El 24 de febrero de 2022 Rusia puso en marcha por orden de Putin una 'operación militar especial'. Así comenzó la guerra de Ucrania, que cerca de cumplir su primer aniversario aún se antoja lejos de su final. Uno de los mayores conflictos armados de este siglo, del que aún desconocemos su verdadero impacto, pero que ya nos ha dejado momentos e imágenes para la historia. A continuación, un repaso a través de 15 documentos audiovisuales de instantes, lugares o hechos clave, que por sí solos ya cuentan un historia pero en conjunto ayudan a trazar una radiografía completa de la guerra.

Un año de guerra

Invasión

A las 4:30 de la mañana, hora local, del 24 de febrero de 2022 Vladimir Putin se dirigió directamente a su nación para informarles del inicio de una guerra contra Ucrania. El objetivo era, según dijo, «desmilitarizar y desnazificar» el país. De inmediato comenzó una invasión a gran escala, con ataques a una decena de ciudades ucranianas en el sur y este del país, entre ellas Kiev y Járkov, tropas que entraban por el norte desde Bielorrusia y bombardeos a enclaves civiles e infraestructuras militares. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, anunció el comienzo de un gran conflicto en Europa y declaró el estado de guerra. Mientras, Putin advertía de que cualquier interferencia o amenaza conllevaría una respuesta rusa "inmediata" y consecuencias «como nunca antes han experimentado en su historia»

Las cicatrices de Járkov

La segunda ciudad más grande de Ucrania fue una de las más castigadas al inicio del conflicto. Tanto que, para mediados de marzo, la mitad de sus 1,4 millones de habitantes ya la habían abandonado. Con una larga historia de resistencia y no pocas cicatrices a sus espaldas (durante la II Guerra Mundial fue escenario recurrente de las refriegas entre las tropas nazis y soviéticas), sufrió continuos bombardeos mientras ambos países negociaban una tregua. Rusia incluso utilizó allí bombas de racimo, prohibidas por el derecho internacional. Desde entonces la región donde se ubica la ciudad ha sido uno de los escenarios más conflictivos, con un gran avance ruso al principio y contraofensivas ucranianas recuperando terreno desde septiembre de 2022, que han sido calificadas de una importancia "histórica" por algunos expertos y que motivaron al ejército ucraniano a soñar con la victoria.

Éxodo ucraniano

Desde el inicio en algunas ciudades se produjeron enormes caravanas de gente que pretendían huir del conflicto, dejando atrás sus vidas para refugiarse en otros países. Según los últimos datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 8 millones de personas han abandonado el país desde el estallido de la guerra, lo que supone que Ucrania ha perdido el 20% de su población. A ello habría que sumar otros 5,9 millones de desplazados internos, según Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Paradójicamente, el país que más refugiados ha acogido ha sido Rusia (2,8 millones), seguido de Polonia (1,5 millones) y Alemania (880.000). España se ubica sexto en esta lista, acogiendo a más de 166.000 ucranianos.

Región de Kiev: las masacres de Bucha e Irpín

Cadáveres de civiles en Bucha, Kiev.
Cadáveres de civiles en Bucha, Kiev.
Un soldado ucraniano tapa varios cadáveres en Bucha.
Un soldado ucraniano tapa varios cadáveres en Bucha.
Una víctima ucraniana a las afueras de Irpin.
Una víctima ucraniana a las afueras de Irpin.
Un hombre yace muerto junto a su bicicleta junto a un puente destruido en Irpin, cerca de Kiev.
Un hombre yace muerto junto a su bicicleta junto a un puente destruido en Irpin, cerca de Kiev.

Cuando las tropas ucranianas recuperaron el terreno ocupado por los rusos en la región de Kiev a finales de marzo se encontraron con una estampa desoladora: cuerpos maniatados tirados por el suelo, cadáveres de todas las edades mutilados y con heridas de bala, tanques rusos quemados y cientos de personas en fosas comunes. Las imágenes más duras llegaron desde Bucha, una ciudad al norte de la capital que sufrió los primeros embistes de la operación de avance de Moscú hacia la capital. Irpín, punto clave en la resistencia al estar situada a tan sólo 20 kilómetros de Kiev, quedó totalmente destruida tras los ataques que segaron la vida de al menos 3.000 civiles. Mientras Rusia lo negaba y acusaba al gobierno de Zelenski de orquestar un «montaje», la fiscal general ucraniana, Irina Venediktova, calificaba la zona como "infierno" y su presidente lo tachaba de «genocidio».

Un soldado ucraniano evacúa a un anciano de su hogar, destruido por las bombas, en Kiev.

