Durante años, los visitantes del parque nacional de Zhangjiajie –ese bosque de piedra que James Cameron convirtió en planeta ficticio en Avatar– se dejaron algo más que selfies y asombro: 51 toneladas de basura acumuladas en sus entrañas. Las autoridades chinas han comenzado ahora a retirarlas, una década después de los vertidos.

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La limpieza, según medios estatales, afecta a dos cuevas del parque, situado en la provincia de Hunan, que en 2024 recibió 1,83 millones de visitantes. Las inspecciones han determinado que los residuos fueron arrojados entre 2010 y 2016, justo en el limbo legal entre la prohibición de quemarlos y la implantación de un estándar nacional de saneamiento. Es decir, cuando ya no se podía quemar la basura, pero aún no se sabía muy bien qué hacer con ella.

El escándalo ha acabado con la destitución de cuatro funcionarios y la movilización de un operativo que incluye geólogos, bomberos y voluntarios, además de líneas telefónicas y plataformas digitales para denunciar nuevos vertidos. También se ha anunciado una inspección más amplia para detectar focos de contaminación en otras cavidades del parque.

El asunto ha cobrado notoriedad en la red social Weibo, donde la etiqueta relacionada con el caso superaba este jueves los cinco millones de visualizaciones. Algunos usuarios se preguntaban cómo fue posible que nadie actuara durante diez años. Otros recordaban que el cuidado de la naturaleza es tarea de todos. No han faltado los cínicos que resumen el episodio así: diez años sin hacer nada, y una limpieza exprés en cuanto circula un vídeo.

Zhangjiajie, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1992, es célebre por sus montañas kársticas que se elevan más de 1.500 metros y su vegetación exuberante. Durante un tiempo, también fue célebre por ocultar toneladas de basura bajo sus pies. Ni los Na’vi lo habrían imaginado.

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