Animales, vegetales y minerales fueron la base de la expansión de la especie humana. Desarrollamos la agricultura y la ganadería pero la minería sigue dependiendo de nuestra capacidad de extraer rocas de nuestro planeta, aunque lo hacemos con más eficacia. Esta dependencia material la hemos olvidado en los países como España en donde no se extraen los minerales que necesitamos para nuestra vida cotidiana, pero eso no significa que no sigan siendo necesarios. Lo son y mucho. Un mundo en transición energética requiere nuevos minerales y dónde están esos materiales y quién los controla está transformando la geopolítica.
Ed Conway desarrolla este nuevo mundo en Material World (Península), un volumen en el que recorre desde la Edad de Piedra hasta la era digital en la que vivimos, mostrando como nuestra relación con los materiales no ha cambiado tanto. Conway plantea cómo las tecnologías actuales, como el chip de silicio o los paneles solares dependen de una cadena de extracción que externalizamos hacia el sur global ignorando su impacto medioambiental y social pero que, paradójicamente, necesitamos -sostiene- para conseguir nuestras promesas medioambientales.
Pregunta: Leyendo tu libro no parece que los humanos hayamos cambiado mucho desde la Edad de Piedra, parece que únicamente hemos ampliado los materiales que extraemos de la Tierra.
Respuesta: Como especie hemos estado haciendo esto desde siempre. Nos define como humanos; tomamos rocas del suelo y las convertimos en herramientas que usamos para mejorar nuestro nivel de vida. Hoy seguimos haciendo eso, estamos sacando rocas del suelo y convirtiéndolas en herramientas. Las herramientas de hoy, tal vez sean un semiconductor o un chip de silicio, pero todo comienza con un trozo de roca extraído del suelo. No es un hacha, sino un chip de silicio, pero sigue siendo una forma avanzada de la Edad de piedra en la que vivimos hoy.
Entender estos procesos te da una perspectiva diferente, fresca sobre el mundo, subraya muchos de los compromisos que se necesitan para obtener las cosas, pero también subraya el ingenio y lo asombrosos que son los humanos para convertir algo muy simple en algo realmente increíble y eso me parece realmente inspirador.
El problema hoy es que cuando miramos los dispositivos olvidamos que tuvieron que ser extraídos los materiales de lo que están hechos. Vienen de algún lugar, y al olvidar eso, olvidamos algunos de esos compromisos.
P: ¿Nos hemos olvidado de esa necesidad, porque las piedras no las recogemos nosotros, las recogen otros que no vemos?
R: Sí, la sofisticación es mayor que antes, estamos externalizando muchos de estos procesos a países en el otro lado del mundo, a personas que tienen diferentes estándares ambientales. Y no está en nuestra conciencia porque no hay muy poca gente trabajando en ello en nuestro entorno. Nosotros trabajamos en el sector de servicios, somos periodistas, pero tampoco tenemos las conexiones en nuestras familias como solíamos tener, cuando millones de personas en mi país o en tu país, solían trabajar en minería. Esto es importante ya que crea una falsa sensación de que estas cosas no importan.
El 99% del PIB depende de cosas muy simples: del cemento, de la fibra óptica, que está hecha de vidrio, que está hecho de arena; depende del cobre. Esas cosas pueden no ser muy grandes en términos de valor, pero sin ellas, ya sabes, todos desaparecemos.
P: Esta relación que tenemos con los minerales no desaparece cuando miramos al espacio. Allí vemos más piedras y nuevos materiales.
Es mejor extraer algo como cobre o hierro, que se puede reciclar, que extraer algo como carbón o gas, que se quema, se expulsa a la atmósfera.
R: Sí, hay gente que está investigando qué materiales podemos extraer de la luna y qué podemos extraer de los meteoritos. Yo lo pongo en la misma categoría que la minería de aguas profundas. Son lugares donde nunca hemos minado antes, pero sabemos que hay una riqueza de ciertos minerales allí. La nota de precaución que pondría es que, en primer lugar, el caso comercial, todavía está muy lejos. No sé si la minería de aguas profundas será alguna vez muy económica, porque para sacar algo, tienes que extraer cantidades realmente grandes y a un costo realmente muy bajo. Parte de la razón por la que aún mantenemos nuestro nivel de vida es porque nos hemos vuelto increíblemente buenos en extraer cosas, como el cobre, a un costo increíblemente bajo, con muy pocas personas realmente haciéndolo.
El desafío con la minería de aguas profundas, la minería de asteroides y la minería interplanetaria es que los costos probablemente serán muy, muy altos. Si parece que algo se ha vuelto escaso o se está volviendo escaso aquí en este planeta, generalmente el ingenio humano toma el control y desarrolla nuevas técnicas para mejorar la minería. Eso es lo que ha pasado con el cobre y con el hierro. El reverso de la moneda, por supuesto, es que hemos tenido que hacer agujeros cada vez más grandes para obtener el cobre, porque los grados del cobre [su calidad] ha bajado y hemos tenido que extraer más rocas, hacer estallar más rocas, hacer agujeros más grandes; esto significa vertederos de desechos tóxicos más grandes y una huella más grande en el planeta.
