A punto de cumplirse dos años de guerra y en mitad de una fatiga ya indisimulada del estamento militar israelí, el primer ministro Benjamin Netanyahu pulsó ayer martes el botón que activó el inicio de la operación terrestre para ocupar la Ciudad de Gaza, semanas después de su anuncio. Una lluvia sin precedentes de bombardeos golpeó el enclave, empujando hacia una desesperada huida al millón de habitantes que residía hasta ahora en su callejero, condenados a firmar la enésima mudanza en estos 24 meses. El estruendo atronó incluso en localidades israelíes limítrofes con el norte de la Franja de Gaza, como Ashkelon. "Parece como si las explosiones estuvieran justo afuera de nuestra casa", relató un residente israelí.
Netanyahu y su ministro de Defensa Israel Katz celebraron el comienzo de la operación la misma jornada en la que la Comisión de Investigación de la ONU acusó al Gobierno israelí y sus principales líderes de perpetrar un genocidio en Gaza. “Si Hamás no libera a los rehenes y no se desarma, Gaza será destruida y se convertirá en un monumento a los asesinos y violadores de Hamás. Debemos actuar con toda nuestra fuerza y atacar al enemigo para proteger a nuestros soldados”, declaró Katz en un discurso ante la 162.ª división del ejército israelí que opera en Gaza.
Un enclave completamente devastado
El Estado hebreo lanzó la última arremetida contra la devastada Gaza -con cerca de 65.000 asesinados- cuando se cumplen dos décadas del fin de la ocupación previa de Gaza. El país se retiró del enclave en septiembre de 2005, en el marco del llamado Plan de Desconexión impulsado por el entonces primer ministro Ariel Sharon. La iniciativa implicó la evacuación de los 21 asentamientos israelíes dentro de Gaza; la salida de unos 8.000 colonos y de todas las fuerzas militares permanentes; y la demolición de viviendas y estructuras en los asentamientos antes de entregar el territorio. Hasta octubre de 2023, Israel no había tenido presencia militar en el interior de Gaza pero la había sometido a un severo bloqueo terrestre, aéreo y marítimo.
Nos dijeron que corriéramos hacia el sur, pero ¿a dónde? Allí tampoco hay nada
La operación arrancó a primera hora del martes, en mitad del ruido ensordecedor de los ataques aéreos. Poco después, columnas de blindados irrumpieron desde varios frentes. Las tropas israelíes penetraron en la Ciudad de Gaza. La “fase principal” de la ofensiva había comenzado. Lo anunciaron octavillas en árabe lanzadas por la aviación israelí. “Nos dijeron que corriéramos hacia el sur, pero ¿a dónde? Allí tampoco hay nada”, lamentó una gazatí. "Vivo en un lugar donde, de día y de noche, el sonido de los bombardeos y de los disparos es constante. La metralla entra en las casas una y otra vez. Y tenemos que huir en plena noche, para refugiarnos en las calles. Esto ha pasado muchas veces. En medio de todo este ruido en las conversaciones sobre la ocupación e invasión de Ciudad de Gaza, ¿dónde quedamos nosotros? ¿A dónde vamos? El sur está completamente bloqueado", denuncia Fayez Al Barawi, médico de Médicos Sin Fronteras.
La ofensiva
El ministro de Defensa, Israel Katz, advirtió a primera hora del martes que “Gaza estaba ardiendo”. El ejército aseguró que busca desmantelar la estructura de Hamas en el corazón urbano, destruir túneles y depósitos, y rescatar a los rehenes aún en manos de las milicias, en contra de las propios deseos de las familias de los secuestrados -48 aún en manos de Hamás, alrededor de 20 vivos-, que han apostado públicamente por llegar a un alto el fuego ante el temor de que una operación militar liquide cualquier esperanza de que regresen con vida.
Netanyahu no pondrá fin a esta guerra a menos que el pueblo de Israel se levante
“Ayer Netanyahu dio la orden de bombardear a mi hijo”, denunció públicamente Anat Angrast, madre de Matan Angrast. “Sabe que Matan está en peligro inmediato debido a la operación de Gaza, pero decidió bombardearlo hasta matarlo. Él es el único que decidirá si Matan vive o muere. Hago un llamamiento al jefe del Estado Mayor: ¡levántese y asuma su responsabilidad! No dé órdenes a los soldados para que maten a sus hermanos”. “Netanyahu no pondrá fin a esta guerra a menos que el pueblo de Israel se levante”, suplicó mientras los seres queridos de los últimos rehenes enfilaban el camino hacia la residencia de Benjamin Netanyahu en el enésimo escrache desde que arrancó la guerra.
Las imágenes difundidas por el ejército mostraron a la infantería avanzando tras blindados y excavadoras abriendo corredores en medio de escombros. Los barrios de Rimal, Shati y Daraj se habían convertido en frentes de guerra.