Un ejército a la altura

En marzo de 2014 Rusia impuso su fuerza en Crimea ante la debilidad de Ucrania. Ahora, casi un año después de la invasión a su país, los ucranianos han logrado contener al segundo ejército más grande del mundo y hacerle retroceder. La clave la dio el experto en política y seguridad Taras Kuzio, que explicó que en 2004, cuando el país tenía un ejército anticuado y corrupto, comenzó un proceso de transformación que se vio interrumpido con la llegada al poder de Viktor Yanukovych en 2010. Su sucesor Petró Poroshenko, que estuvo el poder durante el conflicto de Crimea, incrementó el gasto militar hasta el 5% del PIB, una cifra que nadie iguala en la OTAN y que sólo EEUU supera. A ello hay que sumarle la involucración de la sociedad y la moral alta de los ucranianos, que han reclutado para el frente a miles de civiles que han recibido algo de entrenamiento militar. Todo el país empuja.

Azovstal, símbolo de la resistencia

El complejo Azovstal era, con 11 kilómetros cuadrados de extensión, una de las siderúrgicas más grandes del mundo. Ubicada en Mariúpol, un enclave estratégico fundamental para Putin, se convirtió en el símbolo de la resistencia ucraniana. En el interior de la acería un grupo de militares, algunos de ellos del Batallón Azov (ultranacionalistas ucranianos, muchos de ellos adscritos a grupos extremistas de equipos de fútbol) rechazaban rendirse ante las tropas que habían sitiado el edificio. La complicación para las fuerzas rusas fue la gran extensión del laberíntico sistema de túneles interior, que alcanza los 24 kilómetros de longitud. Tras aguantar unas tres semanas, los soldados ucranianos finalmente claudicaron al agotarse sus suministros y su munición.

Caída de Mariúpol

Desde el comienzo de la guerra la ciudad de Mariúpol, de 400.000 habitantes, se fijó por las fuerzas rusas como uno de los objetivos prioritarios. Y los ataques no tardaron en llegar. Sólo un día después de la invasión, el 25 de febrero, comenzó un asedio de bombardeos constantes que duró 55 días. La ciudad protagonizó una resistencia agónica, pero acabó cayendo tras el numantino sitio pocos días antes de que los soldados de Azovstal también se rindieran. El Ministerio de Defensa de Rusia informó de la caída y Vladimir Putin envió una felicitación a su ministro de Defensa, el general Shoigu, por la «exitosa» operación. Las primeras cifras hablaban de que el 80% de los habitantes huyeron, 21.000 civiles fallecieron y entre 20.000 y 30.000 fueron deportados a campos y ciudades remotas de Rusia. Además, el 90% de los edificios quedaron dañados o destruidos. La ciudad, en definitiva, quedó completamente arrasada, tal y cómo advirtieron fuentes ucranianas.

Derribo del Monumento a la Amistad

La cabeza del obrero ruso del monumento a la amistad ucraniano-rusa, por los suelos, en Kiev.
La cabeza del obrero ruso del monumento a la amistad ucraniano-rusa, por los suelos en Kiev.

En 2018 unos ciudadanos pintaron en Kiev una grieta que aludía al deterioro de las relaciones entre Rusia y Ucrania. Para abril de 2022 ese cisma era insalvable. Para ejemplificarlo, Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, dio la orden de destruir el monumento que la ciudad había erigido en 1982 para conmemorar la amistad entre el pueblo ruso y el ucraniano. «Con Rusia, todo se ha acabado. El monumento fue construido para celebrar el 60 aniversario de la Unión Soviética. Hoy deberíamos convertirlo en un canto a la unificación de las tierras ucranianas. Apruebo que se derribe», apuntó entonces Serhiy Myrhorodsky, arquitecto de la obra. La estatua representaba a un trabajador ruso y otro ucraniano de ocho metros que sostenían la estrella de la amistad, bajo un arco de titanio. En las labores de desmontaje el operario ruso quedó descabezado en una imagen que se ve repetida en guerras o levantamientos contra dictaduras.

La vida en el país devastado

Noria parada en Kiev por los apagones derivados de los ataques rusos DANYLO ANTONIUK / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO

Aquellos que no murieron ni huyeron a otros países tuvieron que acostumbrarse a una nueva vida entre las ruinas. A partir de septiembre, con la llegada del invierno, Rusia comenzó a sabotear la red de electricidad, agua e Internet, algo que sumió ciudades como Kiev en la penumbra. Para noviembre, más de 10 millones de ucranianos estaban afectados, mientras el Gobierno acusaba al Kremlin de usar «el frío como arma de destrucción masiva» después de que los bombardeos afectaran a más de la mitad de las infraestructuras energéticas ucranianas. El nivel de devastación es tal que la hipotética reconstrucción del país se estima que llevaría al menos entre 10 y 20 años.

Los nueve años de guerra en el Donbás

Otro de los polvorines del conflicto. Allí la guerra comenzó en 2014, cuando gran parte del territorio pasó a estar dominado por rebeldes prorrusos. Aquello sirvió para que los ucranianos se entrenaran militarmente y llegaran más preparados a la guerra que estalló en 2022. Las repúblicas de Donetsk y Lugansk, anexionadas ilegalmente por Rusia, se unen a ciudades como Bajmut, Vuhledar, Mariinka o Lyman, donde se llevan meses librando batallas encarnizadas, calle a calle y metro a metro, que han costado muchas vidas a los dos bandos. A día de hoy la situación está atascada, pero la zona se perfila como uno de los objetivos prioritarios a corto plazo para Rusia, que ya la controlaba parcialmente antes del conflicto pero no ha conseguido dominarla por completo. Una hipotética conquista rusa junto al control de Crimea podrían provocar que Putin accediera a negociar.

