Hace un siglo, realizar un pago no tenía más enjundia que entregar el dinero en efectivo. Con el tiempo, se han ido adoptado los métodos de pago no monetarios como cheques, transferencias electrónicas, tarjetas de crédito y débito, virtuales...

Las propias tarjetas de plástico no han dejado de evolucionar: la banda magnética fue sustituida por el microchip y hace ya tiempo que la tecnología RFID permite el pago contacless, simplemente acercándola tarjeta al terminal TPV.

Además, se han ido consolidando pasarelas de pago online alternativas a la banca tradicional, como Paypal, y alternativas en forma de criptomonedas, como el Bitcoin (es sólo uno de los muchos usos potenciales que ofrece la tecnología blockchain).

El pago con móvil y apps especializadas también son ya una realidad. Considerando que el segmento de los pagos es uno de los principales en los que se mueve el efervescente ecosistema fintech, seguiremos asistiendo ala proliferación de más disrupciones.

Los pagos digitales han crecido un 10% en el mundo en el último año, hasta 426.000 millones de operaciones

El denominador común que impulsa esta evolución es evidente: ponérselo más fácil al consumidor de manera que sea menos dependiente del efectivo y pueda realizar sus pagos de manera inmediata desde cualquier dispositivo, con total seguridad y sin limitaciones de tiempo, ubicación e, incluso,de elementos materiales.

Nuestras estimaciones apuntan que los pagos digitales han crecido un 10% a nivel mundial en el último año, hasta cifrar más de 426.000 millones de transacciones, y su creciente evolución parece imparable.

El grueso del incremento llega desde los mercados emergentes —donde el uso del pago no monetario creció un 19% frente al 6,4% en los más maduros— y a él han contribuido la mejora generalizada de las medidas de seguridad —como el estándar EMV, la biométrica o el sistema HCE— y las iniciativas públicas de fomento del pago electrónico para compensar la subida constante del coste del efectivo.

No obstante, las economías maduras representan el 71% del total mundial. A pesar de la vorágine tecnológica, hay que tener en cuenta que la adopción generalizada de los nuevos medios de pago debe abrirse paso en un entorno que aún está marcado por el efectivo y las tarjetas.

El pago no monetario crece más deprisa en los mercados emergentes que en los maduros

Hoy por hoy, las tarjetas siguen siendo el método favorito: representan el 56% a nivel mundial, el 42% en Europa. Aun así, es claro que los pagos inmediatos y, en concreto, el pago móvil, son los que a medio y largo plazo entrevén el mayor recorrido. Su crecimiento global se disparará a medida que se popularicen y se vaya educando en uso.

Si consideramos que en España el 90% de la población adulta tiene un smartphone y que cada vez son más los usos que le otorga, parece evidente que los consumidores van a seguir esperando de sus entidades bancarias no ya sólo un nuevo tipo de interacción,sino nuevas modalidades de pagos.

Esta demanda de instantaneidad y comodidad que procura el pago móvil apremia a la banca a acelerar su transformación; como también lo hace la entrada de nuevos actores en el sector, como startups de nicho o grandes tecnológicas como Google, Apple y, más recientemente, Facebook.

La transformación digital de la banca

La banca no descuida su transformación digital, pero la rapidez a la que lo hace el mercado la lleva a innovar de forma colaborativa para no perder comba. La cooperación se da entre la diversidad de jugadores y con muy diferentes enfoques. La plataforma y app Bizum, por ejemplo,nace de un proyecto entre los principales bancos que operan en España.

También son habituales los acuerdos con Fintech, por los que los bancos usan o adquirieren una solución desarrollada por estas o contribuyen en parte a su desarrollo. Prácticamente ocho de cada 10 directivos de banca ven a las Fintech como posibles colaboradores.

Lo que es claro es que el grueso de los esfuerzos de innovación en materia de pagos se orienta a la faceta más social. Esto se ve reflejado en la proliferación de apps orientadas a pequeños pagos entre amigos al instante para situaciones habituales como comidas que se pagan a medias, regalos de grupo… Está claro que se acabaron las excusas por no llevar suelto.

Pero también la regulación va a marcar el devenir de la aplicación tecnológica a los medios de pago. La Directiva PSD2 vislumbra más oportunidades para que los bancos innoven dando acceso a sus propios sistemas mediante las API.

Además, es positivo ver cómo algunos reguladores están adoptando un papel facilitador para que las entidades financieras puedan acelerar sus tiempos de innovación realizando pruebas de servicios y productos en entornos seguros.


Marcos Alonso García es responsable Pagos y Tarjetas de Capgemini España