Dios, redes y mano dura. Nayib Bukele (San Salvador, 1981) ha mirado al cielo al agradecer su victoria aplastante en las presidenciales. "Gracias a Dios y a este pueblo noble y unido, ustedes han visto como El Salvador ha dejado de ser el país más inseguro. Ahora es el más seguro del mundo. Seguiremos demostrando al mundo el ejemplo de El Salvador", ha dicho Bukele tras consolidarse en el poder con más del 85% de los votos. Muchos mandatarios en América Latina, desde el argentino Javier Milei al ecuatoriano Daniel Noboa, ven a Bukele como un ejemplo por su política de mano dura contra las maras.

Fiel a sí mismo, Bukele no esperó a los datos oficiales para proclamarse vencedor este domingo. Nadie dudaba que ganaría de forma aplastante, pero ni siquiera mantiene ya las formas. En 2019 Bukele, aún treintañero, sorprendió con su triunfo. Entonces se convirtió en el presidente másjoven del país y de América Latina. En 2024 ya se daba por hecho que ganaría, y muchos dan por hecho que hay Bukele para rato. Llegó a reconocer en una entrevista que aspira a mantenerse en el poder hasta que su salud lo permita.

La democracia es el pueblo

Lleva dos años gobernando con un régimen de excepción. Así se ha hecho con el control del poder judicial y del legislativo. A quienes le reprochan que ha dinamitado la democracia les reprocha que no escuchen al "pueblo". Así lo hizo en su discurso en el Palacio Nacional el domingo, cuando arremetió contra la prensa española. Un periodista español se había atrevido a reprocharle que haya acabado con la democracia y él se sacudió la crítica con una demagogia que habría gustado al mejor Hugo Chávez.

La breve, muy breve era democrátia en la historia salvadoreña ha terminado ya. Bukele ha inscrito su nombre en una de las peores tradiciones latinoamericanas: la del dictador"

editorial de 'el faro'

"Democracia significa el poder del pueblo, y si los salvadoreños quieren esto, ¿por qué va a venir un periodista español a decirnos lo que los salvadoreños debemos hacer?", dijo Bukele en su discurso. Es un anticipo de lo que viene: la prensa independiente está en su punto de mira. "La breve, muy breve era democrática en la historia salvadoreña ha terminado ya. Nayib Bukele ha inscrito su nombre en una de las peores tradiciones políticas centroamericanas: la del dictador", dice el editorial de El Faro. Esta publicación, fundada por Carlos Dada, mantiene su posición crítica al poder. Tan solo algunas publicaciones independientes y algún diputado, como Claudia Ortiz, se mantienen firmes en sus críticas a los abusos de Bukele.

"Considera que la división de poderes es un estorbo para gobernar el país. Por eso dio el golpe en la Asamblea, y por eso ha tomado el Constitucional, lo que le ha permitido optar a la reelección. Es lo que ha definido su primer mandato junto con el bitcoin, una aventura que no ha llevado a aumentar las remesas. El gobierno está manejado desde la mitomanía y marcado por el uso de las redes, desde donde anuncia las leyes que le convienen. Gobierna sin control", afirma Óscar Meléndez, investigador salvadoreño de la Universidad Centroamericana (UCA).

El zar de la seguridad

Empezó a restringir libertades con el Covid, y poco a poco se saltó la división de poderes. Defiende que una democracia que empieza y termina en las urnas. El pueblo vota y Bukele decide. A cambio de permitir a Bukele gobernar sin límites, los salvadoreños viven más seguros, dejan de pagar a las maras y los pandilleros de poca monta están en prisión.

"Hay un trauma tan grande con respecto a la violencia, un trauma que ha afectado a tantas generaciones tantos años, que a cambio de la seguridad le dan su apoyo. Utiliza este trauma para atraer al electorado y lo logra. Así dio el golpe en febrero de 2020, cuando se plantó el Legislativo. Ya lo tiene dominado", señala la periodista Mónica Campos, de la web Alharaca.

