Mientras España intenta gestionar la llegada masiva de turistas o la compra de viviendas por parte de extranjeros, los hay que vienen a quedarse. Es el caso de Tom Hopcroft, un joven británico y emprendedor de 31 años que se mudó a Madrid en busca del amor hace ya siete años. Ahora es el fundador de Guiris de mierda, una plataforma que comenzó como una marca de ropa y ahora se ha convertido en algo mucho más grande.

Como su historia de amor con Madrid, que comenzó mientras él viajaba por Australia. Conoció a una chica madrileña y decidió que pasaría algunos meses en la capital española para ver si la relación tenía futuro. Aunque aquel romance no salió adelante, sí que surgió el amor: entre él y la ciudad, donde ha encontrado ahora el éxito y la estabilidad. Ahora dirige Guiris de mierda y organiza eventos semanales donde los extranjeros que viven en la ciudad tienen la oportunidad de conocer a otras personas. Hacen también actividades deportivas en grupo, speed dating, cenas "de familia" e incluso han hecho ya (y planean más) el Camino de Santiago.

El éxito, en apenas un año de trabajo, es arrollador. Las entradas de sus eventos se agotan en cuestión de minutos. Los participantes disfrutan desarrollando su sentido de pertenencia a la ciudad. No hay solo guiris, también asisten españoles que, por lo que sea, quieren conocer a gente nueva.

Vivir en una ciudad que no descansa, como Madrid, a veces es hostil. Parece que no hay tiempo para hacer planes más tranquilos o conocer a amigos de verdad. Todo es más difícil cuando no se conoce bien el idioma. El propio Tom admite que, a pesar de que su español es muy bueno, todavía a veces se pierde en conversaciones en grupo. ¡Incluso aunque su novia habla español! Ante el éxito de convocatoria de sus eventos, pronto lanzarán su propuesta en Barcelona y, con suerte, seguirá Valencia. Los guiris de mierda están aquí para quedarse.

"Guiris de mierda" comenzó con los insultos online

Según cuenta Tom Hopcroft a El Independiente, todo comenzó online. Él y un amigo hacían vídeos de YouTube en donde reaccionaban a canciones en español, algunas de ellas de reguetón, que no es precisamente su género favorito. La gente en los comentarios respondía a ese rechazo con insultos, y había uno que se repetía una y otra vez: "guiris de mierda". "Así que pensamos: 'qué gracioso si nos ponemos camisetas en donde diga guiris de mierda", recuerda.

Pasaron dos años hasta que la idea evolucionó y se convirtió, finalmente, en un negocio. Tom Hopcroft conoció a su novia, Macarena Casis Pareja, que es diseñadora de moda, y juntos comenzaron a desarrollar el concepto de una marca de ropa bajo el lema "guiris de mierda".

El primer paso fue llegar a la conclusión de que todos somos guiris en algún momento de nuestra vida, y más en ciudades como Madrid o Barcelona. "Para definir este concepto queríamos expresar este sentimiento colectivo a través de los colores, texturas y patrones correctos. Creando nuestro lenguaje visual único y tomándonos a broma", asegura Macarena (Maqui para los amigos) en una de sus últimas publicaciones.

Su plan era otro

"Los eventos solo eran para que a la gente le importara. No se puede hacer una marca de ropa si no tiene intención, a nadie le va a importar. Era muy natural, todos somos guiris o nos hemos sentido así en algún momento de su vida", comenta Tom Hopcroft. Pero la gente comenzó a unir los conceptos, los eventos con la ropa, y ambas ideas terminaron por fusionarse de alguna manera.

"Yo pensé que la ropa tendría ese nombre y las actividades serían otra cosa, pero la gente empezó a referirse a los planes como 'eventos de guiris de mierda'. Así que no iba a luchar contra ello. Ahora tiene sentido perfectamente, pero al principio no lo vi", explica. Precisamente para explicar este proceso, Tom hace referencia a una frase muy popular de Steve Jobs: "No puedes conectar los puntos cuando miras adelante, solo cuando miras hacia atrás. Así que tienes que confiar que en el futuro encajen de alguna manera".

Ahora Tom se dedica a tiempo completo a Guiris de mierda, aunque invierte también un pequeño porcentaje de su día a su marca personal, ya que también es influencer. Pronto cumplirán su primer año, ya que abrieron su Instagram en julio de 2023 y lanzaron su primera colección en noviembre. La idea de marca era tener en cuenta todos los detalles para un producto redondo: con algodón orgánico, logo bordado y, en ocasiones, arte impreso en la camiseta. Los diseños son de Maqui, que ha hecho el vestuario de obras de teatro como Los tacones de papá, y sus productos se fabrican en Portugal.

¿Es 'guiri' un insulto?

Por supuesto, a un español le puede resultar extraño llevar una camiseta que diga "guiris de mierda" o "balconing", aunque sea la mejor representación del humor británico. Ante la pregunta de si él ha recibido el título de guiri como insulto alguna vez, Tom admite que hay diferentes maneras de decirlo. "Por ejemplo, mi novia me llama 'mi guiri' y es muy cuqui, a mí me gusta", confiesa.

Pero es cierto que guiri tiene connotaciones negativas innegables. De hecho, lo dicen incluso en su página web. Hace referencia a ese británico, alemán o estadounidense que se pide una sangría y una paella en la Plaza Mayor, que va con sandalias y calcetines y se quema con facilidad. Es decir, una persona algo despistada que no sabe cómo se vive la vida en Madrid. Pero precisamente su campaña para presentar la colección muestra esta misma imagen y se reapropia del término.

En lo personal, Tom no tiene miedo de hacer planes de guiris. De hecho, cuando vinieron sus abuelos de visita hace solo unos días hicieron el recorrido que todo británico espera. Churros de San Ginés, bocadillo de calamares en la Plaza Mayor... los básicos. Pero a él lo que más le gusta hacer es más bien lo opuesto. Ir a una cafetería tranquila en un barrio sin tanto turista y disfrutar de la vida tranquila, que es uno de los grandes beneficios de España, según él.

Sobre su futuro, lo tiene claro: la idea es seguir viviendo en España. "No sé si en Madrid, pero sí en España", comenta. ¿Y qué piensa su familia de este traslado? "Están encantados", añade.