El hallazgo de una mujer rusa y sus dos hijas pequeñas viviendo en una cueva del sur de la India ha dado paso a una compleja disputa familiar e internacional. La protagonista, Nina Kutina, de 40 años, llevaba años en el país con un visado caducado y fue localizada el pasado 11 de julio en una colina de la zona de Ramateertha, en la localidad costera de Gokarna, estado de Karnataka. Las autoridades indias tramitan su deportación, mientras un ciudadano israelí ha reclamado la custodia de las niñas.
La historia salió a la luz cuando una patrulla policial que vigilaba la zona tras un desprendimiento de tierra observó ropa tendida en el exterior de una cueva. En su interior encontraron a Kutina y a sus hijas, en lo que la mujer describió como un "santuario" consagrado al dios hindú Rudra, donde practicaba meditación y rituales religiosos. Dormían sobre plásticos y se alimentaban de fideos instantáneos. "Nos despertábamos con el sol, nadábamos en los ríos, pintábamos, cantábamos y leíamos libros", describió Kutina su vida con las pequeñas Preya, de 6 años, y Ama, de 4, a la agencia india PTI.
Las autoridades, sin embargo, consideran que se trataba de una zona peligrosa y aseguran que la mujer vivía en completo aislamiento desde hacía casi dos semanas. Desde el hallazgo, madre e hijas han sido trasladadas de forma provisional a un ashram cercano, mientras prosiguen los trámites para su deportación por estancia irregular: el visado de negocios de Kutina venció en 2017.
La aparición del padre israelí
El caso adquirió una nueva dimensión tras la aparición del israelí Dror Goldstein, que se identificó como padre de las niñas y aseguró haber denunciado su desaparición. Según su versión, la familia vivió en el estado de Goa desde su regreso a la India en 2018, tras un viaje a Nepal. Afirma que hace pocos meses Kutina se marchó sin avisar a Gokarna, donde se refugió en la cueva. "Solo quiero poder ver a mis hijas un par de veces por semana", declaró Goldstein a medios locales. "Si se van ahora a Rusia, será más difícil mantener el contacto".
Kutina, por su parte, defiende su estilo de vida ascético y rechaza que se la considere indigente. "Siempre tenemos suficiente dinero para lo que necesitamos", afirmó en declaraciones recogidas por la agencia india PTI. Asegura que la elección de vivir en aislamiento responde también a tragedias personales, como la reciente muerte de uno de sus hijos mayores. Ahora critica las condiciones de su "rescate" y denuncia la falta de privacidad y de alimentos adecuados en el centro donde han sido ubicadas: "Solo les dan arroz blanco para comer".
Las autoridades indias continúan con el proceso de deportación. Según informó Kutina, cuenta ya con asistencia consular de la embajada rusa. El caso, que comenzó como una cuestión migratoria, se ha convertido en un conflicto diplomático y familiar que plantea interrogantes sobre custodia, derechos de los menores y libertad individual.
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