Derivados, armas de destrucción masiva. Esa frase sólo puede ser fruto de la ignorancia o de la petulancia. Un profesional de la inversión no puede gestionar dinero de terceros sin dominar todas las herramientas que están a su alcance. Sería como si en una guerra uno de los contendientes prescindiera del ejército del aire por el posible miedo a volar de los pilotos.

Un derivado es un producto cuyo valor depende de otro activo. Existen numerosos tipos y clasificaciones, pero el objetivo de este artículo no es profundizar en los diferentes tipos de productos derivados, sino ayudar a entender lo útiles que son, así como a mitigar la mala prensa de la que gozan.

Aquí sólo vamos a referirnos a los productos más sencillos, opciones y futuros, lo que en jerga llamamos flow, y no a derivados complejos, más estructurados o derivados de crédito.

Las principales ventajas que aportan los derivados en la gestión de un patrimonio financiero son dos. Por un lado, está la flexibilidad, dado que te permiten posicionarte muy alcista, bajista, o incluso beneficiarte de un mercado lateral. Te permiten ajustar tu inversión a la visión de mercado que tengas en cada momento. Por el otro, tenemos el apalancamiento. Este es un concepto algo más confuso. Por simplificar, digamos que significa tener que poner 10 cuando la inversión que estás haciendo es de 100.

Los derivados permiten ajustar la inversión a tu visión del mercado en cada momento

Imaginemos que tenemos una visión alcista del mercado. Si sólo empleo acciones, pues compraría acciones. Si mi visión es muy alcista, ¿qué haría? Comprar más acciones. Si puedo usar derivados, puedo comprar opciones y elegir mi nivel de exposición con diferentes strikes (el precio predeterminado al que se ejecuta el contrato). Incluso puedo vender opciones y aprovecharme del paso del tiempo. Tengo alternativas múltiples que se pueden ajustar a medida de la visión de mercado que yo tenga. ¿Y si creo que el valor no se va a mover? Pues si sólo invierto en acciones lo único que puedo hacer es esperar y ver. Con derivados podría emplear diversas estrategias para ganar dinero.

Como dice un compañero de trabajo navarro, profesor de derivados desde hace siglos, siempre será mejor tener un coche potente. En caso de un mal uso, el problema no sería el coche, sino de la irresponsabilidad del conductor al no circular adecuadamente.

Los críticos dicen que los derivados los usan los especuladores, son muy arriesgados, peligrosos. A lo que yo contesto, ¿cuál es la diferencia entre especulador e inversor? Ojo, estamos hablando de mercados financieros, de invertir en ese mundo, no de temas más elevados o filosóficos. Para mí, no hay diferencia. Y respecto a la peligrosidad, ¿Qué diferencia hay entre tener 100.000 euros invertidos en un fondo indexado a Ibex y un futuro de Ibex? Te dirán, en los futuros las pérdidas son ilimitadas… igual que en el fondo. Por supuesto, otra cosa es el beneficioso tratamiento fiscal de los fondos y que en los derivados hay liquidación diaria de pérdidas y ganancias.

No he visto a ninguna entidad quebrar por utilizar este tipo de derivados, otra cosa son el crédito estructurado y otros productos complejos que se llevaron por delante a varias entidades en la época de la crisis subprime. También hay que mencionar la mala praxis en la venta de productos derivados o estructurados a clientes finales. Imperdonable, sobre todo en aquellas entidades que diseñaban productos muy complejos para camuflar comisiones desorbitadas. Pero el malo no es el instrumento, sino como se utiliza o los fines con el que se comercializa.

Ha habido casos de mala comercialización, pero eso no hace malo el producto

Todos conocemos un tipo de compañías que existen desde hace muchos años y que viven de vender opciones. Son las compañías de seguros. En el fondo una compañía de seguros vende opciones. Los seguros con opciones, y estas empresas son vendedoras de opciones, ganan dinero con esa actividad desde hace mucho, y nadie las tiene como un tipo de compañía agresiva o alocada en su forma de actuar.

Hay una anécdota, tal vez surgida de la imaginación popular, que es muy ilustrativa. En el cénit de la crisis de las hipotecas basura se reúne el señor Botín con su director financiero, y le dice, "¿cómo es que no teníamos exposición a CDO's o CDO's sintéticos?" Y, sin dejarle tiempo a responder, le interpela: "Porque no los entendíamos, ¿verdad?"

Esa es una premisa de partida, no utilizar aquellos instrumentos o productos que no conocemos. No obstante, y refiriéndome a profesionales en materia de inversiones, es una irresponsabilidad no emplear toda la gama de herramientas a nuestro alcance. Por lo tanto, yo desconfiaría de un profesional de las inversiones que gestione mi patrimonio descartando de antemano el uso de productos derivados. Para mí, la utilización de derivados ayuda a optimizar la gestión del patrimonio financiero.


Kike González es director de Renta Variable de Ahorro Corporación.