A pesar de la devastación provocada por 22 meses de guerra en la Franja de Gaza, Hamás ha logrado mantener en funcionamiento un sistema secreto de pagos a sus funcionarios civiles. Según una investigación de la BBC, este mecanismo ha permitido seguir pagando —aunque de forma parcial y retrasada— los salarios de unas 30.000 personas que formaban parte del aparato administrativo del movimiento islamista.
El sistema funciona en las sombras, lejos de bancos destruidos, oficinas gubernamentales bombardeadas y bajo la constante amenaza de los ataques israelíes. Los pagos se realizan en efectivo, entregados discretamente en puntos de encuentro establecidos mediante mensajes de texto cifrados. Una de las frases más comunes enviadas a los destinatarios es: “Ve a tomar un té con un amigo”. Esto activa el procedimiento para acudir a un lugar específico, donde una persona —a menudo una mujer desconocida— entrega un sobre con el dinero.
Este mecanismo logró distribuir, según los cálculos de las fuentes consultadas por la cadena británica, cerca de 7 millones de dólares en mayo, lo que representa solo el 20 % de los salarios previos a la guerra. Los fondos provienen de una reserva secreta de efectivo que Hamás habría mantenido bajo tierra desde antes del conflicto, estimada en alrededor de 700 millones de dólares.
Recibir estos pagos no es tarea sencilla ni exenta de riesgos. Un funcionario civil, que prefirió mantenerse en el anonimato, relató a la BBC lo que implica ir a recoger el dinero: “Tienes que caminar por zonas bombardeadas, sin saber si un dron te está vigilando. El lugar de entrega cambia cada vez, y a veces debes esperar durante horas. Antes de salir, abrazo a mi esposa y a mis hijos como si fuera la última vez que los veo. Porque puede serlo”.
|
Gestión diaria en medio de la devastación
Además del dinero, el grupo también canaliza la ayuda alimentaria a través de redes locales de distribución, muchas veces controladas por comités afines. Esto ha generado tensiones entre la población civil, especialmente entre quienes no tienen vínculos con Hamás y se sienten excluidos del reparto. “Cuando el hambre empeoró, mis hijos lloraban no solo por el dolor, sino también al observar cómo nuestros vecinos afiliados a Hamás recibían paquetes de comida y sacos de harina”, relató una madre gazatí a la BBC.
Aunque los pagos están lejos de ser suficientes y llegan con largos retrasos, su mera existencia es vista como un intento de Hamás por sostener su estructura de gobierno en medio del colapso generalizado. Para muchos empleados públicos, se trata más de una señal de presencia y control que de una verdadera fuente de ingresos.
Te puede interesar
Lo más visto
Comentarios
Normas ›Para comentar necesitas registrarte a El Independiente. El registro es gratuito y te permitirá comentar en los artículos de El Independiente y recibir por email el boletin diario con las noticias más detacadas.
Regístrate para comentar Ya me he registrado