En el barrio popular de Eckmühl -hoy llamado Hai Mahieddine-, en el oeste de Orán, una mole circular emerge entre el paisaje de vulgares edificios color cobrizo. La estructura parece congelada en el tiempo y ciertamente ajena a lo que le rodea. Unos azulejos con el rótulo “Nouvelles arènes” se alzan sobre unos portones metálicos oxidados, presidiendo la fachada de tonalidad albero. Pero la inscripción no es más que una decoración. Nadie en la segunda ciudad de Argelia llama al lugar por el nombre con el que lo bautizaron sus constructores franceses. La conocen popularmente como “El Toro”, una reliquia de la profunda impronta española que rezuma aún esta urbe mediterránea.

Y por extensión -como quien nombra la parte por el todo- el barrio que abraza el ruedo toma su denominación: “el toro”, le llaman sus habitantes actuales para sorpresa del visitante. La plaza de Orán, el único coso taurino de Argelia y uno de los dos de África con el de Tánger, guarda entre sus muros más de un siglo de historia, vestigio de la Belle Époque oranesa, cuando la afición por los toros, el pasodoble y la lengua española fluían por sus calles con naturalidad.

Con los españoles, llegó 'la fiesta'

“Es que Argelia y España estamos a un paso”, dice en conversación con El Independiente Abdeslem Abdelhak, miembro de la hoy extinta asociación cultural Bel Horizon y una suerte de cronista de la ciudad argelina. “Entre Orán y Almería sólo hay 180 kilómetros. En la época francesa, a finales del siglo XIX, la crisis en España empujó a muchos españoles hacia Orán. Con el tiempo obtendrían la nacionalidad francesa pero su cultura española persistió. Cuando llegaron, también trajeron su cultura, entre la que se encontraban las corridas”, relata Abdelhak en el centro de un plaza dotada de una extraordinaria acústica.

Carteles antiguos de las corridas del siglo pasado en Orán. | Francisco Carrión

Al principio, las corridas se organizaban en el centro de la ciudad, en plazas de madera

Es una mañana de pleno verano, pero los rayos de sol se escabullen entre un cielo encapotado y gris. Como si también ellos torearan. “Al principio, las corridas se organizaban en el centro de la ciudad, en plazas de madera. Hubo varias estructuras que sufrieron varios incendios. A principios del siglo XX, decidieron construir una moderna en este barrio del oeste de Orán, llamado entonces Écommules”, rememora el albacea de una memoria frágil, que sufre un rápido deterioro.

En 1890, la ciudad levantó su primera plaza de madera, que ardió como la siguiente. La definitiva, de piedra y estilo funcional, se inauguró el 14 de julio de 1910 con una corrida de los toreros Vicente Pastor y Mazzantinito y ejemplares de la ganadería de Concha y Sierra. Con una superficie de 4.800 metros cuadrados y un diámetro de 210 metros, la plaza en piedra -diseñada por el arquitecto E.R. Garlandier- se convirtió en epicentro de la vida social de la ciudad. Por aquel entonces hasta 185.000 españoles vivían en Orán y sus alrededores: 92.000 nacionalizados franceses de origen español y el resto españoles nacidos en España que conservaban su nacionalidad. Duplicaban en número a los residentes franceses.

Abdeslem Abdelhak, durante la entrevista con El Independiente. | Francisco Carrión

El silencio que impuso la guerra civil española

La actual, de doce metros de altura, sigue el estilo de la de Nîmes, en el sur de Francia, y en sus taquillas, hoy tapiadas son perceptibles  las entradas de sol y sombra. Durante las décadas siguientes el ruedo albergó espectáculos taurinos al gusto de una población cosmopolita y vibrante. “Eran principalmente corridas, pero también se celebraban combates de boxeo y lucha libre. Incluso hubo patinaje artístico”, confirma Abdelhak. La guerra civil española tuvo un efecto inmediato en el anfiteatro: lo condenó al silencio. La última lidia se celebró el 15 de julio de 1936, apenas dos días antes de que estallara la contienda. Cagancho y Domingo Ortega ejercieron de maestros.

La posterior II Guerra Mundial mantuvo el cierre. La plaza de toros de Orán solo volvió a abrir sus puertas y hacer oír sus goznes en 1954. El 13 de marzo de aquel año, llegados de España, Dámaso Gómez, Rafael Ortega, Antonio Bienvenida y Pepe Dominguín firmaron la corrida que confirmó su reinauguración. Fue un auténtico fenómeno. El ejemplar del día de Oran Républicain le dedicó la fotografía de portada a la comitiva de matadores. “Ayer llegaron a las 8.30 horas al aeropuerto de La Senia los toreros Dámaso Gómez y Rafael Ortega, acompañados de Pepe Dominguín”, rezaba el pie de foto.

