Terminada la campaña de la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) no podemos por menos que reflexionar sobre la gran cantidad de dinero que se queda sin cobrar y sin aplicarse a urgentes fines educativos, sanitarios, infraestructuras, gastos sociales y de todo tipo que tiene la sociedad aragonesa, la española y el mundo entero.

Una buena parte de dinero no recaudado, en Renta y también en Sociedades, se debe a los denominados paraísos fiscales, amén de otras irregularidades fiscales de transparencia, opacidades y aspectos diversos incidiendo sobre el tema. También, otra cuestión a añadir a esta “explosiva” coctelera financiero-fiscal es la falta de unidad de mercado en aspectos impositivos por parte de las Comunidades Autónomas y los diversos países de la Unión Europea. Al resto del mundo, de momento lo dejamos pendiente de otro análisis, es un pan de mucha miga.

Las disparidades fiscales entre comunidades tienen gran incidencia en el empleo

A nivel de Comunidades Autónomas se dan unas disparidades fiscales más que notables, lo que tiene, entre otras repercusiones, gran incidencia en la atracción o no de empresas y por tanto en la creación de empleo. Puestos a dar nombres, lo de los incentivos fiscales en algunas comunidades es una auténtica ruptura de unidad de mercado y un sálvese el que pueda, y no nos olvidamos de los incentivos de Canarias, Ceuta y Melilla. En fin que viva la libre competencia y “cada uno por su abuela”.

Por otro lado, si nos fijamos, siquiera superficialmente en la Unión Europea,  otra “jaula de grillos fiscales” donde “el que más chifla, capador” -y por cierto Guardiola creo que significa jaula-, lo que tenemos es auténticamente sobrecogedor. Andorra, por aquí cerquita está, ha sido hasta hace bien poco paraíso fiscal de primera fila, pero ahora ya no tiene entre otros aspectos el secreto bancario. También tenemos una auténtica quinta columna fiscal con Malta (“genial” domicilio fiscal por ejemplo para hedge funds), Luxemburgo e Irlanda. Este último país rescatado y con el trauma más que superado gracias a diversas lindezas fiscales, como por ejemplo su bajísimo tipo impositivo en Sociedades, golosidad fiscal que atrae empresas por doquier.

En la lista de paraísos fiscales de la OCDE quizás faltan cientos de territorios

Hay también países que oficialmente, según los criterios de la OCDE, no son paraísos fiscales, pero se organizan de tal manera con algunas de sus ex colonias para que, en el fondo  -¿podría ser esto fraude de ley?-, exista una colaboración muy sustanciosa y rentable para unos y para otros en temas fiscales y de movimientos de capitales.

Nos estaríamos refiriendo a países tan honorables y respetables como Reino Unido y Países Bajos; ahí están ni más ni menos que las Islas Vírgenes y otras lindezas geopolítico-fiscales, joyas de la corona en cuanto a planificación financiero-fiscal internacional. En fin, que a efectos de cómputo y denominación de paraíso fiscal, a la OCDE quizás se le olvidan de incluir centenares, quizás miles de territorios, algunos muy, muy pequeños, pero muy buscados por los cazagangas fiscales.

De cualquier manera no deja de sorprender que en esta era tan digital, con tantos avances en Ciencia y Tecnología no sepamos diseñar un sistema tributario óptimo y tengamos tantas tareas pendientes en temas sociales. Tal y como señala James Mirrlees, “es hora de que los gobiernos maduren y diseñen un curso racional para la política impositiva”.


Luis Ferruz Agudo es catedrático de Finanzas y director de GIECOFIN

Terminada la campaña de la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) no podemos por menos que reflexionar sobre la gran cantidad de dinero que se queda sin cobrar y sin aplicarse a urgentes fines educativos, sanitarios, infraestructuras, gastos sociales y de todo tipo que tiene la sociedad aragonesa, la española y el mundo entero.

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