Con las últimas luces del día desvaneciéndose sobre Kiev, Maria Hladka se preparaba para pasar su primera noche fuera de casa. “A las 7 de la mañana dejé mi apartamento en el centro de Kiev. Estaba demasiado cerca de la sede de la fiscalía y las academias militares”, relató a El Independiente esta joven de 22 años oriunda de la región del Donbás, uno de los kilómetros cero de un conflicto que ayer se transformó en una guerra abierta, después de que a las 5 de la mañana Rusia lanzara la invasión del país desde múltiples frentes.
Decenas de miles de habitantes de la capital abandonaron sus hogares a lo largo de una jornada marcada por la confusión y el eco de una sucesión de escaramuzas que golpearon el país desde todas las coordenadas. El destino de la mayoría de los desplazados era el oeste, Leópolis, a 540 kilómetros de Kiev, pero también otras poblaciones próximas a la frontera con Polonia, Hungría y Eslovaquia. En el éxodo, se produjeron atascos kilométricos y hubo quien, pertrechado de una maleta, optó por hacer el camino de salida a pie, por el arcén de la autopista.
Entretanto, las tropas rusas se acercaban anoche a la capital con la captura de la planta nuclear de Chernóbil y un aeródromo a 35 kilómetros de Kiev. “Los aviones militares no paran de sobrevolar la ciudad. No sabemos si son rusos o ucranianos, pero el ruido desconcierta”, reconoció Hladka. A última hora de la tarde, el estruendo de los cazas era perceptible al otro lado del hilo telefónico.
Con la incertidumbre por el futuro más inmediato, las aglomeraciones crecieron en torno a gasolineras y supermercados, en busca de abastecimiento. “Hay esperas de hasta tres horas en las gasolineras. Han establecido un límite de 20 litros por coche para no colapsar el servicio y permitir que los vehículos militares puedan repostar”, explicó la universitaria, que halló alojamiento temporal en el piso de unos amigos en las afueras de la ciudad. “Nuestra idea es pasar aquí la noche y no tener que bajar a los refugios”, indicó. Entre los vecinos de Kiev que decidieron permanecer en la urbe corrió como la pólvora un mapa con las ubicaciones de los refugios, desde estaciones de metro hasta sótanos de edificios públicos y privados.
Hay esperas de hasta tres horas en las gasolineras. Han establecido un límite de 20 litros por coche
Hace días que Roman, consultor para una empresa estadounidense, abandonó la capital para establecerse en las inmediaciones de Pereiaslav, a unos 95 kilómetros al sur de Kiev. “La situación aquí es tranquila. Todos los servicios, desde el gas hasta la electricidad, están funcionando con normalidad”, narró a este diario Roman. “A muchos ucranianos les puede sorprender que esto suceda en 2022, pero nos estamos haciendo a la idea”, murmuró cargado de estoicismo. “El desafío ahora es no dejarse llevar por el pánico, que es la principal arma de Putin. Se escuchan ruidos a lo lejos”. Sonidos de explosiones se escucharon en las principales ciudades del país. Al menos seis personas perdieron la vida en la localidad de Brovary, en las inmediaciones de Kiev.
Mapa de refugios en Kiev
Un porvenir incierto y sombrío se abría ayer paso por la ex república soviética, escenario de una invasión que amenazaba con convertirse en el mayor conflicto en Europa desde 1945, continuación de las refriegas que estallaron en 2014. “Cada uno lo vive a su manera. Para muchos esta guerra no existió en los últimos ocho años. Hay mucha actividad en tiendas, farmacias o cajeros”, aseguró Olena, vecina Kryvyi Rih, una de las ciudades más pobladas del centro de Ucrania. En la urbe, uno de los primeros movimientos fue la evacuación del distrito en el que se ubican los cuarteles militares.
En Kiev, las autoridades establecieron un toque de queda entre las 10 de la noche y las 7 de la mañana. “Les pedimos a todos los habitantes que regresen a sus casas a tiempo y que lleven un documento de identidad si son empleados de infraestructuras críticas y deben moverse por la ciudad durante el toque de queda”, declaró el alcalde, Vitali Klitschko. El transporte público permanecerá suspendido durante la noche. Las estaciones de metro, no obstante, continuarán abiertas como refugios. Durante el jueves, algunos habitantes de la capital -alertados por las sirenas antiaéreas- optaron por guarecerse en su interior. Cientos enfilaron el camino hacia Kyiv-Pasazhyrskyi, la estación central de tren de Kiev, en busca de billete para el éxodo.
“La situación es muy volátil, cambia a cada instante”, arguyó Maria Shuvalova, una profesora universitaria preocupada por los progresos de los uniformados rusos. “Estamos tratando de ayudar a todo el que lo necesita y preparando nuestros hogares”, murmuró. Maria y los suyos protegieron las ventanas de su apartamento con plásticos. “En caso de que caiga un misil cerca, trataremos de evitar las consecuencias para mi familia y para mi. Tenemos comida suficiente y sabemos dónde está el refugio más próximo”.
La orden es mantener la calma aunque cada cierto tiempo se escuchan sirenas
Las previsiones de muchos vaciaron mercados y cajeros. “Los bancos y los cajeros automáticos de la zona se han quedado sin efectivo. La orden es mantener la calma aunque cada cierto tiempo se escuchan sirenas y eso no ayuda”, apuntó Hladka, inquieta por las noticias procedentes de Donetsk, su lugar de procedencia.
“Mi madre está decidida a permanecer en su casa de Kostyantynovka, en la región de Donetsk. No quiere ser evacuada ni moverse a ningún otro sitio”, narró. Con las imágenes de la huida recorriendo las redes sociales, Roman intentaba no dejarse vencer por la propaganda de guerra. “No quiero especular. Los tres próximos días serán decisivos. Queda por saber cómo va a responder el ejército ucraniano a la agresión”, concluyó.
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