Acusó al Gobierno español de “liderar una cruzada anti israelí”. Le avisó de que “se acabaron los días de la Inquisición”. Y ayer, con la resaca del chupinazo en Pamplona, Israel culpó a las “multitudes” de desempolvar las escenas medievales de los judíos quemados vivos en “las plazas de Europa”. El Gobierno israel ha convertido la historia de España, desde la Inquisición a la expulsión de los judíos en 1492, en su argumentario para atacar al Ejecutivo y la opinión pública española. Su arma contra una sociedad que se declara propalestina sin caer en el antisemitismo y que a Tel Aviv se le resiste en el Viejo Continente. “Una batalla perdida”, como lo llegó a calificar un diplomático israelí.
“Hoy los judíos tenemos un Estado soberano e independiente y nadie nos obligará a convertir nuestra religión ni amenazará nuestra existencia. A quien nos haga daño, le haremos daño”, advirtió a España el entonces ministro de Exteriores Israel Katz -hoy al frente de la cartera de Defensa- en un comunicado en mayo del pasado en represalia por el reconocimiento de Palestina. Desde entonces las alusiones han sido constantes. Hace unas semanas, ante la solicitud de Sánchez de que la UE rompiera el acuerdo de asociación, Tel Aviv recriminó a Madrid de “liderar la cruzada anti israelí”.
Territorio hostil
La operación militar israelí en Gaza, que cumple mañana 21 meses con más de 57.000 palestinos asesinados y un tribunal internacional dirimiendo la “plausible” comisión de un genocidio, se libra también en las trincheras simbólicas. Y España ha sido declarada, desde Tel Aviv, territorio hostil.
España, según el relato oficial israelí, no solo se ha alineado con los enemigos de Israel -“situándose en el lado equivocado de la historia”- sino que ha reactivado un viejo patrón de persecución, desempolvando uno de los componentes de “la leyenda negra” que británicos y neerlandeses construyeron a partir del siglo XVI.
Entronca con el empeño de Israel de presentarse como continuidad de los judíos
En su escalada retórica, la embajada de Israel en Madrid acusó en junio de 2025 al Gobierno de Pedro Sánchez de liderar una “cruzada”, término de resonancias medievales que no es casual. Se apela, una y otra vez, al pasado inquisitorial. Desde el exilio y el tormento de los sefardíes, hasta la demonización contemporánea del sionismo, la narrativa israelí traza una línea continua que no pocos consideran forzada.
La operación no es nueva, pero ahora adquiere una nueva dimensión. “Es un arma arrojadiza”, reconoce Isaías Barreñada, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. “Hubo claramente violencia contra ciertos grupos en distintos momentos de la historia española, desde la expulsión a las conversiones forzosas de los judíos, pero el tema es establecer una especie de continuidad histórica”, arguye. “En momentos muy concretos, como el quinto centenario, el Estado español ha pedido perdón. Obviamente, los regímenes modernos y democráticos, han pasado página y han reconocido que fue un momento de violencia, de injusticia, pero no se sienten responsables hoy. Esto entronca, además, con el empeño de Israel de presentarse como continuidad de los judíos”, alega.
"Desde Torquemada hasta Hitler, todos son antisemitas"
El discurso empleado por Tel Aviv se articula como un relato victimista: Israel se presenta no solo como Estado, sino como depositario único de la memoria y la representación judías. “Y no es así. Israel no es sinónimo de judíos. El problema es que está muy instalado. Se llama a Israel el Estado judío o se legitima su existencia por lo que pasó en el pasado. Se ha intentado vender que los judíos solo pueden vivir seguros teniendo un Estado. En realidad, se lo han sacado de la manga los ideólogos sionistas y ha sido admitido por todo el mundo. Si aplicamos ese principio, sería el caos. Imagínate que todas las comunidades nacionales necesitaran un Estado. Es lo contrario al Estado liberal, a la democracia y al pluralismo. Es un discurso antiliberal”, argumenta Barreñada.
Para Meir Margalit, activista y pensador israelí muy crítico con la deriva de su país, cualquier condena a su acción militar en Gaza es interpretada como continuidad histórica de un odio ancestral. “Cuando el Gobierno no tiene nada inteligente para aportar, entonces se enfunda el arma del antisemitismo. Desde Torquemada hasta Hitler, todos son antisemitas. Es una muestra del grado de estupidez al que ha llegado este país. Yo sé que el pueblo español y su Gobierno son suficientemente inteligentes para no dejarse intimidar. Esto es una de las mejores pruebas de que Israel no tiene nada convincente para explicar, porque si lo tuviera, entonces no tendría que ir a refugiarse detrás de argumentos tan estúpidos”, replica.
El término “leyenda negra” evoca la campaña de propaganda que, durante siglos, y en manos de imperios rivales proyectó una imagen demoníaca de España en Europa: cruel y fanática. Israel percibe a España como un terreno perdido, una excepción incómoda en una Europa tradicionalmente más alineada con Tel Aviv. “Israel ve a España como un caso diferente al de otros países europeos, no solo por el establecimiento tardío de relaciones. Siempre ha mirado al país con cierta sospecha, porque la opinión pública es mayoritariamente sensible a la posición palestina y porque los distintos gobiernos, desde Suarez e con el franquismo, han tenido receptividad a la cuestión palestina. Y eso unido a que no hay un lobby pro-israelí estructurado del mismo tipo que en Francia, Alemania o Países Bajos, ha hecho que Israel utilice unas palancas de presión distintas aquí en España. Y una de ellas ha sido siempre el levantar el tema este del antisemitismo histórico y decir que quedan de reminiscencias del antisemitismo medieval. Y lo aprovechan. Lo dejan caer”, subraya Barreñada.
Criticar a Israel es legítimo y una obligación de todo país con una agenda humanista
En el mapa geopolítico que elaboró el think tank israelí INSS pocas horas después del 7 de octubre situaba a Madrid —junto a Irlanda y Bélgica— en el bando “pro-palestino”. Es más, desde el entorno diplomático israelí se ha sugerido que España ocupa “el lado equivocado de la historia”, otro guiño con carga histórica. Pero el sentir es ampliamente compartido por la opinión pública española, más allá de las líneas ideológicas y la polarización reinante. Según la última oleada del Barómetro del Real Instituto Elcano, difundida ayer, el 82 % de los españoles considera que la actuación de Israel en Gaza puede calificarse como "genocidio". Solo el 23% apoya a Israel. La encuesta también indica que el antisemitismo es bajo.
España ha reconocido los crímenes del pasado —la expulsión, las conversiones forzadas, la persecución religiosa— y ha intentado en las últimas décadas tender puentes con la comunidad sefardí, concediendo la nacionalidad a miles de descendientes. “La actitud hacia el Gobierno español es la misma la misma que Israel tiene hacia el 90% de los países occidentales, de los países de las democracias liberales en el mundo. El 90% critica a Israel, y lo que tiene Israel para decirles a cada una de ellas es exactamente lo mismo. Criticar a Israel es legítimo y una obligación de todo país con una agenda humanista. Lo de Pamplona, con miles de personas expresando su dolor, es para estar orgulloso. El pueblo español no es pro-palestino; es pro projusticia y pro paz”.
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