Con un ejército de drones y dinamita. Han impuesto su ley en el mar Rojo, una vía clave del comercio mundial. En la última semana y con un lapso de apenas cuatro días, dos buques mercantes han perecido en las aguas del mar Rojo como consecuencia del asalto y posterior voladura del grupo rebelde chií de los hutíes, los nuevos 'piratas' que desafían al mundo.
En el último y año medio, en plena operación militar israelí en la Franja de Gaza, los hutíes -uno de los actores más activos del Eje patrocinado por Irán- han sufrido sucesivos bombardeos de Estados Unidos e Israel. Pero el plomo contra sus posiciones en Yemen no ha modificado su carácter indómito. “Por muy duros que fueran los golpes que recibieron, que aunque afectaron a sus operaciones, en realidad no mermaron mucho su capacidad inicial. Desde entonces se han reagrupado, reabastecido y han vuelto con más fuerza que nunca”, reconoce a El Independiente Hisham al Omeisy, un analista yemení que conoce bien a los hutíes. Los ha sufrido. Fue arrestado en agosto de 2017 y pasó medio año en una cárcel en Saná antes de su huida al extranjero.
"Campaña de conmoción y pavor"
“Están haciendo todo lo posible por lanzar una campaña de conmoción y pavor para enviar un mensaje contundente de que siguen siendo una fuerza a tener en cuenta, que están a la vanguardia del eje de la resistencia y que utilizarán todos los medios a su alcance (por muy descabellados que sean, incluido hundir dos barcos en cuestión de días) para conseguir lo que quieren”, agrega Al Omeisy, preocupado por unos ataques aéreos que los han envalentonado y reforzado su retórica de señores de la guerra resilientes.
Desde hace una semana los naufragios del Eternity C y el Magic Seas, los dos navíos que han sufrido sus embestidas, han certificado lo que muchos dudaban: que los rebeldes hutíes han impuesto un dominio de facto sobre una de las arterias comerciales más sensibles del planeta, por la que transita anualmente alrededor del 15% del comercio mundial.
Con precisión quirúrgica y sin que nadie lograra impedirlo, los insurgentes chiíes -que controlan el norte y oeste de Yemen, incluida la capital- han golpeado de nuevo. Pero, en estas últimas ocasiones, no han sido los secuestros de buques que han firmado desde octubre de 2023, en solidaridad con la campaña israelí que ha devastado la Franja de Gaza. Ahora han ejecutado voladuras de barcos bajo la mirada impotente de las potencias navales que, desde hace meses, patrullan la zona.
El ataque contra el carguero Eternity C, de bandera liberiana y operado por una compañía griega, ocurrió en la madrugada del 9 de julio. Dos misiles antibuque impactaron en el casco a la altura de la sala de máquinas, abriendo una brecha que hizo zozobrar al navío en menos de una hora. Tres marineros filipinos y un oficial ruso murieron. El resto de la tripulación saltó al agua. Algunos fueron rescatados tras permanecer a la deriva durante casi 48 horas. Otros siguen desaparecidos.
Cuatro días antes, el Magic Seas corrió la misma suerte. Otro misil, otra explosión, otra bandera comercial hundida. Todo ello a escasos kilómetros de las costas de Eritrea y Sudán. La comunidad internacional reaccionó exhibiendo “preocupación”, “condenando los ataques” y entre “llamadas a la moderación”. Pero para los hutíes, el mensaje está claro: el mar Rojo es suyo.
El arsenal de una milicia
“Los ataques contra los dos buques en el mar Rojo y la falta de intervención internacional para abortarlos demuestran que, al menos por el momento, los hutíes han tomado efectivamente el control marítimo en una de las vías navegables más importantes del mundo y pueden seguir causando estragos en el transporte marítimo sin apenas oposición”, apunta a este diario Kristian Coates Ulrichsen, profesor de la Universidad estadounidense de Rice y reputado experto en Oriente Próximo. “Mientras no haya ataques directos contra los intereses estadounidenses, no parece probable que la administración Trump responda a los ataques y se mantenga firme en su argumento de que el acuerdo firmado con los hutíes a mediados de mayo sigue vigente”, agrega.
Los hutíes han tomado efectivamente el control marítimo en una de las vías navegables más importantes del mundo
Los hutíes llevan una década en primera línea, al calor de la guerra civil que ha arrasado Yemen, el país más pobre de la península Arábiga. Lo que comenzó como una insurgencia local contra el Gobierno central de Yemen, se ha transformado en una máquina de guerra asimétrica con capacidades tecnológicas dignas de un ejército regular. Desde hace año y medio, los hutíes han utilizado drones suicidas, misiles balísticos y misiles de crucero para atacar el tráfico marítimo internacional. Lo han logrado a pesar de las sanciones occidentales que pesan sobre ellas y en un territorio donde el hambre y las enfermedades campan a sus anchas.
