Hay un sitio en el que está el colchón de Rajoy, incluso su gorro de dormir como el de Mr. Scrooge o el del Pato Donald; ese colchón en su cementerio automovilístico de somieres, con toda la chatarra somnolienta de Rajoy y de España, con el arriolismo saltado como un muelle, haciendo la hoguera de San Juan de los trastos de la Gürtel que prendió Sánchez para inaugurar su era; el colchón simbólico y duchampiano haciendo también la escultura modernita que es Sánchez. Hay un sitio en el que San Juan de la Cruz y Fray Luis de León son como Ortega y Gasset, siameses intercambiables, dioscuros borrosos o idénticos de esa intelectualidad española siempre escasita, que son un café, que son cuatro, cuatro que uno acaba confundiendo.
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