Es una de las voces más reputadas para el laberinto de Siria, que durante 14 años de guerra civil se deslizó sin freno hacia el infierno. Tal día como hoy de hace un año Bashar al Asad huyó de Damasco y puso fin a más de medio siglo de régimen baazista, establecido por su padre Hafez y heredado por él mismo. Han transcurrido desde entonces doce meses de vértigo a los que Charles Lister, un reconocido analista y experto en Siria, ha asistido en primera fila.
Investigador del Middle East Institute (MEI) en Washington D.C., Lister dirige el programa sobre Siria y la lucha contra el extremismo. Su trabajo se centra en el conflicto sirio, la evolución de los grupos armados —incluyendo organizaciones yihadistas como ISIS y Al Qaeda— y las políticas internacionales que rodean la región.
A lo largo de su carrera, Lister ha sido una de las voces más influyentes en el análisis del conflicto sirio, combinando investigación de campo, entrevistas con actores involucrados y un profundo conocimiento de la política regional. Además, es autor de obras clave sobre la guerra en Siria. En una entrevista con El Independiente en el marco del Doha Forum celebrado este pasado fin de semana en la capital qatarí, Lister aborda los enormes interrogantes que sigue suscitando Siria.
Pregunta.- Un año después de la caída de Bashar Asad, ¿cómo ve la situación actual en Siria?
Respuesta.- Creo que sin duda estamos en una situación mucho mejor de lo que nadie hubiera imaginado hace un año. Dicho esto, Siria sigue enfrentándose a enormes retos tanto a nivel interno como externo. Creo que lo alentador es que la transición en sí se ha consolidado. La maquinaria del Gobierno está ahora en el lugar que debe estar para hacer frente a algunos de esos retos y cambios de forma más eficaz. Sigo siendo cautelosamente optimista sobre el futuro.
P.- En un año Ahmed al Sharaa ha pasado de ser el líder rebelde de pasado vinculado a Al Qaeda que lanzó una rápida ofensiva desde el norte de Siria a un presidente que se pasea por las principales capitales del mundo. ¿Cónfía en su figura?
R.- Creo que no hay alternativas. Francamente, creo que el hecho de que haya conseguido el apoyo de prácticamente toda la comunidad internacional en el espacio de 12 meses, dada su historia, deja claro que realmente no hay alternativa. Y por eso ha sido tan bien recibido y acogido. También es porque la perspectiva de que Siria se estabilice es una oportunidad verdaderamente histórica, no solo para Siria, no solo para Oriente Medio, sino para el mundo en general. Por eso creo que todo el mundo quiere y necesita que esto tenga éxito. A nivel interno, los retos son muchos: una economía destrozada, un país en ruinas, unos niveles insignificantes de Estado y de gobierno. Así que hay que construir todo desde cero. Y luego, por supuesto, todas las heridas, no solo de 14 años de guerra, sino de 53 años de dictadura en la que se enfrentó a unas minorías contra otras y a las mayorías contra las minorías. Siria va a tardar mucho tiempo en reconstruirse. Los sirios necesitarán mucho tiempo para curar esas heridas. No hay ningún interruptor mágico. No hay ninguna declaración pública que pueda salir de Damasco que las resuelva. Francamente, tampoco el Gobierno puede eliminarlas milagrosamente actuando de una manera concreta.
Va a llevar tiempo. Creo que el dato más alentador que podemos ver de los últimos 12 meses es que los niveles de violencia en Siria son hoy mucho más bajos que hace 12 meses, seis meses o tres meses. Han seguido disminuyendo y eso, para mí, es la señal más alentadora.
Los sirios necesitarán mucho tiempo para curar esas heridas. No hay ningún interruptor mágico
P.- ¿Cuál es su apuesta sobre Al Sharaa? No sé si podemos compararlo con Al Sisi en Egipto, un hombre fuerte que -una vez alcanzado el sillón- se mantiene en el poder para siempre…
R.- Creo que si hay alguien con quien compararlo por ahora, ese es Mohamed Bin Salman en Arabia Saudí. Se ve a sí mismo como un líder joven, culto e inteligente que dirige un país que durante mucho tiempo ha sido un paria, y quiere llevarlo al mundo y modernizar Siria. Creo que eso se parece mucho a lo que dijo MBS cuando se convirtió en príncipe heredero de Arabia Saudí y a cómo ha actuado desde entonces. Creo que esa es la visión.
P.- ¿Hacia que sistema y régimen se dirige Siria?
R.- Veremos dentro de cuatro años si Al Sharaa decide alejarse del poder, y creo que esa es una pregunta que probablemente no se pueda responder en este momento. Pero creo que la clave realmente importante, si lo miramos en el contexto del resto de la región, es que, incluso si se queda, ese poder se transfiera a un parlamento elegido, un parlamento que esté facultado para hacer su trabajo, y que el propio Gobierno esté dirigido por ministros tecnócratas competentes. Básicamente, ya estamos ahí en ese sentido. El gobierno tecnocrático ya está en marcha y, por supuesto, las diversas comunidades de Siria sienten que están obteniendo la representación que desean. Lo único que añadiría es que es lógico que los sirios tengan unas expectativas muy altas en cuanto a lo que quieren. Deben tener altas expectativas. Mi única preocupación es que muchas de esas expectativas, por muy acertadas que sean, no son cosas que den fruto en tres meses. Dan fruto en 5 o 10 años. Los sirios tendrán que ser pacientes para permitir que esas cosas se creen.
Veremos dentro de cuatro años si Al Sharaa decide alejarse del poder, y creo que esa es una pregunta que probablemente no se pueda responder en este momento
P.- Se habla de la posibilidad de una contrarrevolución o al menos de una insurgencia financiada desde el exilio por el entorno familiar de Bashar al Asad…
R.- Sin duda ha habido algo de eso. No sé qué importancia estratégica ha tenido. Sin duda ha habido actividades para apoyar la insurgencia antigubernamental, sobre todo en la costa, pero también en cierta medida en zonas de Homs. Desde enero o febrero de este año, parece que ha habido oleadas. Esas oleadas se pueden medir según la agresividad que parece tener la insurgencia a lo largo del tiempo. No parece que haya sido tan constante como sugiere una información reciente de Reuters. Pero sí, hay actores ahí fuera como Irán y Hizbulá, que están tratando de desestabilizar este régimen de forma muy silenciosa. Ha sido un desafío continuo en forma de insurgencia en la costa.
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