No puedo comprender cómo en la era de la información algunos estudiantes están tan mal informados o tan bien adoctrinados. Me pregunto si los estudiantes que salieron en apoyo de los políticos presos en Catalunya, sabían que el principal organizador de las protestas es un terrorista que asesinó a dos ancianos en su casa, el matrimonio Bultó. Y me pregunto si los estudiantes que boicotean algunos actos de Leopoldo López en España, saben que al hacerlo están posicionándose junto al peor de los dictadores.

Estos días, el Foro Madrid Tercer Milenio tuvo de invitado especial a Leopoldo López, padre del disidente venezolano. Aunque le conocía de otros actos públicos y entrevistas en radio y televisión, almorzar con él fue aprender y situar la crisis de Venezuela en su justa medida. Es un pozo de sabiduría y tolerancia en un mundo dominado por Maduros que gritan, bailan y escupen a su pueblo mientras muere de hambre.

Hoy Venezuela está peor que Siria y sin embargo no se le concede asilo a una gran mayoría de los que lo solicitan

Mientras el Gobierno chavista defiende la existencia de la libertad de expresión en su país, él me contaba cómo se hicieron desde el Gobierno para controlar el papel de periódico y así ahogar a El Nacional, fundado en 1943, el único periódico libre que quedaba en Venezuela. Ahora solo se puede leer en internet y su director Miguel H. Otero vive exiliado en España. Ya no hay ningún periódico de papel en Venezuela, en los kioskos sólo se ven revistas.

Mientras Errejón, entre magdalena y magdalena de Carmena, defiende que en ese país se come tres veces al día, me contaba entre lágrimas Leopoldo López los 25 kilos de peso que su hijo perdió en prisión y cómo sigue hoy en día en arresto domiciliario. También la fórmula que ideó su hijo para publicar estando en la prisión de Ramo Verde su libro Preso pero libre. Cada vez que le visitaban su madre, esposa o hermana, se llevaban al exterior alguna de sus páginas escritas en la celda, dentro de su boca. Hacían bolitas de papel con los textos, las envolvían en un trozo de plástico y así, visita tras visita lograron sacar un libro de 304 páginas. Cuando Leopoldo hijo quiso hacer algunos cambios o correcciones de última hora y no disponía de papel, llego a escribir en la espalda de su hermana parte del libro para sacar sus ideas al otro lado del muro.

Mientras todo eso sucedía. El ex presidente Rodríguez Zapatero se quedaba solo alineándose con el régimen chavista, reconocía como legales las elecciones fraudulentas de Maduro, a la vez que el presidente del Parlamento Europeo las calificaba de antidemocráticas.

Aunque en apariencia la ola de solidaridad con los venezolanos invade España, la realidad política es otra muy distinta. Cada mes piden asilo en nuestro país 1.800 venezolanos. Huyen del hambre, de la dictadura ideológica y de la falta de seguridad, tres personas son asesinadas cada hora. Hoy Venezuela está peor que Siria y sin embargo no se le concede asilo a una gran mayoría de los que lo solicitan. Muchos, tras llegar al aeropuerto de Barajas o El Prat, son devueltos a su país sin ni siquiera pisar suelo español. Aun sabiendo que no serán aceptados, tramitan su solicitud de asilo para pedir posteriormente el permiso de residencia por razones humanitarias.

El Gobierno de Pedro Sánchez no ha sido valiente en tomar decisiones acerca de la crisis venezolana. En lugar de capitanear la solidaridad con los que sufren, se ha dejado llevar, sumándose al reconocimiento de Guaidó tras hacerlo media Europa. Son los complejos los que deciden por él.

El Gobierno de Pedro Sánchez no ha sido valiente en tomar decisiones acerca de la crisis venezolana

Pero hay esperanza. Leopoldo López no tiene dudas, Maduro tiene los días contados y la democracia volverá a Venezuela, un narcoestado según la DEA norteamericana, donde mandan los cárteles de la droga y se blanquean millones gracias a empresas públicas. Ya ni siquiera se extraen como antes millones de barriles de petróleo, para qué, si el narcotráfico es más productivo.

Hay que combatir en nuestro país la doble vara de medir. A pesar de los 600 presos políticos encarcelados, los periódicos silenciados, el hambre de la población, la falta de medios sanitarios y las conexiones del régimen con el narcotráfico, la crisis de Venezuela sigue siendo problema en España para solo unos pocos. Ningún actor, director o guionista en la entrega de los Goya gritó consigna alguna en favor del pueblo venezolano. Es como si la ideología interfiriera en el hambre, como si hubiera ayuda humanitarias de izquierdas y de derechas. Una diputada de Izquierda Unidas me seguía calificando de extrema derecha a la oposición venezolana, y justificaba como mal menor el gobierno de un dictador como Maduro para frenarla. Penoso.

Una última confesión, Leopoldo López me contaba con estupor que en los largos años que lleva exiliado en España, jamás le han llamado de La Sexta para ir a plató a ser entrevistado. Mientras tanto, Jordi Évole ha viajado en dos ocasiones a Venezuela a entrevistar a Nicolás Maduro. Así somos en “la madre patria.”