El presidente ruso, Vladimir Putin, está embarcado en una campaña de imagen con la que pretende reforzar su imagen, que quedó muy dañada tras la rebelión del líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, el sábado 24 de junio. En Derbent, Daguestán, se acercó este miércoles por la noche a la multitud, repartió besos y se hizo selfis en un gesto excepcional. Las imágenes fueron difundidas por la televisión pública rusa.

Quiso felicitar a los musulmanes de esta república en el Día del Sacrificio y le regalaron un Corán. En Derbent, a 2.000 km de Moscú, visitó una antigua ciudadela y una mezquita histórica. Putin aseguró que contaba con el apoyo de la población en Derbent y en toda Rusia.

Putin mantiene habitualmente las distancias cuando acude a actos públicos. La pandemia acrecentó aún más su pánico al contacto directo, algo que se ha visto incluso en sus encuentros con mandatarios internacionales. A los menos afines los sienta en mesas kilométricas.

Pero el motín de Prigozhin ha mostrado a un Putin debilitado, algo que el líder del Kremlin no puede permitirse. En su discurso del lunes por la noche, una vez aplacada la rebelión se dirigió a los rusos a los que dejó claro que solo él podría protegerles del caos. Elogió la unidad y el apoyo del pueblo, cuando todo el mundo pudo observar cómo los mercenarios de Wagner avanzaron hacia Moscú desde Rostov del Don sin encontrar apenas resistencia. Fueron atacados desde el aire pero derribaron varios aviones.

Y la gente aclamó a los combatientes de Prigozhin como héroes cuando regresaron a Rostov del Don, una vez que el jefe de Wagner dio orden de replegarse "para evitar un baño de sangre". Fue una manifestación espontánea, nada que ver con lo que ha orquestado el Kremlin en Daguestán. Y Putin tomó nota.

Necesitaba dirigirse a los militares, como hizo el martes, a quienes agradeció su respaldo, y les dijo que habían evitado una guerra civil. Ahora ha empezado una caza de brujas para ver quiénes le fallaron. Hay rumores de que el general Surovikin está encarcelado y, de hecho, no comparece en público desde el pasado fin de semana.

A la vez se deja ver como un líder cariñoso y querido por el pueblo. Estamos en plena campaña para que la marca Putin siga estando asociada a la estabilidad y la fuerza. Lo tiene muy complicado. Más que nunca antes. Y esas fotos como si fuera una estrella del pop lo confirman.