Un mes después de la celebración de las elecciones en Italia, las principales fuerzas políticas han acudido al Palazzo del Quirinale para entrevistarse con el presidente de la República, Sergio Mattarella, ante la incipiente formación del gobierno. Las últimas tensiones entre Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi han enturbiado el clima de acuerdo entre la coalición de derecha. La líder de Fratelli d'Italia ha aceptado el encargo de formar gobierno ante la incertidumbre creada por el desencuentro de los socios en el reparto de carteras.  

La canción Paseando por Roma, del grupo argentino Soda Stereo, dice lo siguiente: "Son las 12 y te llamé, desespero, pero es mejor decir adiós e intentarlo mañana". Un canto a un amor que parece desvanecerse, a pesar de los continuos intentos de sus protagonistas por evitar que deje de latir. Y en un marco como la ciudad de Roma donde, a priori, el juego de letras con la palabra amor invita a que la magia de las relaciones fluya y tenga su encanto. Así parece que también han sido los contactos recientes entre Giorgia Meloni y Silvio Berlusconi, máximas figuras de la derecha italiana. A pesar de la belleza del escenario romano, la relación se ha convertido en una fuente de desesperación ante los continuos intentos y desencuentros entre dos personajes que se habían profesado cariño y respeto mutuo tras años de relación (Meloni había sido ministra de Juventud en el último gobierno Berlusconi, 2008-2011).  

La semana pasada, este desencuentro era más que evidente cuando unas notas escritas por Il Cavaliere eran capturadas por un fotógrafo en sede parlamentaria. Sabionda, arrogante, ofensiva, prepotente o ridícula: estos son algunos de los adjetivos, apuntados por el líder de Forza Italia, para definir a la futura primera ministra de la nación. Berlusconi se justificó indicando que estos calificativos correspondían a las quejas de sus senadores por los momentos de tensión vividos con sus homólogos de Fratelli d'Italia (FdI) en las votaciones para decidir los presidentes de las cámaras legislativas: Congreso y Senado.

Sin embargo, las excusas no parecían suficientes y para apaciguar los ánimos, el ex presidente del Consejo de Ministros aceptó la sumisión y se reunión con Meloni en la sede de su partido. Aquí pudieron limar asperezas y ofrecer una imagen de unidad con el propósito de formar un gobierno fuerte en los próximos días. 

Polémica elección en las Cámaras

Apenas tres semanas después de las elecciones, se habían vivido jornadas intensas en la capital italiana. Idas y venidas de políticos, consejeros y periodistas por el paseo, de no más de veinte minutos, que recorre los principales lugares del poder en la antigua ciudad romana. La polémica comenzó con la elección de Ignazio La Russa (FdI) como presidente del Senado, cámara ubicada en el Palazzo Madama junto a la bellísima e imponente Piazza Navona, escenario de otro sonado enfrentamiento en la capital: entre los los arquitectos Borromini y Bernini en el siglo XVII.

Dos días después, a tan solo 500 metros, Lorenzo Fontana (Lega), se coronaba como presidente del Congreso en el Palazzo Montecitorio. Dos figuras controvertidas: el primero, por sus posturas ultraderechistas como nostálgico del fascismo y admirador de Mussolini; el segundo, por sus manifestaciones extremas contra el aborto, la inmigración y los derechos de los homosexuales. 

"Mañana es mejor", alienta el malogrado vocalista Gustavo Cerati cuando inicia la interpretación del mencionado tema; un directo noventero, nostálgico y majestuoso en sus guitarras y en el perfecto acompañamiento de la batería. Tres palabras que definen una idea que parece haber sobrevolado por la cabeza de los líderes de la coalición durante las dos últimas semanas, al menos sobre la de Meloni. Ante el reto de gobierno que tiene por delante, parece haber tomado distancia sin entrar al enfrentamiento farragoso con un Berlusconi que, hace dos días, se afanaba en demostrar su amistad y su simpatía por Vladimir Putin haciendo público el regalo que el ruso le había enviado por su 86 cumpleaños. En este sentido, la postura de Meloni fue la de detenerse, esperar y no entrar en una batalla que podría dinamitar su anhelado mandato, incluso antes de iniciarse. Un contacto o una conversación al día siguiente siempre podría considerarse más conciliadora. 