De China a Europa, una cadena de suministro que sortea las sanciones
Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), su inventario incluye sistemas iraníes como los Quds, Sayyad o Burkan-3, capaces de alcanzar objetivos a más de mil kilómetros, que han llegado a recorrer la península Arábiga hasta golpear Tel Aviv. También emplean misiles balísticos modificados como el Tankeel, y drones navales de guiado remoto que se lanzan desde la costa occidental de Yemen. El centro de estudios subraya, además, “el papel de China en las transferencias de tecnología de misiles y drones a los hutíes” tras el hallazgo de componentes de doble uso chinos en misiles y vehículos aéreos no tripulados del grupo, “lo que pone de relieve el papel que desempeñan las empresas chinas en la proliferación, incluso a actores no estatales”.
Según el IISS, los hutíes -al igual que los iraníes- “dependen de una red de empresas chinas, que encargan los artículos de doble uso en Europa y luego los envían a Irán o Yemen, normalmente a través de Omán”. “Estas empresas suelen ser propiedad de ciudadanos chinos y a menudo están ubicadas en importantes centros comerciales como Hong Kong y Guangzhou”, señalan en un informe reciente que trazan las rutas seguidas los distintos componentes par sus programas de misiles y drones. “Las autoridades de Pekín son conscientes de estas actividades, han mostrado poca voluntad de cooperar con las investigaciones sobre la cadena de custodia y no han tomado medidas visibles para frenar la proliferación, argumentando que los componentes en cuestión no están sujetos a los controles de exportación chinos. Mientras que Irán ya no está sujeto a sanciones de las Naciones Unidas, los hutíes siguen sujetos a un embargo de armas que incluye explícitamente las piezas de repuesto y el material conexo”, deslizan.
“Los hutíes han surgido en los últimos años como una potencia regional. Han demostrado, en particular, que tienen tanto la capacidad como la intención de perturbar significativamente el transporte marítimo en el mar Rojo”, subraya en conversación con este diario Thomas Juneau, experto en Yemen de la Universidad de Ottawa. “Se trata de una amenaza que perdurará en el futuro previsible. Los hutíes no se han visto disuadidos por los ataques estadounidenses e israelíes, y es poco probable que lo estén en el futuro, dada su ideología expansionista y su gran ambición”.
Desde enero, Washington y Tel Aviv han lanzado decenas de ataques selectivos contra posiciones hutíes en Saná, Hodeida y Saada. El Pentágono bautizó la campaña como Poseidon Archer y prometió reducir la amenaza hutí a escombros. Llegaron a usar los bombarderos furtivos B-2 Spirit, los mismos que meses después atacaron las instalaciones nucleares iraníes. Pero los resultados han sido, como mínimo, decepcionantes.
Israel, por su parte, bombardeó por primera vez directamente la costa occidental de Yemen el pasado junio, tras detectar varios drones lanzados desde ese territorio con destino a Eilat. En respuesta, los hutíes intensificaron sus operaciones navales, conscientes de que la presión internacional para evitar una escalada abierta contenía las represalias.
El coste de asegurar un cargamento por el mar Rojo se ha duplicado. Compañías como Maersk o CMA CGM han redirigido rutas hacia el cabo de Buena Esperanza, añadiendo entre 10 y 15 días de navegación y millones en costes logísticos. Según la consultora Lloyd’s List, hasta un 75 % del tráfico ha abandonado ya esta vía.
Los hutíes seguirán representando una amenaza significativa para el transporte marítimo en el mar Rojo
Más allá de Gaza
Aunque los hutíes han vinculado públicamente sus ataques a la ofensiva israelí en Gaza, los expertos coinciden en que su agenda es más ambiciosa. El mar Rojo ha dejado de ser solo un escenario de paso. Hoy es un campo de batalla. Y en él, una milicia sin Estado, sin marina ni reconocimiento diplomático, ha logrado lo que hasta hace poco era terreno exclusivo de grandes potencias: hundir barcos, dominar rutas y escribir las reglas.
Mientras tanto, los cascos oxidados del Eternity C y el Magic Seas reposan en el fondo del mar. “Es poco probable que sean derrotados: a nivel interno, su principal rival, el Gobierno reconocido internacionalmente, es débil y está fragmentado. Los hutíes, por otra parte, seguirán representando una amenaza significativa para el transporte marítimo en el mar Rojo, independientemente de lo que ocurra en Gaza. Si finalmente se produce un alto el fuego entre Israel y Hamás, los hutíes podrían suspender temporalmente sus ataques, pero no hay duda de que, a medio o largo plazo, reanudarán sus amenazas”, concluye Juneau.
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