Durante las semanas previas los críticos taurinos Remolino y Reina-Romero habían ido preparando el terreno con los pormenores de la logística que resucitó el ruedo oranés, resultado de la asociación del Teodoro Ruiz Macareno, en su calidad de consejero técnico, y Paul Barrière, empresario de la plaza. “La fama de las estrellas taurinas trascendía más allá de la península ibérica; se trataba de Domingo Ortega, Aparicio, Rafael Ortega, y Ángel Peralta Caballero. Por razones personales o por estar convalecientes de una cogida, algunos de esos toreros previstos no llegaron a torear el 13 y 14 de marzo) Se eligieron para esas corridas, toros de la más pura raza, la llamada 'brava'”, evoca la investigadora Rachida-Hammouche Bey Omar a partir del estudio de los artículos que se publicaron en prensa local en vísperas del acontecimiento.

El despliegue resultó formidable. “Desfile inaugural con la banda Feliz Armonía, un espectáculo ecuestre de M. Robles, la amazona Sta. Robles y caballeros árabes liderados por el Caíd Tires”, señalan las crónicas de la época. Además se dispuso un paseíllo inspirado en la feria de abril de Sevilla, con mantones de Manila, mantillas negras y trajes de luces brillando bajo el sol. El cartel definitivo estuvo formado por Domingo Ortega, Rafael Ortega, Dámaso Gómez, Antonio Bienvenida, y, tras la baja de Antoñete, su sustituto Pablo Lozano. Los toros de Manuel González pesaron entre los 261 y los 330 kilogramos.

Uno de los artistas que tiene su taller en la plaza de toros de Orán. | Francisco Carrión

Un coso convierto en atracción turística y taller

Una corona de hormigón añadida en la cúspide del monumento amplió hasta 14.000 personas el aforo. Los festejos de la reapertura se prolongaron durante dos jornadas pero el renovado fervor taurino duró poco. La guerra por la independencia de la Argelia francesa -una cruenta contienda que entre noviembre de 1954 y 1962 dejó entre medio millón y el millón de muertos- sepultó para siempre la tauromaquia. Ni toros ni toreros regresaron a su coso. “Como no tenemos la cultura de la corrida, tras la independencia, se dedicó al boxeo, los conciertos musicales y el balonmano”, cuenta Abdelhak. En la década de 1990 se cerró definitivamente y durante años sucesivas capas de polvo y olvido la condenaron a la decadencia. En 2018 una operación de restauración la recató y desde hace menos de un lustro se halla abierta al público, como una atracción turística más de la ciudad.

En algún momento se ha hablado de volver a celebrar una pequeña corrida aquí pero es una idea que nunca ha cuajado

“En algún momento se ha hablado de volver a celebrar una pequeña corrida aquí pero es una idea que nunca ha cuajado”, replica el albacea. La construcción de la mezquita Emir-Khaled junto a la plaza y el rechazo social a la tauromaquia sellaron su destino. En 2011 el anuncio de recuperar la tradición taurina suscitó protestas entre los vecinos de la urbe.

A lo largo de este verano el ruedo ha acogido citas culturales, entre ellas, un concierto de flamenco.  Mientras los corrales en los que una vez esperaron su turno los astados permanecen vacíos, en los accesos y los espacios bajos las gradas se ha establecido que los artistas locales usan como talleres para exhibir y vender sus obras de arte. En diciembre de 2023, fue declarada patrimonio nacional protegido. La fiesta -o la feria, como reza un rótulo colgado en el coso- es hoy un eco remoto que guardan los pliegos de los periódicos, en los que se celebra la alegría de “los viejos oraneses” que en 1954 -en dos días de viento, humedad y frío, huérfanos de sol- se reencontraron con la tauromaquia. Y, sin imaginarlo, con su epílogo. 

Cronología de un coso singular

  • 1890 — Se inaugura la primera plaza de toros de Orán, construida en madera, el 27 de mayo.
  • 1908 — Comienza la construcción de la plaza de piedra en el barrio de Écommules (actual Eckmülh).
  • 1910 — Inauguración oficial de la nueva plaza el 14 de julio, con Vicente Pastor y Mazzantinito lidiando toros de Concha y Sierra.
  • 1936 — Última corrida antes del largo paréntesis, el 15 de julio, dos días antes del estallido de la Guerra Civil Española.
  • 1954 — Gran reinauguración tras su remodelación el 13 de marzo, con un cartel de figuras como Domingo Ortega, Rafael Ortega y Dámaso Gómez.
  • 1962 — La independencia de Argelia marca el fin definitivo de las corridas taurinas en la ciudad.
  • Década de 1990 — Cierre total del recinto tras años de uso para conciertos, boxeo y eventos deportivos.
  • 2009 — Se inicia un proceso oficial de restauración del monumento.
  • 2018 — Reapertura progresiva al público con visitas culturales y eventos artísticos.
  • 2023 — La plaza es incluida en la lista del patrimonio nacional protegido de Argelia.