El Ministerio de Salud de Gaza habló de decenas de muertos en las primeras horas, entre ellos mujeres y niños. Los hospitales, semiderruidos, improvisaron quirófanos en sótanos y pasillos. Más de 350.000 personas han huido de la ciudad desde que se intensificaron las órdenes de evacuación. No todos pudieron. Ancianos y heridos permanecen en casas sin ventanas, familias enteras se refugian en escuelas ya bombardeadas. “Anotamos nuestros nombres en los brazos de los niños por si los perdemos”, confesó Ahmed, padre de cinco, en conversación con un periodista local.
La escalada militar ha suscitado también reservas en el estamento castrense. El lunes trascendió en prensa israelí que el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, dijo la semana pasada al subcomité de inteligencia del Knesset que Netanyahu no había dado instrucciones claras sobre los próximos pasos del ejército en Gaza. “El primer ministro no nos dice qué va a pasar a continuación, por lo que no sabemos para qué prepararnos”, esbozó. Añadió que si el Gobierno tiene la intención de imponer una administración militar en Gaza, “debería decirlo abiertamente”. También criticó el plan de distribución de ayuda respaldado por Estados Unidos y gestionado por la denominada Fundación Humanitaria de Gaza -que ha matado a más de un millar de gazatíes desde mayo-, calificándolo de “fracaso”.
Escenas de un éxodo
Las carreteras hacia el sur se transfiguraron en un desfile de miedo, como exhibieron los vídeos subidos a las redes por los propios supervivientes: camiones sobrecargados, carros tirados por burros, motos con hasta cuatro pasajeros. Quienes no tienen cómo pagar un transporte caminan durante horas. Una mujer relató entre lágrimas a la agencia AP cómo recuperó el cuerpo de su hija de los cascotes de lo que había sido su vivienda en Tal al-Hawa. “Allí quedaron mi marido y mis otros dos hijos. No los he visto más”.
La ofensiva urbana ha encendido las alarmas internacionales. El Alto Comisionado de la ONU exigió detener la “carnicería” y recordó la obligación de distinguir entre combatientes y civiles. Gobiernos europeos también pidieron contención mientras se preparaban para implementar una suspensión parcial de la asociación estratégica con Israel que muchos consideran tardía y demasiado leve para la magnitud del drama.
Lo que quedó inaugurado ayer en Ciudad de Gaza es apenas el inicio de una campaña que se promete larga y devastadora. El ejército busca fraccionar la ciudad en sectores, avanzar casa por casa, neutralizar túneles. Todo indica que será una guerra de desgaste, con un precio humano incalculable. “Israel ha ampliado su operación terrestre en Gaza. El plan, en primer lugar, es seguir dejando abierta la posibilidad de llegar a un acuerdo con Hamás”, señala a El Independiente Yonatan Freeman, experto en relaciones internacionales de la Universidad Ben Gurion del Negev.
Ya no pueden más: se han desplazados durante dos años, han tenido que cambiar de casa, moverse de un lado a otro cinco, diez, hasta treinta veces en algunos casos, y ya no pueden más
“Donald Trump considera que se está acabando el tiempo. Así que creo que, en primer lugar, la forma en que se desarrollará esta operación en la ciudad de Gaza será seguir permitiendo que Hamás tome una decisión y llegue a un acuerdo para liberar a los rehenes. Creo que la operación se planificará o se llevará a cabo de una manera que no sea a toda velocidad o con ímpetu, sino más bien de forma gradual, para permitir que Hamás piense en lo que no está de acuerdo y en lo que sucederá si no acepta”, agrega el politólogo. La semana pasada el fallido ataque israelí en Qatar hizo saltar los puentes de la mediación para un alto el fuego, con la denuncia del emir qatarí de que el Ejecutivo israelí sabotea constantemente cualquier opción.
“Si Hamás se niega, Israel aumentará su intensidad y continuará con esta operación. Parte de la misión es buscar pruebas sobre el terreno que puedan permitir a Israel obtener más información sobre el lugar donde se encuentran los rehenes, lo que incluso podría permitir a Israel llevar a cabo operaciones militares para rescatarlos”, desliza.
El drama humano recorrió ayer Ciudad de Gaza, como si no hubiera siquiera un final a dos años de estertores. "Creo que la población adulta, sin hijos pequeños, en muchos casos todavía decide quedarse. También me lo han dicho: 'Puestos a morir en el sur, prefiero morir en el norte'. Ya no pueden más: se han desplazados durante dos años, han tenido que cambiar de casa, moverse de un lado a otro cinco, diez, hasta treinta veces en algunos casos, y ya no pueden más", narró desde Gaza Esperanza Santos, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras.
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