Muchos catalanes que nos sentimos españoles, que somos más que los secesionistas, afrontamos un desprecio cada vez que leemos o escuchamos en los medios de comunicación que “Rajoy quiere pactar con Cataluña” o que “Soraya dialoga con Cataluña”, por ejemplo, cuando lo que está haciendo el Gobierno central es establecer conversaciones con los partidos separatistas o con la Generalitat. Muchos periodistas de toda España, por aquello de encajar mejor el titular o, simplemente, por la voluntad de simplificar acaban dando carta de naturaleza a la minoría por encima de la mayoría.

Porque Cataluña no son ellos, los separatistas. Cataluña somos los que queremos que nuestra comunidad autónoma siga formando parte del proyecto común español y no sólo los que desean romper los lazos comunes y buscan la secesión. Una de las afrentas en la que los nacionalistas nos llevan una gran ventaja es la del lenguaje. Cada vez que un compatriota de Burgos o de Almería brama contra algún exceso nacionalista exclamando, lamentablemente, el cada vez más extendido: “¡Estoy hasta las narices de los catalanes!”; la ruptura de España está un poco más cerca. Cada vez que un periodista titula una información referente a los partidos independentistas con un: “Cataluña pide…”; o con el: “Cataluña reclama…”, la posible ruptura de nuestra nación avanza.

Hay muchos catalanes que piensan como usted, que están hasta las narices de los separatistas"

No olviden -periodistas y lectores- que Cataluña es cosa de todos los españoles. Vivan en Cantabria o en Extremadura. Lo catalán no les puede ser ajeno, porque lo catalán forma parte del alma de nuestra España. Por eso no deben decir “estos catalanes” para quejarse de alguna maldad de la antigua Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), de la CUP, de ERC o de cualquier otra formación secesionista. Diga: “Estos nacionalistas” o “estos separatistas”. Pero no nos meta a mí y a millones de catalanes -la mayoría-, en el mismo saco que a Carles Puigdemont, a Oriol Junqueras o a Artur Mas.

Somos muchos los catalanes que queremos a España, porque cuando viajamos por Castilla y León o por Andalucía no nos sentimos extranjeros. Nos sentimos en nuestra casa. Con un padre de Zamora y una madre de Cádiz, y con familia en medio territorio nacional lo mío de ser español no es una “imposición”. Es un hecho sentimental. Con fuertes raíces históricas. Y con una fuerte carga cívica. Porque uno también puede sentirse español no por razones emocionales sino porque vive en una democracia madura y consolidada que tiene una Constitución moderna y avanzada que regula su convivencia.

Yo he nacido en Barcelona, pero soy extremeño. Y asturiano. Y navarro. Y andaluz. Porque todas estas regiones forman parte de España. Soy español. Usted también es catalán. Aunque cada vez que escuche a Carles Puigdemont tenga la tentación de apagar el aparato de televisión o la radio. A mí también me pasa. Él no es Cataluña. Él solo representa a una parte de Cataluña, y hace bandera de ello. Piense que hay muchísimos catalanes que piensan lo mismo que usted, que están hasta las narices de los separatistas.

Necesitamos su apoyo y la de todos los compatriotas para frenar la afrenta secesionista. Necesitamos su aliento para intentar revertir una situación muy complicada. Los nacionalistas llevan más de 30 años usando el dinero público de todos para intentar romper los lazos entre los catalanes y el resto de españoles.

Vuelvo al mundo de la comunicación. De periodista a periodista. Mirando a los ojos a todos los redactores de todos los medios de toda España. Por favor, eviten el “Cataluña” cuando quieran decir “Puigdemont”. Parece un pequeño paso, pero es un avance espectacular para cambiar el marco mental que nos quiere imponer el secesionismo . Y no cuesta dinero, que tal como está el sector… se agradece. ¿Nos ayudan?


Sergio Fidalgo, presidente del Grup de Periodistes Pi i Margall.