Tezanos, que ha pasado de fraile a cocinero, no sólo les ha dado la vuelta a la ciencia estadística y a los peroles de los partidos, sino a la sabiduría del país, hecha de los siglos y de la naturaleza que tiene dentro el refrán español. Él tenía que ser antes fraile del PSOE, en su ejecutiva de franciscanos de pies en jofainas y cabezas en cielos de borriquillos, y luego cocinero en el CIS, para así servirnos un país a gusto de su fe socialista, un gusto como de nana de cebolla regada con pétalos, que así es como quedan estas encuestas ganadas por el PSOE de los pobres y de la justicia de una manera sobrada y ejemplarizante.

En realidad, hablamos de la cocina de Tezanos como ese lugar en que el PSOE florece tras su apariencia de lombarda pocha y el PP se ha quedado como medio limón seco de él mismo. Pero lo que ha traído Tezanos, la revolución de Tezanos, lo que nunca había pasado en esta cocina donde todos, siempre, han meneado el hocico de hambre o sospecha, es precisamente que no hay cocina. Tezanos ha traído el CIS sin cocina, el CIS crudívoro, que te saca los porcentajes como nabos de la tierra, para que tú te los tragues así, como un señor burro al que los niños le han puesto sombrero.

La revolución de Tezanos es, precisamente, que no hay cocina. Es un CIS crudívoro

Los datos que saca Tezanos después no servirán para nada, porque están cogidos a racimos, a puñados, son datos acolmenados, que ha sacado el bruto del pueblo a patadas, como un hormiguero. Unos datos así nunca te van a dar una aproximación de lo que saldría en las urnas. Pero a Tezanos lo que le gusta es ese aspecto de viña del Señor, de campanario de misión, que se le queda al CIS cuando lo haces campo.

El recuerdo de voto, la infrarrepresentación, esas moderneces o marcianismos, eso era como industrializar al pajarillo que acaba de salir de la misma tierra trinando por el socialismo, el socialismo que es puro zumo de España, y que sale solo, sin más matemática ni más metalurgia. Eso es lo que hacía antes el CIS, montar una lechería industrial de votos con su leche de metal y su vaca empaquetada. Un timo para estos crudívoros de barbas de abejas y leche de teta costrosa.

El CIS es un timo para esos de barbas de abejas y leche de teta costrosa

Cuando todo el CIS es campo, al PP lo dejas en un 17%. Y ya está. No será verdad, pero es lo que están gritando las colinas que cobran vida con el sonido de la música, o quizá sólo de los cencerros. Cuando todo el CIS es campo, la crispación en la política española no es culpa de Puigdemont, ni de Torra, ni de Rufíán, que son simpáticos e inofensivos como monjas jugando al fútbol. No, la crispación la crea Casado, que se asoma desde su escaño como una bombarda. Cuando todo el CIS es campo, en fin, nada es verdad pero suena como la Pastoral de Beethoven. Casi puede uno imaginar a Pedro Sánchez con cestos de frutas y corona de hojas de parra, entre Heidi y el tío de Espárragos Carretilla.

Este CIS sin cocina, de fraile de mondas, no hay quien se lo crea. Los expertos están aún más espantados y cabreados que los partidos porque Tenzanos no les está robando sólo expectativas, sino la tozuda ciencia que dirige sus vidas, que es su vida, como si un chamán dirigiera la Sanidad. Las encuestas ya eran sospechosas, porque en la cocina, con mano blanda o rápida, se puede echar de todo y quitar de todo. Pero nunca resultaron ridículas o catetas, con la matemática como sustituida por una matanza de pueblo. Ahora, ya ven, todo el CIS es campo. Tezanos, primero fraile y después cocinero, sabía la manera de burlar su oficio para propagar su fe. Tezanos, si se fijan, parece ahora que nos mira desde la ciencia superior y grotesca de un cabañuelista con los pies metidos en la alberca.