Reunión exprés

Así pues, la jornada de hoy se presentaba como el impulso definitivo para la formación del nuevo gobierno Meloni. El presidente de la República, Sergio Mattarella, recibía en el Quirinale a los miembros de la coalición de derechas, después de haber iniciado la ronda de contactos con el resto de las formaciones en la jornada del jueves.

La reunión entre Mattarella y los socios ha sido breve, de no más de diez minutos, y ha servido para que la líder romana acepte el encargo de formar un ejecutivo y se convierta, de esta forma, en la primera mujer en ocupar el Palazzo Chigi, sede del gobierno italiano, tras 76 años de democracia. Tras el encuentro con el jefe del Estado, la propia Meloni resaltaba la voluntad de todos los socios en formar gobierno rápidamente con la decisión unánime de ser ella la cabeza visible. 

El futuro gobierno contará con Alfredo Mantovano como subsecretario y dos vicepresidencias para satisfacer las demandas e intereses de los socios de gobierno. La primera de ellas la ocupará el líder de la Lega, Matteo Salvini, otra de las cabezas visibles de la coalición y que también ocupará la cartera de Infraestructuras y Movilidad Sostenible. La segunda vicepresidencia corresponderá a Antonio Tajani, número dos de Forza Italia, que también se situará al frente del Ministerio de Exteriores.

El nombramiento de Tajani parece que responde a una maniobra táctica para cultivar una relación amable y prolífica con Europa"

El nombramiento de Tajani parece que responde, a priori, a una maniobra táctica para cultivar una relación amable y prolífica con Europa. Distanciado de las posturas prorrusas de Berlusconi, Tajani es parte activa del Partido Popular Europeo y ha ocupado puestos relevantes en los organismos e instituciones de la Unión Europea con vicepresidencias en Comisión y Parlamento.  A Tajani y Salvini, se les unen otras figuras destacadas en ministerios relevantes que jurarán el cargo el mismo sábado con una escasa cuota femenina (tan solo siete de los 25 integrantes del gobierno incluida la presidenta). Por ejemplo, el magistrado Carlo Nordio ocupará la cartera de Justicia, a pesar del desacuerdo de Berlusconi que tenía la esperanza de colocar en este puesto a un representante afín a sus intereses y sus causas.

En el aspecto económico, el integrante de la Lega, Giancarlo Giorgetti, será el encargado de asumir algunos retos importantes como la elaboración y aprobación express de los presupuestos generales, el reparto de los fondos europeos o el diseño de una estrategia eficaz para afrontar la crisis energética. Además, nueve de estos ministros ocuparán su cargo sin cartera para ampliar el reparto entre técnicos y miembros de la coalición. 

"Ahora es hora y no fue ayer...", así arranca la última estrofa de Soda Stereo ante lo que parece el momento definitivo. El momento de Meloni, finalmente, ha llegado y solo queda comprobar si las tensiones vividas en este arranque de la XIX legislatura se convierten en una constante durante su recorrido o si, por el contrario, la anomalía política se presenta en Italia a través del cumplimiento de un mandato (cinco años). Una situación difícil por la naturaleza autodestructiva de la política italiana, así como por el afán de protagonismo de algunos de los miembros que componen la coalición y, también, el gobierno. Asimismo, por el signo ultraderechista con el que se ha catalogado a este gobierno desde la victoria en las elecciones de Meloni y que ha generado una fuerte ola de incertidumbre en la Unión Europea y en los países del entorno.

Para más inri, la reciente dimisión de Liz Truss en una democracia consolidada como la británica, tras solo 45 días de mandato, invita a pensar seriamente en el cuestionamiento de la estabilidad política en el viejo continente, asunto en el que Italia se lleva la palma.


Pablo Gómez Iniesta es investigador predoctoral de la facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla-La Mancha (Campus de Cuenca).