La reconquista de Jersón

La bandera ucraniana en Jersón.

La única capital regional conquistada por los rusos, que además suponía un enclave estratégico para el Kremlin para mantenerse en Crimea y en el sur, fue recuperada por los ucranianos en noviembre después de ocho meses. Aquella derrota tuvo un gran peso simbólico, aunque las autoridades rusas trataron de presentarla como una retirada voluntaria. Los habitantes de la ciudad, que contaba al inicio de la guerra con 300.000 habitantes, se envolvieron en los colores azul y amarillo de la enseña ucraniana, que volvió a ondear en Jersón para celebrar hasta la medianoche la llegada de las tropas leales al gobierno de Kiev. Para Rusia, sin embargo, la zona sigue siendo territorio ruso, tras los referéndums farsa en los que se anexionó cuatro regiones ucranianas.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ante el Consejo del Atlántico Norte.

El nacimiento de un héroe

Cuando estalló la guerra y se especulaba con que el presidente ucraniano podría abandonar el país, Volodimir Oleksandrovich Zelenski subió un vídeo a sus redes sociales para tranquilizar a su pueblo. "Estoy aquí", les dijo. Y desde entonces no les ha fallado. En aquel momento pocos a nivel internacional conocían su nombre, pero Zelenski se ha convertido en la cara visible del drama ucraniano, con intervenciones en los organismos más importantes del mundo, desde el Parlamento Europeo hasta la OTAN, pasando por el Congreso de España. Un presidente en camiseta que un día se desplaza al frente en Bajmut a animar a los combatientes y al siguiente se presenta ante el presidente de la nación más poderosa del mundo con el mismo objetivo en mente: la victoria de Ucrania frente a la Federación Rusa. Una actitud y un liderazgo que le valió ser nombrado como Hombre del Año para El Independiente

Ayuda occidental

El envío de los tanques Leopard y Abrams a Ucrania, que llegarán próximamente, por parte de los países occidentales se ha convertido en el símbolo del apoyo a Ucrania. La comunidad internacional en su mayoría, y especialmente la europea, se posicionaron desde el principio a favor del país ucraniano, condenando los actos de Rusia y enviando paquetes de ayuda de manera continua, aunque intentando evitar en todo momento entrar en el conflicto directamente. Un apoyo que el propio Zelenski se ha encargado de agradecer y de impulsar, asegurando que la seguridad global depende de ello.

El ministro ucraniano del Interior y su equipo mueren al estrellarse su helicóptero en Brovary
El ministro ucraniano del Interior y su equipo mueren al estrellarse su helicóptero en Brovary

La muerte del ministro

«Otro día triste. Más muertes». La primera dama de Ucrania Olena Zelenska estalló en lágrimas al enterarse ante los asistentes al Foro de Davos en Suiza de la muerte del ministro del Interior del país, Denis Monastyrskyy, y cinco personas de su equipo en un accidente de helicóptero. Eran las 8.20 de la mañana del 18 de enero cuando el artefacto se precipitó junto a una guardería y un edificio de apartamentos. Un duro golpe para el país, que aún se estaba recuperando del ataque de un misil ruso en un edificio en Dnipro días antes, en el que murieron al menos 45 personas. El día del accidente había niebla, pero los principales medios ucranianos debatían si esa podría haber sido la causa o podría tratarse de una avería, del incumplimiento de las normas de seguridad durante el vuelo, o de «una acción deliberada para destruir la aeronave». Cuando la investigación sobre el asunto apenas había comenzado el presidente Zelenski sentenció que «no hay accidentes en la guerra. Ha sido consecuencia del conflicto».

Los rusos apuntan a Bajmut

Bajmut, en la línea de frente

El foco de los últimos días se ha puesto en Bajmut, una ciudad que carece de alto valor estratégico pero en la que Ucrania y Rusia se han dejado tanto que ahora les es imposible retroceder. El Grupo Wagner se tomó como una misión personal la conquista, que en caso de producirse sería la primera victoria de la Federación Rusa en meses. La ciudad, conocida por su producción de vino, llegó a albergar 70.000 almas. Ahora apenas quedan 5.000, entre ellos 140 niños, a los que las autoridades ucranianas les han pedido que salgan cuanto antes. Las tropas rusas , que se refieren al lugar como «la picadora de carne» porque aseguran que los ucranianos no paran de perder efectivos empeñados en la defensa, están estrechando el cerco, aunque reconocen que aún tardarán en imponerse. Mientras, el presidente, Volodimir Zelenski, califica al enclave como «nuestra fortaleza». Si cayera, supondría una mayor presión sobre los aliados para que envíen más armas a Ucrania, y más rápido de lo que lo están haciendo.