El resultado del Comité Federal del domingo no ha podido ser más desalentador. Primero, porque los críticos a Sánchez, entre los cuales se incluyen los miembros de la Gestora  y los barones mudos que ayer eludieron dar la cara y defender sus argumentos frente a los partidarios del "no" en la votación de investidura, no sólo no han ganado la batalla sino que ni siquiera han mejorado sus posiciones. La diferencia entre los votos de unos y otros es tan pequeña que, de cara a lo que suceda en el grupo parlamentario el día de la investidura, puede considerarse irrelevante. Y después de lo visto, las palabras de Javier Fernández, asegurando que todo el grupo deberá abstenerse porque así la ha decidido el Comité Federal, parecen más bien un  canto a la luna que una orden con algún viso de ser acatada.

O mucho cambian las cosas de aquí a una semana, o el grupo socialista se comportará en la investidura con arreglo a lo ya vivido en el cónclave del domingo: cada uno votará lo que considere oportuno. Porque la cruda realidad es que ninguno de los que defendió el domingo su postura contraria la abstención salió después diciendo que se sometería a la decisión adoptada por la mayoría. A lo cual hay que añadir el mensaje lanzado a los díscolos por Pedro Sánchez inmediatamente después de terminado el Comité: "Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruya su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza".

Más claro no ha podido ser Sánchez. Está convocando a los suyos a plantar cara a la gestora

Más claro no ha podido ser Sánchez. Está convocando a los suyos a plantar cara a la gestora para conseguir que la militancia sea la que decida, dando por hecho que decidirá que el PSOE se aleje de todo contacto y de toda connivencia con el partido en el Gobierno. Y, sobre todo, hay que poner mucha atención en la última apelación, que es una llamada a cerrar filas y a entrar en batalla para recuperar, atención, "su" PSOE.

Dice Sánchez: "Fuerza". Con esto queda despejada toda posible duda sobre lo que vaya a suceder en el futuro en el Partido Socialista: la batalla va a seguir abierta y durará lo que dure esta gestora y hasta que se celebre el Congreso ordinario. O el Congreso extraordinario que han pedido, a lo que parece, varias decenas de miles de militantes socialistas, a decir del alcalde de Jun, inspirador y alma mater de esta iniciativa. Porque ahora la Gestora no tendrá más remedio que aceptar la reclamación de que se compruebe el censo real del partido y ponerse a validar esas más de 90.000 firmas que dice el alcalde que tiene.

Con todos estos datos, ya podemos hacernos una idea de cómo va a desarrollarse esta legislatura: el PP obtendrás votos suficientes como para investir a Mariano Rajoy presidente del Gobierno porque una buena parte del grupo parlamentario socialista, pero no todo, se va a abstener. A partir de ahí entraremos en un período legislativo que se va a desarrollar a bofetadas parlamentarias. Y eso porque quienes han defendido la abstención para permitir que se formara gobierno no podrán, porque no han conquistado la fuerza necesaria para hacerlo, proporcionar al equipo de Rajoy ni un minuto de sosiego.

Ya que han ganado por la mínima, tendrán que demostrar a los rebeldes de su grupo que aquello que dijo Javier Fernández de que iban a permitir un Gobierno pero no le iban a garantizar a Rajoy la estabilidad era una verdad sagrada como lo fue en tiempos pasados un juramento sobre la Biblia. Por lo tanto, el Gobierno que se forme no va a recibir ni agua del grupo socialista entre otras cosas porque, aunque algunos quisieran dársela por razones de interés nacional, no podrían caer en esa debilidad, que sería inmediatamente protestada por el sector del "no" irredento. Lo cual enardecería a unas bases ya enardecidas que desde ayer saben ya que siguen contando con un líder que no se ha retirado, o eso parece a tenor de su mensaje en Twitter: Pedro Sánchez.

El destino de los Presupuestos está tan en el aire como lo estaba hace un mes

La legislatura se inicia, pues, con el peor de los presagios.  El destino de los Presupuestos está tan en el aire como lo estaba hace un mes. Y quien dice los Presupuestos el dice de cualquier otra ley que el PP presente para su aprobación por el Parlamento. Por eso van a acabar teniendo razón los que dentro del PSOE han argumentado a favor del "no" a Rajoy diciendo que el temor a unas terceras elecciones esgrimido por quienes defendieron la abstención no tenía ningún fundamento porque, más tarde o más temprano, las tales elecciones se iban a convocar. Y, en vista de lo sucedido en este Comité Federal, hay que decir que tienen razón. Pero no porque eso fuera a ocurrir de todas las maneras, sino porque ellos mismos, los que defendieron el "no" hasta el final y van a ocuparse a partir de ahora de que su partido no contribuya de ninguna manera a ayudar a la gobernabilidad de España, las van a provocar. Será de ese modo una profecía autocumplida.

Será su negativa cerrada a que el Partido Socialista se deslice siquiera sea levemente por la pendiente de la mínima colaboración con el Gobierno, y su capacidad, ya demostrada, para imponer al comportamiento del grupo parlamentario espíritu binario -o "no", o traición-, las que acabarán empujando al Gobierno de Rajoy a disolver las Cámaras  y a convocar de nuevo elecciones.

Hasta mayo eso no podrá suceder, pero, tal y como han quedado dibujadas ya las posiciones, no es en absoluto descabellado hacer esa predicción. Y ojalá que todo lo dicho acabe por ser desmentido por los hechos de la vida parlamentaria, que empieza ya.