bienestar animal parecidos a los niveles que podemos encontrar en la información de en qué condiciones viven y se alimentan las gallinas ponedoras los huevos. Una escala que va de mayar o menor libertad de los animales. Otros sellos dan un certificado general a la calidad del bienestar animal en base a unos criterios.
En este sentido se fija en el sello Welfair que ya funciona en España en varias cadenas de supermercados y que es heredero del proyecto europeo Welfare Quality que está basado en cuatro criterios: buen alojamiento, buena alimentación, buena salud y comportamiento apropiado.
Criterios de protocolos Welfare Quality
- ¿Se alimenta a los animales de forma correcta? Se trata de cuidar que el aporte alimenticio sea suficiente o si el agua que beben está limpia.
- ¿Se aloja a los animales de forma adecuada? Se observa si hay suficiente espacio en el corral para moverse, para interaccionar con otros, si hay una zona agradable y adecuada para descansar.
- ¿Es adecuado el estado de salud de los animales?
- ¿Refleja el comportamiento de los animales un estado emocional adecuado? Si determina si existe una buena relación social entre individuos, si los animales pueden mostrar necesidades de conducta propias de la especie. Además si mira la relación humano animal y ausencia de estados emocionales negativos como el miedo ante los humanos.
Velarde que participa en los procesos consultivos de Bruselas -como personal de IRTA- para dar con esa estandarización que culminará, previsiblemente, en un reglamento de obligado cumplimiento, defiende esta aproximación porque considera que el bienestar está en el animal. “El bienestar del animal va más allá de si es ganadería extensiva o intensiva. Decir extensivo e intensivo es muy genérico, porque puedes tener problemas de bienestar animal en intensivo y puede haber problemas en animales que están en extensivo”, afirma. Pese a todo reconoce “que hay algunos parámetros que suelen salir mejor en extensivo que en intensivo, pero en extensivo, como es más difícil hacer una supervisión de los animales, observamos que hay diferencias de peso en una misma ganadería, porque a lo mejor es más difícil hacer la gestión de la alimentación, sin embargo en intensivo los tienes más controlados para hacer esa gestión”.
Velarde defiende estos criterios porque “son los mismos para las vacas, para las gallinas y para los cerdos. Lo que varía es la medida que utilizas para evaluarlos, pero es aplicable a cualquiera de ellos” afirma.
Evitar las miradas humanizantes
En la aproximación al bienestar animal la recomendación científica es evitar humanizar la vida de los animales y ceñirse al conocimiento científico. “Los animales tienen las mismas emociones básicas que nosotros tenemos, tienen dolor y tienen miedo porque son emociones que ayudan a protegerse del entorno, pero otras emociones más complejas como la paranoia eso sólo las tenemos nosotros, porque tenemos la capacidad de hacer un análisis más complejo de nuestras realidades”, explica el veterinario. En este sentido se han establecido indicadores que miden la conducta anormal del animal, que pueda ver comportamientos anómalos, como cuando los cerdos se muerdan la cola unos a otros.
Cuando hay estrés hay mucha inmunodepresión por eso puede ser más proclive a tener enfermedades, porque son más vulnerables a los agentes patógenos".
ANTONIO VELARDE
El miedo, el dolor, el sufrimiento, el hambre y la sed son sentimientos, emociones y necesidades que compartimos con los animales y son lo que más peso tiene en el bienestar animal. El sistema de bienestar animal basado en ciencia se fija mucho en el estrés que tienen los animales en el momento del transporte y en el momento de ir al matadero y sacrificarlos. “Las horas antes del sacrificio si se viaja, si se mezclan con otros animales que no son los compañeros habituales o están un espacio ambientes diferente, suben a un camión, lo cargan y lo descargan, etc.. si el manejo no es muy exquisito pueden tener mucho estrés en esa esa situación y que sí puede llegar a afectar a la calidad de la carne”, asegura este experto.
En este sentido, la falta de bienestar animal en la granja afecta a los animales en su productividad. “Pero se pueden tener unas condiciones en las que si nosotros garantizamos- tanto en intensivo como en extensivo- que el animal no está estresado lo que repercute en el bienestar y mejora su capacidad inmunitaria y sus defensas. Cuando hay estrés hay más inmunodepresión por eso pueden ser más proclive a tener enfermedades, porque son más vulnerables a los agentes patógenos. Durante el periodo de granja animales, con estrés, producirán menos, porque la energía que la gastan en tener el miedo o en el dolor, no la gastan en producir leche, por ejemplo. Sin embargo, no hay una relación tan directa con la calidad".
Velarde mantiene que la calidad del producto está determinado, principalmente, por la genética y por la alimentación y sólo el manejo de la última parte de la fase de producción, “sobre todo en el estrés que tienen los animales en momento del transporte y en el momento de ir al matadero y sacrificarlos”.
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