El artículo 43.1 de los Estatutos del Partido Socialista deja claro el papel que corresponde al Presidente o Presidenta del Partido: "Ostenta la representación oficial del Partido. Preside y modera las reuniones de la CEF (Comisión Ejecutiva Federal) y cuantos actos oficiales organice". Es decir, hasta el día de hoy los presidentes del PSOE han sido la representación máxima del partido y su expresión más prestigiosa. Precisamente por ese motivo nunca han entrado en la batalla política diaria sino que, al contrario, han procurado buscar la paz y la concordia entre las partes enfrentadas y situarse siempre por encima de las contiendas. Con sólo citar el nombre de Ramón Rubial cualquiera que tenga memoria de la historia de este partido sabe a qué me estoy refiriendo.

Narbona ha entrado como elefante en cacharrería a desmontar una votación trascendental para España

Por eso resulta muy sorprendente la inesperada intervención, extemporánea por demás, de la flamante presidenta del PSOE, Cristina Narbona, que sabrá mucho de tratados comerciales, aunque eso no es tan seguro, pero que ha entrado como elefante en cacharrería a desmontar a toro pasado una votación trascendental para España y para la Unión Europea como es  la aprobación del CETA, el Tratado de Libre Comercio entre Canadá y la UE. Siete años se han llevado las negociaciones y hay una satisfacción generalizada por lo conseguido. Y cuando los diputados europeos del Partido Socialista y también los diputados en el Congreso ya habían emitido su voto favorable, nada menos que la presidenta del partido se descuelga ¡en un tuit! con la noticia de que "no lo vamos a apoyar".

En primer lugar, no le corresponde a la presidenta anunciar las decisiones políticas ni parlamentarias de su partido. En segundo lugar, no debe olvidar el papel que se espera de ella, que no es precisamente entrar a discutir los puntos sometidos a debate. En tercer lugar, con esa intromisión ha dejado en ridículo a sus compañeros del grupo parlamentario y ha contribuido, junto con su secretario general, a humillar a sus compañeros del Parlamento Europeo. La medida ha sido improvisada, no explicada e impuesta de modo abrupto e injustificable. Y en ese fregado chapucero se ha metido nada menos que la más alta representante del partido.

Es muy conveniente vestir el cargo y el cargo no se viste arreando hachazos a base de Twitter a los propios diputados

Puede que esto también entre en los nuevos modos del nuevo PSOE, pero sería muy conveniente que, al menos en lo que toca a la presidenta, se recuperaran las viejas tradiciones de modo que no se acabe confundiendo a la primera representación del partido con uno más de los militantes metidos de hoz y coz en las refriegas cotidianas. Es muy conveniente vestir el cargo y el cargo no se viste arreando hachazos a base de Twitter a los propios diputados.

Eso es demasiado barato y actitudes y acciones como ésta contribuyen a dibujar una imagen de la presidencia del PSOE que no le llega ni a la suela del zapato a la que ejerció Ramón Rubial, cuya memoria y cuyo papel en el partido recordamos todos los que tenemos una edad, y en ese "todos" está también incluida Cristina Narbona. No debería olvidarlo.