P: A la vez que sigue incrementando la minería y nuestra dependencia de los minerales existe un movimiento sobre el decrecimiento que aumenta en apoyos en la sociedad. Son dos tendencias absolutamente opuestas pero que marcan un poco el debate sobre el desarrollo económico.
R: Es muy difícil suprimir el apetito humano por mejorar nuestros niveles de vida. Ese es el desafío para movimientos como el del decrecimiento. En los últimos 50 años los políticos han comenzado a obsesionarse con el PIB, pero creo que, por el mismo motivo, decirle a la gente que la solución ahora es suprimir sus niveles de vida no creo que pueda ser nunca una estrategia exitosa. Creo que la única estrategia que tiene la mayor posibilidad de éxito es tratar de crear nuevas tecnologías que puedan mejorar los niveles de vida de las personas de una manera limpia.
En Europa pasamos bastante tiempo hablando, ya sabes, de ideas como el decrecimiento y hablando sobre el estado del clima. Creo que son debates importantes que hay que tener. Pero si vas al África subsahariana o si hablas con los responsables políticos en India, no les importa eso. Solo les importa mejorar la esperanza de vida, aumentar el número de escuelas y tener una red ferroviaria, una red de trenes. En este momento, son los países del África subsahariana y partes de Asia los que tienen los mayores aumentos de población. Y también tienen la mayor necesidad de más acero, más cobre, más hormigón. No hay nada que podamos hacer aquí.
P: La incompatibilidad medioambiental con la minería es total, pero, quizá, se puedan hacer más esfuerzos en la parte de los derechos humanos.
Prácticamente cada mina, los grandes depósitos de casi cualquier metal que se te ocurra, implican destruir alguna forma de montaña o valle sagrado. Tal vez es coincidencia, pero la gente es desplazada cuando se cavan las minas, a menudo implica la alteración de las comunidades locales y, a menudo, implica la profanación de cosas muy preciadas para esas comunidades. Uno de los ejemplos recientes fue la destrucción de unas cuevas sagradas muy antiguas en el interior de Australia por parte de la empresa minera Río Tinto. Así que la destrucción es una parte inevitable de la minería, que se vuelve difícil e incómoda.
Pero si vamos a cumplir todas estas promesas que hemos hecho sobre el medio ambiente, es muy difícil pensar cómo se puede hacer eso mientras se mantiene el nivel de vida de la gente sin extraer más cobre, porque se necesita el cobre para los coches eléctricos, se necesita el cobre para los cables, para las redes, para los transformadores. Es muy difícil ver cómo cualquiera de estos planes puede funcionar sin más minería, es una la paradoja, pero para ser verdes tenemos que hacer más minería. Esto es incómodo, pero es difícil pensar cómo podemos reducir nuestras emisiones de carbono sin hacer eso, porque -en este momento- la infraestructura que tenemos es realmente dependiente de los combustibles fósiles.
Si tienes que elegir entre cosas para minar, es mejor extraer algo como cobre o hierro, que se puede reciclar, que extraer algo como carbón o gas, que se quema, se expulsa a la atmósfera.
P: También hay otra paradoja, el cambio climático está favoreciendo nuevos ámbitos de explotación minera o de recursos, como es el caso de Groenlandia.
R: Cuando miras al mundo desde esta otra perspectiva se ven estas ironías y también la hipocresía. Por ejemplo, cuando hablo con gente de la India, me dicen que están furiosos con Europa y con EE.UU. porque piensan que estamos tratando de establecer normas medioambientales que les impedirán mejorar su nivel de vida y su crecimiento económico porque quieren desarrollarse, y dicen que eso también es hipocresía. Pero en Europa, no tenemos muchas fuentes de minerales, los políticos europeos están desesperados para tratar de encontrar cualquier tipo de mineral que se encuentre en nuestros continentes. Groenlandia es un ejemplo. Y es como con la minería de aguas profundas, creo que debe haber un, un alto grado, un listón alto, para entrar en áreas donde, ya sabes, el ecosistema es bastante prístino. Así que creo que las normas deberían ser más estrictas.
La minería cambia todo, en Serbia se ha descubierto mucho litio en un lugar llamado Yatta. Es el mayor recurso de litio que se ha descubierto en Europa. La comunidad local se resiste mucho a que se construya esta mina y recientemente Alemania ha intervenido porque es muy necesario ese litio. La geopolítica aquí es realmente intrigante, creo que estamos sólo en el comienzo de eso. Si piensas en lo mucho que afectó durante el siglo XX la geopolítica de Oriente Medio y el petróleo te das cuenta de que estamos sólo en el comienzo de algo equivalente, la geopolítica está cambiando por la necesidad de minerales como el litio, el cobre y el cobalto.
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