La ofensiva del grupo mexicano encabezado por Antonio del Valle comenzó el pasado 26 de mayo. El Banco Popular acordó una ampliación de capital de 2.500 millones y Del Valle (que personalmente controla un 1,2% de la entidad, pero representa un paquete del 4,5%) quería aumentar su porcentaje hasta casi el 25%. Es decir, quería mandar. Ángel Ron, presidente del Popular desde 2004, tras la renuncia de Luis Valls Taberner, se negó a las pretensiones de Del Valle, ya que pretendía mantener el esquema de equilibrios en el consejo que le ha permitido al banco defender su independencia.
Del Valle no se dio por vencido y utilizó su amplia capacidad de maniobra para desestabilizar a Ron. Habló con el presidente del Banco de Sabadell, Josep Oliu, para ofrecerse como puente para una fusión con el Popular. También mantuvo conversaciones con presidentes de otras entidades, siempre con el mismo objetivo.
Tras el verano (la ampliación se cerró con éxito el 17 de junio), las acciones del Popular comenzaron a caer. Desde distintos frentes se iniciaron ataques con posiciones cortas (apuestas a la caída del valor) que ahora están siendo investigadas por la CNMV y que podrían tener como origen la operación de desestabilización contra Ron. Algunos bancos de inversiones recomendaron vender y el mercado valoró negativamente el peso que todavía tenían en su balance los activos del sector inmobiliario. Las acciones del Popular llegaron a caer más de un 70% desde principios de año.
El ruido subió de tono y algunos medios de comunicación pusieron de manifiesto la división dentro del consejo.
Ron no sólo era cuestionado por el grupo de Del Valle (representado por Jaime Ruiz), sino que a él se sumó José María Arias (presidente de la Fundación Barrié, ex Banco Pastor) y la consejera coordinadora Reyes Calderón. Pero tanto la Sindicatura de Accionistas (ligada al Opus Dei y con un 9% del capital), como los accionistas institucionales Allianz y Credit Mutuel seguían siendo fieles al presidente.
Mientras tanto, Ron puso en marcha la operación Sunrise. Se trataba de sacar del banco activos dudosos por valor de 6.000 millones de euros. Para el equipo gestor sacarla adelante podría suponer una revalorización de la acción del 30%. Para lanzarla, el Popular necesitaba, al menos, unos 350 millones de euros.
Sunrise significaba la salvación de Ron, como habían hecho saber tanto el ministro de Economía como el gobernador del Banco de España. Y el grupo de Del Valle lo sabía. Por ello redobló la ofensiva a partir del consejo del mes de noviembre en el que se aprobó ponerla en marcha.
A partir de ese momento se recrudecieron las filtraciones interesadas y los ataques en Bolsa. La consejera Calderón desplegó una actividad frenética y llegó a reunirse con el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, a quien ofreció el puesto de presidente del Popular, lo que éste rechazó. Goirigolzarri informó de ello al ministro de Economía, Luis de Guindos.
El propio del Valle también se reunió con De Guindos, al que le informó de que había unanimidad en el consejo para nombrar a un nuevo presidente. Con ese mismo mensaje acudió Calderón el martes de la semana pasada al Banco de España.
Al mismo tiempo, se buscó de prisa y corriendo una alternativa para Ron, tras la negativa de Goirigolzarri y, en paralelo, Del Valle amenazó con la convocatoria de una junta general extraordinaria para promover la destitución del presidente del banco si éste no cedía a las presiones.
Esa amenaza hizo cambiar de posición a Allianz y Credit Mutuel, dos de los más sólidos apoyos de Ron. El miércoles de la semana pasada, éste decidió poner su cargo a disposición del consejo para evitar un mayor deterioro de la entidad, cuya acción estaba ya en mínimos.
Finalmente, el hombre designado para pilotar el banco fue Emilio Saracho (vicepresidente de JP Morgan). Desde el pasado miércoles, la acción del Popular no ha hecho más que subir y ya se ha revalorizado un 40%. ¿Dónde está el milagro? Todavía Saracho no ha hecho pública cuál será su estrategia al frente del Popular. De hecho, todavía ni siquiera ha firmado su contrato como presidente.
Según diversos analistas del sector financiero, Saracho es uno de los mejores expertos en banca de inversión, pero desconoce la gestión de un banco tradicional, como es el Popular, muy basado en su extensa red (2.000 oficinas) y en una base de clientes asentada en pequeñas y medianas empresas. "Probablemente -dice un ejecutivo del sector- lo que haga Saracho sea recuperar el valor y buscar alguna operación corporativa; es decir, una fusión".
De hecho, la subida del valor obedece a que la apuesta del mercado es una absorción del Popular por otro gran banco. Desde luego, Del Valle y el grupo de accionistas que le acompañan (y que podría haber aumentado su peso en el capital en las últimas semanas) van a hacer todo lo posible por recuperar el valor de su inversión.
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