A Podemos ya sólo le queda el humor. No es mal refugio cuando ya no se tienen ni políticas ni líderes. No tienen líderes porque su familia cesariona, los Iglesias, sólo se aparecen discontinuamente, como personajes que hiciera en realidad José Mota, para decir un gag y volver al chalé, a la meditación con velas aromáticas o algún estuche de ventrílocuo o de acordeón. De tanta gente de la que venían, de ese movimiento transversal y de abajo arriba, de ese chachachá de pueblo puro y cabreado, se han quedado en el patriarca que lo inventó todo más su santa señora, como un matrimonio dueño de una tienda de artículos religiosos, mientras los demás se apartan, se rebelan o se limitan a bajarse suavemente del tranvía de antiguos que es lo suyo.

Tampoco tienen política desde que han tenido que renegar de Venezuela, del nuevo socialismo real que, como los anteriores socialismos reales, sólo deja gusaneras. Ahora tienen que recurrir a El Jueves para sacar no ya propuestas sino grafitis, así que el humor les tiene que salir sí o sí. Los banqueros con nariz y hucha de cerdito, los ricos con ocas y perlas o los fachas de tabacalera son más de la izquierda que de la derecha, son sus santos patrones, son sus patrocinadores y los tienen en peanas y con luz de mariposa como a San Pancracio.

Echenique está entre el grumete chistoso y el teleñeco de palco. Suena a la vez a látigo y a matasuegras, pero es lo más cerca que tiene Podemos de un talento rufianesco o de humorista de TV3

Están pensando todo el tiempo en la viñeta, claro, y sólo les puede salir humor. A Echenique se le da muy bien, con esa cosa que tiene de copero gracioso. Pero no es sólo él. Irene Montero declaraba hace poco que este sistema económico “era incompatible con la vida” antes de proclamar su nuevo embarazo, su gravidez como renacentista, pictórica, como para toda una galería de anunciaciones sucesivas, y acto seguido marcharse a su chalé construido quizá por hadas comunistas. Hay quien cree que es hipocresía, y que con tal nivel de hipocresía no puede funcionar ningún partido, pero yo creo que es sentido del humor a toda máquina, cuando no hay otra cosa.

Echenique, que todo esto iba por Echenique en realidad, es el gran mago del humor de Podemos. Los Iglesias tienen un tono, cómo no, eclesial, reverendo, cargante de misterios trinitarios, orondos y sobrehumanos, como esos curas que hacía el actor Agustín González. Pero Echenique está entre el grumete chistoso y el teleñeco de palco. En Twitter suena a la vez a látigo y a matasuegras, y suele contestar con ironías terciadas con falacias, pero es lo más cerca que tiene Podemos de un talento rufianesco o de humorista de TV3 o por ahí.

Podemos se hunde porque les flotan los muertos y Echenique sigue tocando el violín con esa cosa de hombre orquesta que tiene él

Echenique ha colgado ahora un vídeo como de secuestrado, con fondo de zulo y prisa y ahogo de váter, denunciando que “los medios” no sacan sus propuestas sino sólo sus reyertas y sus esquelas, todo de muy mal fario. Echenique diciendo “Podemos se hunde, Podemos se hunde”, como si echara de verdad burbujitas por la boca en la pequeña pecera de su vídeo, era talmente una escena de Buscando a Nemo. También decía “Podemos es independentista, Podemos es independentista”. Siempre dos veces por lo menos, como cuando se grita “fuego”. O como cuando la defensa irónica necesita tanto neón que casi es acusación. Es decir, como cuando te han cogido en un renuncio o en una mentira. El humor quiere exorcizar la realidad, eso es lo que intenta Echenique poniendo cara verdaderamente de náufrago al hablar de sus naufragios. Pero es que Podemos se hunde, ciertamente.

Podemos se hunde porque les flotan los muertos y Echenique sigue tocando el violín con esa cosa de hombre orquesta que tiene él. Y Podemos es independentista desde el momento en que acepta el marco independentista, el de una justa lucha “democrática” contra un sistema podrido, franquista, de leyes opresoras y jueces cucarachas. Pero el vídeo humorístico no terminaba aquí.

Continuaba cuando detallaba y proclamaba las preclaras medidas que sus comités parían cada lunes pentecostal y que “los medios” ignoraban. Planes quinquenales o escarmientos para banqueros sacados como de las revistas anarcas del abuelo. Ecología de zanahoria cruda. La lucha por que el alma del agua vuelva al pueblo, una cosa entre india y plan hidrográfico de Franco. Energías renovables con el viento que dan las margaritas frente al embotellamiento del sol y la ambición privada (pero el negocio eran las renovables, pillar la subvención de las renovables, que le pregunten a Abengoa). Esas propuestas que deberían abrir los telediarios eran, en realidad, las que ya habían envuelto el pescado de nuestros abuelos. O las que siguen sonando, en vaharada, cuando hay una litrona alrededor del póster crístico del Che. O las que acaban de arruinar y desangrar a un pueblo rico como Venezuela, gobernado por gorilas de puñito en alto y justicia reventona en la boca.

Ya sólo les queda el humor, hacerse el vídeo en plan Pantomima Full. Si no, sólo tendrían ese bodegón de moscas de la fruta podrida y de los cántaros vacíos, el de esa izquierda mil veces fracasada, mil veces altiva y mil veces siniestra.