Cepsa y Bio-Oils, , inician las obras de la mayor planta de biocombustibles de segunda generación (2G) del sur de Europa. La instalación ubicada en Palos de la Frontera, junto al Parque Energético La Rábida, tiene previsto abrir en 2026. Entonces estará lista para producir de manera flexible 500.000 toneladas de combustible sostenible de aviación (SAF) y diésel renovable (HVO) a partir de desechos agrícolas y aceites usados de cocina. Unida al resto de instalaciones que ya tienen Cepsa y Bio-Oils en Huelva, el nuevo proyecto permitirá duplicar la capacidad de producción de biocombustibles 2G actual de la joint venture formada por ambas compañías, hasta alcanzar el millón de toneladas.

El nuevo proyecto es una apuesta por las soluciones energéticas basadas en la economía circular que además permitirá descarbonizar la industria y el transporte pesado, que actualmente supone el 15% de las emisiones globales de CO2, de manera inmediata y sin cambiar los motores actuales. Los biocombustibles 2G son determinantes para la transición energética, ya que pueden llegar a reducir hasta en un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibles tradicionales. Así pues, todo el complejo evitará la emisión de 3 millones de toneladas de CO2 anuales, o el equivalente al 4 % de las emisiones del transporte por carretera en España.

“Este proyecto estratégico para España y Andalucía nos permitirá ser un referente europeo en el campo de las moléculas verdes y facilitará la descarbonización inmediata de sectores no electrificables, como el transporte aéreo. Damos comienzo así a un proceso que generará empleo de calidad para esta región y que permitirá abrir una nueva etapa de reindustrialización”, aseguró Maarten Wetselaar, CEO de Cepsa, durante el acto que daba inicio a la construcción de la nueva planta. Una iniciativa que sigue la estrategia 2030 de Cepsa, Positive Motion, que busca acelerar la descarbonización de la compañía y la de sus clientes, mediante la producción de moléculas verdes, principalmente hidrógeno renovable -y sus derivados- y biocombustibles 2G.

En concreto la nueva planta supone una inversión total de 1.200 millones en infraestructuras que no solo usarán tecnología puntera para producir combustibles renovables, sino que serán nativas digitales e incluirán los últimos avances en inteligencia artificial, internet de las cosas y análisis de datos. Además, su construcción y operación prevé generar unos 2.000 empleos, entre directos e indirectos.

Biocombustibles 2G, claves para la lucha contra el cambio climático

Se trata de un proyecto que constituye un ejemplo de cómo la tecnología puede contribuir a combatir el cambio climático. Por un lado, tendrá un mínimo impacto ambiental ya que su consumo de hidrógeno renovable, de electricidad 100% renovable y sus diversos sistemas de recuperación de calor y eficiencia energética, harán que sus instalaciones emitan un 75% menos de CO2 que una planta de biocombustibles tradicional y, además, está diseñada para lograr las cero emisiones netas en el medio plazo.

El proyecto en proceso de construcción en Palos de la Frontera tampoco consumirá agua dulce, sino que solo utilizará aguas recuperadas a través de la instalación de 590 kilómetros de tuberías, que se unen a los 1400 kilómetros de cable necesarios para su funcionamiento. Además, sus emisiones hídricas tendrán un mínimo impacto en el ecosistema gracias a la potente planta de tratamiento de aguas que tendrá. Esto refuerza el modelo de economía circular con el que la planta producirá el medio millón de toneladas de biocombustibles 2G a partir de desechos agrícolas y aceites usados de cocina que, de otra forma, acabarían en vertederos.

Las instalaciones edificadas junto al Parque Energético La Rábida, en Huelva, también permitirán desarrollar otras iniciativas clave para posicionar a España y Andalucía en el mapa energético internacional. Además de SAF y diésel renovable (HVO), la nueva planta también producirá biogás. Esta es una materia prima esencial para la producción de hidrógeno renovable, que a su vez es vital tanto para la producción de fertilizantes como para la descarbonización de la propia industria, incluyendo esta misma planta o el parque energético anexo.

Con este proyecto Cepsa avanza en su objetivo de descarbonizar el transporte pesado por tierra, mar y aire. Desde 2022 la compañía produce y comercializa biocombustibles 2G a sus clientes del sector aéreo, marítimo y terrestre, y de hecho, el pasado año se convirtió en la primera compañía en ofrecer SAF de manera permanente en cinco de los principales aeropuertos españoles: Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Sevilla y Málaga.