Emmanuel Macron se retrata a sí mismo como el "maître des horloges" o el señor del tiempo, quien fija la agenda y el cronograma. Si realmente lo fuera, el presidente de la República Francesa daría marcha atrás para rectificar la convocatoria electoral del 9 de junio de 2024. Llamó entonces a las urnas a los franceses tras la victoria de Reagrupación Nacional de Marine Le Pen en las europeas. Si esa era la opción que querían los franceses, contarían con la mayoría en la Asamblea Nacional. Quizá de esa forma evitaría que llegaran al Elíseo en 2027, como confesó a su padre, Jean-Michel Macron. Sin embargo, el resultado fue una Asamblea Nacional con tres bloques (extrema derecha, izquierda y extrema izquierda, y macronistas) que tienen a Francia sumida en una parálisis permanente. Macron fracasa una y otra vez a la hora de encontrar un primer ministro que logre consensos: su plan de reformar Francia es cada vez más imposible de acometer. El macronismo agoniza. 

PUBLICIDAD

Su último elegido como primer ministro, Sébastian Lecornu, un leal colaborador de 39 años, apenas ha durado 27 días en el cargo. Si finalmente no continúa, será el más breve de la V República, que data de 1958. Menos aún que sus antecesores, François Bayrou, que a los ocho meses perdió una moción de confianza en la Asamblea Nacional, y Michel Barnier, que cayó por una moción de censura a los 90 días de ser nombrado. Lecornu ha dimitido apenas unas horas después de anunciar su gobierno. Ni siquiera ha presentado su plan de política general. 

Las opciones de Macron

A petición de Macron va a intentar en las próximas 48 horas alcanzar "una plataforma de acción por la estabilidad del país". Macron araña hasta el miércoles por la tarde para ver qué salida encuentra a esta crisis. Si no logra acuerdos, el presidente ha prometido asumir su responsabilidad. Se deduce que puede convocar elecciones anticipadas. Es más improbable que renuncie él, como demanda insistentemente el izquierdista Jean-Luc Mélenchon. Otra opción sería que nombrara otro primer ministro, pero ya no le quedan opciones. Lecornu parece que no quiere seguir ni siquiera en el hipotético caso de que su misión tuviera éxito. 

Los primeros ministros macronistas están condicionados porque el bloque que apoya al presidente apenas cuenta con 211 diputados de los 577 que componen la Asamblea Nacional. Tanto el bloque que lideran Marine Le Pen y Jordan Bardella como el que encabeza Jean-Luc Mélenchon se distancian de Macron, que solo cuenta con un 22% de opiniones favorables, según el último sondeo de BFMTV.

Las exigencias de los socialistas

Los socialistas tienen solo 66 diputados pero su apoyo habría sido clave para Lecornu ahora. Sin embargo, exigen que se retire la reforma de la edad de jubilación, que impuso por decreto Macron, y que se adopte un impuesto del 2% anual a las fortunas de más de 100 millones de euros, la llamada tasa Zucman, por el economista Gabriel Zucman. Sería una tasa sobre el patrimonio, no sobre las ganancias de sus empresas. El 86% de los franceses apoya esta medida, que espantaría a franceses como Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, dueño de LVHM.

Macron tendría que negarse tres veces para aceptar algo así y dar la jefatura del Gobierno a un socialista como Olivier Faure, algo que aún no ha intentado. 

Los Republicanos rompen la baraja

La caída de Lecornu ha sido una sorpresa pero también lo habría tenido difícil para aprobar unos presupuestos. Lecornu, que se había negado a gobernar por decreto, ha dimitido porque su gobierno estaba cogido con pinzas. Había mantenido a la mayor parte de los ministros del Gobierno de Bayrou (12 de 18), a pesar de que había prometido una "ruptura".

La incorporación de Bruno Le Maire, que fue ministro de Finanzas siete años, como titular de Defensa, ha provocado la ira de Bruno Retailleau, que había sido nombrado a cargo de Interior. Para Los Republicanos Bruno Le Maire es el símbolo de una política que llevó a Francia a la deuda masiva. Le Maire ha renunciado a incorporarse al Gobierno pero Retailleau afirma que se ha roto la confianza. Afirma que Lecornu le ocultó que Le Maire iba a ser ministro de Defensa.

También expresaron sus reservas otros dos grupos liberales aliados: Horizontes, del ex primer ministro Édouard Philippe, y MoDem Bayrou. 

Vuelta a las urnas

Es posible que finalmente el señor del tiempo acepte que no queda otra que llamar a las urnas de nuevo. Como mal menor, confiaría en que Reagrupación Nacional pudiera sumar más apoyos y así tendría que designar a Jordan Bardella como primer ministro. En los sondeos, Reagrupación Nacional ronda el 32%.

Debido a la condena por desvío de fondos, Marine Le Pen no podría presentarse pero sí podría ser jefa del Gobierno, aunque es posible que se reserve por si el recurso es favorable y puede aspirar al Elíseo. Dado que la extrema izquierda sería implacable con un primer ministro de Reagrupación Nacional, su paso por el poder sería complicado y acabaría minando sus opciones para llegar al Elíseo en 2027.

Sea como sea, todo indica que la era de las reformas y el rumbo decididamente proeuropeo que inició la primera victoria de Macron en 2017 ha llegado definitivamente a su fin. Al aceptar hace menos de un mes el nombramiento como jefe del Gobierno, Lecornu anunció una “ruptura” con la política de sus predecesores. Sin embargo, no pudo cumplir su palabra. No solo estaba estrictamente controlado por Macron, sino que también sentía la mirada severa de los mercados financieros. Con una deuda de 3,4 billones de euros (cerca del 116 % del PIB), Francia solo puede mantener la confianza de los inversores si sigue por la senda de la reducción de la deuda. Y no aplica la tasa Zucman.

Macron afronta los dos años cortos que le quedan para dejar el Elíseo con una popularidad en caída libre. Francia está bloqueada, la economía cada vez más enquistada, y no se descarta que en la segunda vuelta de las presidenciales de 2027 se enfrenten Jean-Luc Mélechon, de la extrema izquierda, y Marine Le Pen o Jordan Bardella, de la extrema derecha. Quizá no fue tan buena idea quemar las naves con el Partido Socialista.

El movimiento de centro liberal que abanderó es ahora una nave a la deriva, que ningún capitán por hábil que sea difícilmente puede enderezar. A pesar de que el viento sopla en su contra, es difícil que Macron decida parar el reloj y dimita. Sería como aceptar que él es la causa de los problemas de Francia, como propaga Mélenchon, que está en sus antípodas.

PUBLICIDAD