Donald Tusk, primer ministro polaco, ha roto su silencio tras la derrota de su candidato a la Presidencia, Rafał Trzaskowski, en las elecciones del domingo. La victoria del populista Karol Nawrocki se lee como un voto de castigo contra Tusk, que ha fracasado a la hora de acometer las reforma prometidas en 2023. Tusk ha tomado nota y va a acelerar las reformas tras someterse a una moción de confianza, según ha anunciado en una breve comparecencia en la televisión pública.

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"La primera prueba será el voto de confianza, que solicitaré al Sejm próximamente. Quiero que todos vean, incluidos nuestros interlocutores nacionales e internacionales, que estamos preparados para esta situación, que comprendemos la gravedad del momento, pero que no tenemos intención de dar un solo paso atrás", ha señalado, según informa el portal de noticias Onet.

Esta tarde, antes de su breve intervención, se ha reunido con los socios de su coalición, Lewica y Tercera Vía, a los que ha informado de estos planes. Le han asegurado su apoyo para seguir adelante, a pesar de las demandas de la oposición de que dé un paso atrás y convoquen elecciones anticipadas.

No ha hecho caso a quienes demandaban su dimisión. "La lucha contra la democracia ha perdido, esta es su derrota; un gobierno así debería simplemente desaparecer", dijo Jarosław Kaczyński, el ideólogo del partido Ley y Justicia, que apoya a Nawrocki, durante un discurso el lunes por la noche. Dijo que la derrota del candidato liberal era "una tarjeta roja" para el Gobierno de Tusk. El presidente del PiS también propuso la formación de un gobierno técnico. La pugna entre Donald Tusk y Jarosław Kaczyński marca la política en Polonia desde hace décadas.

Por una Polonia libre, soberana, segura y próspera

Tusk ha felicitado al presidente electo, Karol Nawrocki, y ha elogiado la determinación de Rafal Trzaskowski. "Quiero declararles hoy a todos que, como primer ministro del gobierno polaco, no cejaré ni un instante en mi trabajo y en nuestra lucha común por la Polonia que soñamos en el umbral de la independencia. Libre, soberana, segura y próspera".

Finalmente, se dirigió a los votantes que votaron por Rafał Trzaskowski. "A todos los que votaron por Rafał Trzaskowski, les digo hoy que seguimos adelante. Sé cómo se sienten, pero recordemos que acordamos algo importante que requerirá fuerza, perseverancia y quizás más tiempo del que desearíamos. En democracia, la lucha nunca termina. Creo en ustedes. Creo en Polonia", ha concluido el primer ministro.

Resaca electoral

Este lunes ha sido de resaca electoral en Polonia. El candidato perdedor, el liberal Trzaskowski, ha escrito un tuit para agradecer "cada voto" y cada muestra de apoyo y afecto. Ha felicitado a Nawrocki y le ha pedido que recuerde que "este triunfo es un compromiso, sobre todo en tiempos tan difíciles y con un resultado tan ajustado".

También ha recurrido a X el ganador, Karol Nawrocki, para presentarse, en primer lugar, como víctima de "una campaña electoral difícil, y en ocasiones, brutal". Ha agradecido la confianza a sus votantes y ha expuesto sus deseos. "Queremos vivir en un país seguro, económicamente fuerte, que se preocupe por los más débiles. Un país que cuente en las relaciones internacionales, europeas y transatlánticas. Un país que cuida su tradición secular y respeta la historia. Haré todo lo posible para estar a la altura de sus expectativas". En la esfera internacional ha recibido los parabienes entusiastas de Viktor Orbán, Marine Le Pe, y de Alice Weidel de AfD.

Donald Tusk sabe que ha recibido un voto de castigo, ya que efectivamente el alcalde de Varsovia ha hecho una buena campaña, salvo la metedura de pata del domingo por la noche. Trzaskowski se atribuyó la victoria con un sondeo en el que solo aventajaba a su rival por 0,6 décimas.

La coalición no ha cumplido sus promesas como la ley del aborto, y además muchos polacos creen que tampoco tienen más dinero en sus bolsillos. Por miedo a perder votos por la derecha, Tusk, y también Trzaskowski, se han inclinado tanto a esa banda, que han perdido a muchos votantes de izquierdas. El Gobierno tiene ahora el reto de demostrar que va a empeñarse en cumplir lo prometido. Si el presidente ejerce su poder de veto, será él quien quedará en evidencia ante los que demandan esos cambios.

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