Mónica del Raval nació hace sesenta años en Villamanrique (Ciudad Real) bajo el nombre de Ramona Coronado García. Y el pasado 16 de agosto de 2024 falleció en el Hospital de Sant Pau, en Barcelona, donde vivió gran parte de su vida. Sin embargo, su maquillaje sorprendente y la corona sobre el pelo rubio platino estaban ausentes de las calles de la Ciudad Condal en los últimos años, ya que llevaba hospitalizada desde 2018. Pero su imagen permanece como uno de los iconos de la vida de la noche y la cultura underground, para siempre recordada como la "reina del Raval".
En la cultura popular se la conoce por la película Mónica del Raval, dirigida por Francesc Bertriu en 2009 y disponible en Filmin. Y también por su participación en el programa Callejeros, que emitió en 2012 el especial La reina del Raval. Con sorprendente naturalidad y desparpajo compartía algunos de los detalles de su vida y su rutina sin importarle la opinión de los demás. Se retiró de la prostitución en el año 2015, solo tres años antes de sufrir el ictus que la dejó en cama el resto de su vida.
Mónica del Raval era un icono. Participó en programas de televisión, hizo canciones, salió en videoclips e hizo cameos en películas. Por supuesto, era habitual en diversas fiestas de la noche de Barcelona. Por las calles del Raval vendía su película de Francesc Bertriu y también calendarios con sus fotografías en las épocas en las que la llamaban menos de las discotecas.
En la última etapa de su vida quiso desvincularse de la calle. Había trabajado como prostituta más de 20 años por propia iniciativa, pero lo dejó a un lado para buscar respeto de Barcelona y su comunidad. Quería ser recordada como parte de la cultura de la ciudad. Ahora quizás lo consiga, puesto que los que más la admiraban lucharán para que le pongan su nombre a una plaza.
Un icono familiar del Raval
Cuando se mudó a Barcelona, tras haber crecido en Valencia, pasado por Madrid e Ibiza, Mónica comenzó a trabajar en la puerta del Liceo. Su rutina comenzaba por las noches y era habitual verla paseando por las calles. Por supuesto, su imagen y su estética, tan personal, eran fácilmente reconocibles. "Era una mujer indomable", cuenta Javier Morelope, historiador del arte y autor de Décollage. Mónica del Raval como vanguardismo. "Hablaba de la prostitución de una manera totalmente libre, quería ser dueña y señora de todo", añade.
Era muy querida en el barrio del Raval, donde vivía con su hermano y su marido -que falleció hace unos años-, a apenas unos metros de Carmen de Mairena. "Un día llegué a casa y me dejé las llaves de la moto puestas. Mónica me las trajo y me dijo: 'un día te vas a dejar la cabeza dentro del maletín con el casco'. Y me enamoré", cuenta un usuario de las redes sociales al responder a la noticia de su fallecimiento.
"Recién llegado en Barcelona estudiaba cine y vivía en el Raval. La veía por la filmoteca y me quedaba totalmente loco por el look y a la vez ese algo tan tierno que transmitía esa mujer. Un día le digo 'Mónica, ¿quieres ser la protagonista de mis cortometrajes?' Y ella, mirando un poco con pena a ese chavalín que en aquel entonces era, me dijo: 'Cariño, es que yo soy muy famosa y entonces, a menos que no seas el nuevo Fellini, yo cobro mucho'. Ha sido una enorme inspiración", recuerda otro.
Estaba en estado vegetativo desde 2018
Desde 2018 estaba ingresada y en estado vegetativo tras sufrir un golpe de calor que le provocó un ictus. "Lo ha pasado realmente mal. Horrible. Ha aguantado muchos dolores, ingresos múltiples y sus últimos momentos han sido tremendos", cuenta Javier Morelope en sus redes sociales. El libro que el historiador publicó sobre ella, de manera totalmente independiente, era para darle seriedad al arte de Mónica a través de su visión profesional. Surge fruto de una entrevista que realizaron en 2015, en donde explica algunos de los detalles de sus 30 años en Barcelona, pero también de etapas anteriores.
"Te rememoraremos con optimismo, siendo fiel a ti misma, a tu forma de vida, a tu estética y a tu arte. Mujer directa, inteligente, comprometida, provocativa, valiente, caótica, sincera y, por supuesto, muy disfrutona. Toda una diva", añade el historiador en su publicación. Mónica del Raval quería ser recordada "siempre", tal y como le contaba a Javier Morelope. Y sin duda, esos ojos claros, pintados de azul y negro como Cleopatra, serán difíciles de olvidar. Le hubiera encantado la tendencia very demure.
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