El rey Juan Carlos ha estado esta semana en Galicia, su destino favorito desde dejó España en agosto de 2020. En el último año (desde abril de 2023) ha viajado a Sanxenxo hasta en seis ocasiones, pero también se ha dejado ver en varias ocasiones en Vitoria (Álava) y Madrid. Algunas veces, incluso yendo de una ciudad a otra, como fue el caso de Sanxenxo-Vitoria en marzo o hace justo un año.

En esta ocasión el emérito aterrizó el miércoles en el aeropuerto de Peinador (Vigo) para dirigirse hacia Sanxenxo. Venía de Ginebra (Suiza), donde últimamente pasa más tiempo, aunque no planea abandonar Abu Dabi como su residencia habitual y permanente.

El rey emérito baja del avión en Vitoria en abril de 2023.
El rey emérito baja del avión en Vitoria en abril de 2023.

Un mes de viajes... y huella de carbono

Lo cierto es que en el último mes, el rey Juan Carlos ha estado de lo más viajero. El 13 de marzo llegó a Sanxenxo para las regatas del Club Náutico, se fue y el 5 de abril aterrizó en Madrid para la boda de Almeida. Se volvió a marchar y esta semana ha llegado de nuevo a Galicia.

Asumiendo que ninguno de estos viajes de vuelta supone irse desde Ginebra a Abu Dabi, el rey Juan Carlos habría recorrido (solo este mes y como mínimo) 4.000 kilómetros en avión privado. Unas cantidades poco habituales para un ciudadano de a pie, que viaja durante sus vacaciones y, en ocasiones, solo dentro de España.

Un vuelo entre Madrid y Ginebra (unos 1.200 kilómetros) supondría 87.64 kilos de equivalente de dióxido de carbono, según la calculadora de Iberia. La de las Naciones Unidas sube la cantidad a 125.70 kilos de CO2. Ninguna de las dos hace una estimación de cómo sería esa cantidad en un avión privado, que consume proporcionalmente menos cantidad de combustible pero el total se divide también entre menos gente. Solo harían falta diez viajes Madrid-Ginebra para llegar a una tonelada de CO2.

El recorrido de Abu Dabi a Ginebra y, posteriormente, Vigo, podría estimarse en unos 380 kilogramos de CO2... solo ida.

Algunos de los trayectos más habituales del rey Juan Carlos, desglosados en una estimación
El Independiente Gráficos

A Juan Carlos se le atribuye una media de 340 toneladas de CO2 al año, según publicaba en 2021 eldiario.es. Para este cálculo hacían referencia a los vuelos privados que tomó en la década de 2008-2018. Una cantidad muy superior a la de un ciudadano medio, puesto que la media de emisiones netas en 2021 fue de 4,99 toneladas.

Diferentes jets, contaminación variable

El rey Juan Carlos no tiene un avión privado en propiedad, por lo que viaja en aeronaves que le prestan o alquila. Por eso es difícil mantener un control real de los litros de combustible que utiliza: solo se conoce qué kilómetros ha recorrido cuando desembarca en España. Es entonces cuando se puede comprobar la distancia que ha hecho el jet a través de las mismas aplicaciones que utilizan para comprobar la huella de carbono del rey Juan Carlos.

Por lo tanto, es muy probable que el emérito haya realizado muchísimos más vuelos de los que se tienen en cuenta, también internacionalmente. Por ejemplo, en febrero de este año estuvo en Londres para el funeral de Constantino de Grecia.

Vista del avión donde ha aterrizado el Rey emérito en el aeropuerto de Vigo en julio del pasado año.
Vista del avión donde ha aterrizado el Rey emérito en el aeropuerto de Vigo en julio del pasado año.

Para este último viaje el rey Juan Carlos ha utilizado un avión privado alquilado modelo Bombardier BD.100-1A10 Challenger 350. A velocidad crucero, este tipo de aeronave gasta 673,803 litros de combustible por hora según Business Jet Traveller. Lo que significaría que en un viaje de unas dos horas, como es llegar a Ginebra desde Madrid o Vigo, habría consumido más de mil litros. Si después de haber llegado a Ginebra el emérito se hubiera trasladado a Abu Dabi serían casi siete horas de trayecto. Lo que supondría alrededor 4.000 litros de combustible y una huella de carbono equivalente a 252.90 kilos de CO2.

Otros aviones que ha cogido en sus viajes consumen más. Por ejemplo, el Bombardier Global 6000 con el que aterrizó en Vitoria el pasado mes de marzo, o en Sanxenxo en septiembre de 2023. En teoría, este tiene un gasto de combustible medio 2.100 litros, por lo que su huella de carbono es todavía mayor.