Durante los últimos días la llegada masiva de pellets a las playas españolas ha hecho que a muchos se les venga a la cabeza, de manera inevitable, la imagen del Prestige hundiéndose en 2002. Es lógico: las dos cosas produjeron sendas catástrofes medioambientales y afectaron sobremanera a la misma región, Galicia. Pero, de momento, la gran mayoría de expertos apuntan a que no son comparables en magnitud.

Aprovechando esta situación, hagamos un repaso de cuáles han sido los diez desastres medioambientales más graves de la historia de España. Pero antes, hay que establecer unas bases. Primero, se trata de un listado totalmente subjetivo, porque en muchos casos todavía nos falta mucha información para entender el impacto de estas catástrofes. Y segundo, vamos a limitarlo únicamente a los causados directamente por el hombre. Los eventos climáticos extremos quedan excluidos, aunque posteriormente la gestión humana contribuyera a empeorarlos.

Para elaborar esta lista hemos contado con la ayuda de María José Caballero, portavoz de Greenpeace, y Paco Segura, portavoz de Ecologistas en Acción, que tienen visiones distintas sobre si los pellets pueden entrar ya a formar parte del ranking. "Hay que ver de qué materia prima están hechos y conocer su composición. Pero de momento, aunque está claro que no son saludables, no parecen comparables en cuánto a la toxicidad y la mortandad que se produjeron en otros casos", comenta Segura.

"Es algo que todavía esta sucediendo, así que no sabemos cuál será su impacto. Pero es claramente un desastre ambiental, sobre todo por la elevada cantidad de pellets que están llegando. Yo sí lo metería en este top, porque estamos viendo otra mala actuación de las administraciones, que prefieren mirar a otro lado y esconderlo debajo de la alfombra. Sobre todo el Gobierno gallego, que no hizo bien ignorando los avisos", asegura por su parte Caballero.

Aznalcóllar (1998)

La rotura de una balsa minera provocó un vertido de 5,5 millones de metros cúbicos de materiales tóxicos, y cerca de 1,9 millones de metros cúbicos de aguas ácidas, cargadas de metales pesados. El derramamiento afectó al río Guadiamar, y estuvo a punto de generar un auténtico desastre en el Parque Nacional de Doñana.

En total, según datos de Ecologistas en Acción, se vieron afectadas alrededor de 4.600 hectáreas. "Es uno de los peores incidentes ecológicos de nuestra historia. La Junta de Andalucía estima que los costes ascienden a 240 millones de euros, pero es un tema que está en los tribunales, así que no se sabe quién los pagará", detalla Caballero.

Doñana (Actualidad)

"Algo muy reciente es la sequía y casi desaparición de las zonas húmedas de Doñana, causada por la explotación irracional y salvaje de los acuíferos, la mayor parte de las veces de manera ilegal", relata Segura. Tiene razón, la crisis de Doñana, el humedal más importante de Europa y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, nos suena porque la estamos viviendo a día de hoy en directo.

El cambio climático y la agricultura ilegal de la zona, que ocupa un terreno equivalente a 1.460 campos de fútbol, según WWF, han secado muchas lagunas del parque y han contaminado y sobreexplotado los acuíferos, que son claves para la subsistencia de cientos de miles de animales. En noviembre de 2023 la Junta de Andalucía y el Gobierno firmaron el 'Acuerdo por Doñana' para tratar de proteger la zona, que contempla un paquete de medidas y una inversión de 1.400 millones de euros.

Prestige (2002)

Uno de los más recordados. El 13 de noviembre de 2002 un buque petrolero, afectado por una tormenta, pidió socorro frente a las costas gallegas por una fuga de agua. La decisión que tomaron a las autoridades fue alejarlo de la costa lo máximo posible, y seis días después, cuando acabó partiéndose en dos, liberó cerca de 70.000 toneladas de crudo de petróleo al mar.

"Se estima que las pérdidas son de 4.000 millones, pero este tema también sigue todavía pleiteándose. Y 20 años después la Administración no tiene muchas esperanzas de recuperar lo que invirtieron", resume Caballero. Casi 3.000 kilómetros de costa se vieron afectados, según Greenpeace. Más de 1.000 playas y 450.000 metros cuadrados de superficie rocosa quedaron embadurnados de chapapote. Y a pesar de que 300.000 voluntarios se movilizaron para limpiarlo todo, cientos de miles de animales murieron.

Palomares (1966)

La imagen de Manuel Fraga bañándose en la playa de Palomares (Almería) para demostrar que no había ningún riesgo es historia de nuestro país. Pero la realidad es que sí lo había. En una maniobra caótica, dos aviones estadounidenses dejaron caer cuatro bombas termonucleares de 1 megatón cada una (es decir, de 70 veces más potencia que las que arrasaron Hiroshima y Nagasaki). Una cayó al mar, otra se salvó y otras dos impactaron contra el suelo.

"La superficie contaminada de plutonio en Palomares es muy grande. Hubo que echar a gente de sus casas y acordonar la zona, pero nunca se ha resuelto bien porque no se ha acabado de descontaminar. Hay residuos radioactivos que están acumulados, y que han podido afectar a toda la población. Y EEUU, que era el responsable, no lo solucionó. En su momento hubo un acuerdo con Obama para hacerlo, pero después llegó Trump y se bloqueó todo. Pero que un país con ese poderío aceptara su responsabilidad demuestra que no deben tener buena conciencia con este asunto", zanja Segura.

