Superada, creo, la polémica de si podemos o no hacer huelga, me encuentro en foros donde intervienen jueces, fiscales, abogados y ciudadanos con otras cuestiones en relación con el ejercicio de este derecho por los jueces.

Tengo que decir que la actitud más comprensiva suele venir de los ciudadanos con respecto a una huelga que, por otra parte, hasta ahora se ha venido desarrollando de forma moderada y sin que realmente afecte a los intereses de los justiciables. En el colectivo jurídico, por el contrario, nos queda mucho que aprender y comprender. Sintetizo en tres los argumentos que he podido oír en esos foros.

“La huelga da una imagen negativa de la Justicia”. La frase de pura ingenuidad provoca ternura ¿De verdad alguien piensa que hay algún colectivo al que la huelga proporcione una imagen positiva o al menos no le afecte negativamente? Empleados del transporte, personal sanitario, de limpieza, funcionarios, ferroviarios o bomberos, por poner algunos ejemplos, saben que la huelga no favorece su imagen y por ello, y por otras consecuencias negativas que puede tener particularmente en sus ingresos, sólo acuden a la misma cuando no hay otro recurso para conseguir unas reivindicaciones que estiman le son injustamente negadas.

A la huelga se acude cuando no hay otro recurso para conseguir reivindicaciones

Y ahora pregunto ¿alguien sabe de algún otro recurso al que podamos recurrir los jueces? ¿Alguien piensa que la Justicia no está en una situación desastrosa y que los políticos no están haciendo nada al respecto? Llevamos catorce años negociando con cinco ministerios distintos para conseguir que la Justicia independiente y eficaz sea una realidad en España y el resultado es cero, o mejor dicho, es negativo. La situación no ha hecho sino empeorar y la perspectiva actual es que seguirá empeorando.

“Los políticos manejan mejor los medios de comunicación y la opinión pública y le darán la vuelta a nuestras reivindicaciones presentándonos como unos corporativistas que sólo buscan mejoras retributivas”. Que los partidos políticos tienen más medios y más experiencia que nosotros y que son un interlocutor difícil por no decir peligroso es una obviedad.

La lucha de las asociaciones judiciales con el partido en el Gobierno es desigual sin duda alguna. No reivindicamos sólo mejoras retributivas, pero no tenemos que avergonzarnos de que también las reclamemos. Ese reproche además se basa en un creencia generalizada de que los jueces ganamos mucho más de lo que realmente ganamos. Pero es difícil cambiar ese estado de opinión porque estamos solos.

Es difícil conseguir un cambio de opinión porque estamos solos

El Consejo General de Poder Judicial, hecho a medida de los partidos políticos, ni está ni se le espera. Más bien lo tendremos enfrente. abogados y procuradores tampoco apoyan activamente unas reivindicaciones que, erróneamente, piensan que no les afectan. No es infrecuente oír que los años en que tardan en resolverse los litigios son de exclusiva responsabilidad de los jueces y que ya cobran lo suficiente. Los ciudadanos no tienen la Justicia como una de sus preocupaciones importantes. Sólo uno de cada 100 lo ve así.

Los medios de comunicación no nos prestan demasiada atención, porque esa son las instrucciones o porque no somos noticia, según que medio. Se equivocan y mucho. El deterioro de la Justicia es y será un gravísimo problema que puede llegar a hacer fracasar la democracia porque llegue un momento en que nadie esté en condiciones de hacer respetar la Ley. La lucha es desigual pero eso no es motivo suficiente para quedarse de brazos cruzados. Tendremos que hacer lo imposible con nuestros limitados medios para intentar cambiar este estado de opinión y transmitir la penosa realidad del día a día de los jueces y la necesidad de que eso cambie. Es una lucha de David contra Goliath, pero no siempre gana Goliath.

Habrá que hacer lo imposible para transmitir la penosa realidad de los jueces

“Los jueces perderemos la huelga y nuestra situación será peor”. Peor lo veo difícil, pero en todo caso si se emprende un camino de conflicto porque no se ve otra salida necesariamente ha de asumirse la posibilidad de perder. El que quiere algo tiene que arriesgar algo. Que se lo digan a los mineros que se enfrentaron a Margaret Tatcher o a los jueces que se enfrentaron a Sarkozy cuando era ministro de interior francés. Lucharon y perdieron, pero por lo menos lucharon.

El riesgo de perder no es motivo para no luchar cuando no queda otra. Los jueces somos conscientes de que llevamos las de perder, ni siquiera hemos conseguido una movilización de todo el colectivo, que por su propia naturaleza es inexperto y reacio a este tipo de pelea. La huelga es fruto de la desesperación de ver como año tras año se hunde la Justicia sin que nadie haga nada. Tras intentarlo todo, no vemos otra forma de visibilizar nuestra preocupación y malestar. Si alguien la ve, por favor, que no se la guarde.