Ha construido una megacárcel y más de 75.000 personas han sido encarceladas, muchas de ellas sin pruebas. Para conseguir esta paz social, Bukele ha pactado con los capos de las maras, según ha publicado la prensa independiente, se ha amparado en los evangélicos y se ha apoyado en los grandes empresarios.

Un gurú en las redes sociales

Para difundir su mensaje mesiánico, cuenta con las redes sociales: es un hábil comunicador que se presenta como un ejecutivo moderno por fuera y tradicional en el fondo. Tiene tres veces más seguidores en X (antes Twitter) que el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez. Y lo mismo ocurre con Instagram o TikTok.

Es el presidente influencer, un provocador. Un presidente con un guiño rebelde, que se viste como un CEO de Google"

jordi sarrión-carbonell, periodista y politólogo

"Cuida cada uno de los detalles de sus puestas en escena. Lo hemos visto en su mensaje una vez electo. Está en todas las redes sociales y sabe segmentar muy bien sus mensajes. Recurre a dos estrategias: en Instagram y TikTok sigue los trends. Ahí se hace eco a grandes eventos como la elección de Miss Universo y aprovecha la gala para su exaltación. Emplea estas redes para poner El Salvador en el mapa. En Twitter provoca y busca titulares. Es el presidente influencer. Un presidente con un guiño rebelde que atrae a los jóvenes y que le ha funcionado bien a la derecha alternativa aunque venga de la izquierda radical", explica Jordi Sarrión-Carbonell, periodista y politólogo especializado en comunicación política y América Latina.

"Cuida cada detalle de la puesta en escena: sonido, imagen. Trabaja su físico. Viste como un CEO de Google. Su estética es de joven directivo. Y da mucha importancia a los símbolos, presume de su familia, siempre perfecta. Y es muy relevante su relación con Dios". Está casado desde 2014 con Gabriela Rodríguez, psicóloga y bailarina. Es el amor de su vida, con quien se besa ante los salvadoreños en el Palacio Nacional, cuando celebra su victoria

El Hermano Toby y los evangélicos

Ese mesianismo es clave para entender la figura de Nayib Bukele. Aunque desciende de una familia de origen palestino, el presidente electo se ha acercado a los evangélicos, con gran arraigo en El Salvador, un país de algo más de cinco millones de habitantes. "En El Salvador los ciudadanos son muy creyentes. Tienen la esperanza de que alguien les salve de los grandes problemas como las maras", apunta el investigador Óscar Meléndez.

Está próximo al Tabernáculo Bíblico Bautista, fundado por Edgard López Bertrand, conocido como El Hermano Toby. Así es claramente antiabortista. Pero, como destaca Meléndez, la alta jerarquía católica le deja hacer. Cuando Bukele hizo sus tejemanejes para poder optar a un segundo mandato, lo que es inconstitucional, el arzobispo de San Salvador señaló que no importaba lo que dijera la Constitución, sino lo que quisiera el pueblo.

Su éxito en El Salvador es innegable. Dio sus primeros pasos en el ayuntamiento de Nuevo Cuscutlán, a 8,5 km de San Salvador. En 2015 fue elegido alcalde de la capital del país. En 2017 fue expulsado por el Tribunal de Ética del FMLN tras declararlo "culpable" de fomentar la división interna. Dos años después ganaba las presidenciales. En poco más de una década ha pasado de ser consultor político a presidente todopoderoso.

Y para cautivar a los salvadoreños, y a muchos latinoamericanos, ha creado un personaje. Bukele es cercano. Es el padre, el bro, el protector. Es el salvador de El Salvador. Cautiva a los jóvenes a los que les ofrece una esperanza de futuro y a los mayores, hartos de los políticos tradicionales. Su estilo atrae más allá de El Salvador. Para Milei es un ejemplo. Y para Noboa y los ecuatorianos, acuciados por una criminalidad aún más salvaje. Bukele, hoy por hoy, es imparable.