El petrolero 'Mar Egeo' (1992)

Una historia parecida a la del Prestige, pero diez años antes. De nuevo, un petrolero que transportaba 79.000 toneladas de crudo, según la Sociedade Galega de Historia Natural, sufrió un accidente frente a la Torre de Hércules, en aguas de La Coruña. Pero esta vez con un añadido, porque explotó y se incendió, provocando además una gran humareda.

En aquel entonces los vecinos de la zona ya utilizaron el famoso lema 'Nunca mais', que años después se convertiría en todo un movimiento y daría nombre a una plataforma ciudadana. "Aún así creo que el Prestige fue un poco peor, porque en el incendio del Mar Egeo muchos contaminantes se trasladaron a la atmósfera, en lugar de quedarse en las costas", afirma Segura.

Mar menor (2016 - actualidad)

En 2016 se visibilizó un problema que las organizaciones ecologistas llevaban años denunciando. Fue entonces, cuando el Mar menor se convirtió en una especie de "sopa verde", cuando se destapó que los vertidos de nitratos procedentes de la agricultura industrial estaban acabando con la laguna salada más grande de Europa. Para WWF es "el peor episodio de eutrofización hasta el momento". Es decir, que la masa de agua recibió un aporte muy elevado de nutrientes inorgánicos.

El panorama cambió por completo a partir de lo sucedido. En 2019 y 2021 el ecosistema colapsó, y millones de animales aparecieron muertos. Y desde entonces, su equilibrio es muy débil. "Es un sitio que se debería haber cuidado y se ha dejado morir", asegura Caballero. "Es algo que se puede unir a la urbanización salvaje que se ha producido desde los años 60 y 70 en todo el Mediterráneo, que ha generado un auténtico desastre ambiental. Hay provincias que tienen más del 50% de su litoral urbanizado", añade Segura.

Vertedero de Bens (1996)

200.000 toneladas de basura que se fueron acumulando durante años en una enorme montaña acabaron rodando ladera abajo, arrasando todo a su paso hasta acabar en el mar. Por el camino, destrozaron casas enteras y cobertizos, e incluso acabaron con la vida de una persona: Joaquín Serantes, un jubilado que ese día estaba lavando el coche, y del que nunca lograron encontrar el cuerpo.

El desastre, ocurrido en La Coruña, dejó un hedor en el ambiente que duró semanas. Hasta el punto que algunos coruñeses comenzaron a usar mascarillas y paños mojados en colonia para poder respirar. Pero, como recuerda Segura, aquello no nos sirvió para aprender mucho. Porque muchos años después la historia se repitió en Zaldívar (Vizcaya), donde en 2020 otro derrumbe en un vertedero liberó amianto, provocó un incendio y segó la vida de dos trabajadores. Uno de los cadáveres no pudo ser identificado jamás entre la basura.

Bahía de Portmán (1957-1992)

Como explica Caballero, otras catástrofes se han ido cocinando a fuego lento, pasando desapercibidas hasta que ya era demasiado tarde. Fue el caso de la Bahía de Portmán, en Murcia, que durante décadas fue acumulando residuos tóxicos procedentes de la minería "con el beneplácito del Gobierno de entonces", según la portavoz de Greenpeace.

El club náutico de Portman estima que desde finales de los años 50 al cierre de la mina en 1992 se arrojaron más de 70 millones de toneladas de estériles, que inundaron completamente la bahía y dejaron en la calle a más de cuatrocientas familias. Pero no solo eso, el pueblo quedó "estancado social y económicamente" al no existir actividad minera ni turística alguna.

Embalse de Flix (1988-1993)

Un caso similar al anterior, esta vez localizado en Tarragona, en un embalse conectado al río Ebro. Allí se detectaron "concentraciones elevadas de mercurio", después de que la empresa Erkimia vertiera de manera continuada residuos a las aguas durante durante más de un siglo. Sin embargo, como detalla Greenpeace, finalmente la compañía sólo tuvo que pagar una porción mínima del total de los costes del saneamiento (un total de cinco años, desde 1988 hasta 1993, cuando empezó el juicio).

Según la Generalitat de Cataluña, en el embalse se detectó un foco primario de contaminación formado por unos 700.000 metros cúbicos de lodos contaminados, localizados en una superficie de unas 9 hectáreas. A eso hubo que sumar entre 100.000 y 300.000 metros cúbicos más de materiales aluviales "posiblemente contaminados", que se mezclaron con los lodos. La descontaminación finalizó en 2023, después de más de 15 años de trabajo y 150 millones de euros invertidos.

Fábrica de Sabiñánigo (1975-1987)

Para terminar, otro caso parecido. "En la zona de Sabiñánigo, en Huesca, se acumularon muchísimos residuos tóxicos ligados a la fabricación de lindano, que es un pesticida. Se trata de un compuesto súper tóxico y permanente, que ha producido problemas tremendos en la zona y afectó incluso a embalses de agua potable, que hubo que clausurar. La responsable fue Inquinosa, una empresa que los estuvo vertiendo de forma ilegal", rememora Segura.

Después de varias denuncias archivadas y muchas noticias en los medios, finalmente en 2003 una sentencia ratificada por el Tribunal Supremo, recogida por el Heraldo de Aragón, obligó a la propia empresa y a Herboso, como representante legal de la misma, a pagar 6,4 millones de euros, que en la actualidad ascenderían a algo más de 20 millones sumando los intereses. El pago aún no se ha realizado, pero desde el Gobierno de Aragón apuntaron que se necesitarían unos 500 millones de euros para revertir la situación.